Mujer Electrocutada en Supermercado y el Silencio de los Medios

Mujer muere electrocutada en Súper Selectos de Mejicanos

”Lo mejor de la vida es gratis. Lo que se paga, nosotros te lo damos”, reza el lema en un banner de Súper Selectos, la cadena de alimentación más grande de El Salvador, con una facturación anual por encima de los 200 millones de dólares.

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Por [url=http://salvadorenosenelmundo.blogspot.com]José Manuel Ortiz Benítez

Su dueño es un español, llegado desde Logroño, una ciudad esplendida en La Rioja, donde dicen nació la lengua castellana.

Don Francisco Javier Calleja Malaina vino a El Salvador en la década de los 60s y sostiene que el secreto de su negocio está en ofrecer el producto a “las clases menos favorecidas”. Es decir, el asunto está en vender a las grandes mayorías en lugar de dedicarse exclusivamente a una clientela pequeña y selecta.

Los dioses del marketing llaman a este fenómeno “la democratización del producto”.

Don Francisco lo ha conseguido, tiene una red estratégica de más de 80 supermercados desplegados por todo el país que vende al 1% de la argolla dorada, a una raquítica clase media y a la abrumadora mayoría del pueblo salvadoreño que gana menos de 300 dólares al mes.

Karen Yamileth Cordero Quintanilla tiene 23 años de edad. Vive en Mejicanos, un lugar muy populoso al lado de San Salvador, donde la delincuencia se lleva a tres o cuatro salvadoreños por delante cada semana.

En principio, Karen Yamileth Cordero Quintanilla está de acuerdo con el Sr. Calleja Malaina, en que hay que hacer un esfuerzo por vender a las “clases menos favorecidas”, categoría a la que ella pertenecía en la añorada época de las vacas gordas.

Con la crisis, Karen Yamileth fue a parar dos peldaños más abajo. Es decir, Karen Yamileth cayó directamente dentro del hoyo de la pobreza, justo antes de la explosión de la crisis, junto a otros dos millones y medio de salvadoreños que ya estaban ahí. Fue en la primavera de 2008 cuando Karen Yamileth perdió su empleo en las maquilas. La importación China y las complicadas subprimes (hipotecas basuras) en Wall Streeet fueron, en parte, las culpables.

Para entonces, su marido, Toño, ya andaba inestable. En abril de 2009, lo echaron a la calle porque el sector del ladrillo y el cemento también se resquebrajó.

El 14 de Octubre de 2010, Karen Yamileth dijo a su marido que quería ir a almorzar fuera, con los niños, en el restaurante Los Pollitos Dicen del Metrópolis, un potente centro comercial en el corazón de Mejicanos. El marido le respondió que la nueva chamba a medio tiempo en el taller no daba para tanto.

Tenemos 20 dólares y somos cinco, le dijo el marido con pesar en el pecho. Los 20 dólares de Toño eran el resultado de 2 meses de austeridad severa en el gasto doméstico.

No hubo almuerzo fuera en el restaurante ese mediodía. Karen Yamileth sacó la media libra de arroz, untó la cacerola de manteca e hizo gallo pinto abundante para su marido y sus tres hijos.

Sobre las cuatro de la tarde de ese día, Karen Yamileth salió con su familia a tomar el aire por el barrio. De repente, se encontraron delante del Súper Selectos del Sr. Francisco Javier Calleja Malaina, situado en la 5ª Avenida Norte y el inicio de la Segunda Calle Poniente, en Mejicanos, donde estaba aquel cine, el mítico cine Astor.

Voy a ver qué encuentro, le anunció a su marido.

Karen Yamileth entró por la puerta acorazada de metal del Súper Selectos e inmediatamente inspeccionó los dos carriles centrales en busca de alguna oferta que le llamara la atención.

Luis Alonso Rivera Pérez, guardia de seguridad privada del local, le echó el ojo y olfateó sospecha en la mujer desde el principio.

Volale ojo a esa vicha, le dijo a Marta Elizabeth Mejía, su compañera de trabajo.

En el menor descuido, zas, Karen Yamileth, se embolsó un paquete de pasta dental. En la siguiente vuelta, alargó la mano izquierda y, faz, pescó una cajita de café instantáneo descafeinado.

En la tercera vuelta, Karen Yamileth torció disimuladamente hacia la zona de verduras. A medio metro del montón de repollo, le salieron al paso Luis Alonso Rivera Pérez y Marta Elizabeth Mejía.

Acompáñanos, le dijeron.

Karen Yamileth se puso nerviosa y dio media vuelta hacia la caja registradora.

Los dos guardias de seguridad la aprensaron a dos metros de la caja registradora en el extremo izquierdo del local y le sacaron del bolso el café y la pasta dental que había extraído de las estanterías sin aparente intención de pasar por caja, justo el lugar preciso hacia donde se dirigía.

Los guardias de seguridad forzaron a la sospechosa a abandonar la zona de pago y la condujeron a la parte trasera del local.

Antes de llegar a la zona de descarga, los guardias y la sospechosa giraron a la derecha, hacia un lugar oscuro.

La muchacha empezó a descomponerse. No había ventanas, ni ventilación, ni señalización de peligrosidad, en aquel sitio, sólo un tablero de palancas eléctricas, donde sobresalía a la vista un cable gordo de color rojo, aparentemente de alta tensión.

Estabas robando ? le comunicaron.

Toño, que vio, desde la entrada principal del local, cómo su mujer se perdió en los pasillos traseros del Súper Selectos de Mejicanos, reaccionó como pudo. Se sacó del bolsillo el preciado billete verde que había ahorrado durante dos meses. Tomá, vaya, vaya allá, le ordenó a Cecilia, su hija de 7 años.

La pequeña, vestida con una blusa azul, se abrió camino por el Súper Selectos hasta situarse delante de la puerta del cuarto oscuro donde su madre estaba siendo detenida. Toño se quedó delante del Súper Selectos cuidando a sus otros dos hijos.

Vaya, aquí están los 20 dólares, dijo Cecilia, con una voz temblorosa, a Luis Alonso Rivera Pérez, cuando éste se asomó a la puerta. El guardia de seguridad giró la vista hacia abajo, exploró rápidamente el cuerpecito de la criatura y, a continuación, le soltó una colleja en la parte trasera de la cabeza, de aquellas que propinaban los maestros de antaño a los niños mal portados de clase.

La joven Cecilia dio la vuelta en busca de su padre y sus dos hermanos con un lagrimón de cocodrilo resbalándosele por las mejillas.

Toño y sus tres hijos quisieron entrar al Súper Selectos a ver cómo lo llevaba Karen Yamileth en el cuarto oscuro.

Fue ahí donde apareció doña Gloria Elizabeth González González, la gerente de Súper Selectos.

No pueden entrar, está detenida, les informó con una voz correcta, pero muy estricta.

En ese momento el cuarto oscuro se iluminó. Instantes después, los guardias de seguridad revoloteaban por los pasillos en medio de la oscuridad.

Karen Yamileth murió electrocutada dentro de las instalaciones del Súper Selectos de Mejicanos en San Salvador, sobre las 5 y media de la tarde del jueves 14 de octubre de 2010.

La noticia apareció y desapareció misteriosamente de algunos medios de comunicación. Libertad de expresión, derecho a la información, compromiso con la sociedad, noticias de verdad, uno publica en El Salvador lo que le da la gana bajo estos conceptos.

¿Dónde están los blogueros del pueblo? muerde en la nariz una reconocida poeta. La historia es demasiada tremenda para que pase desapercibida bajo cualquier criterio, moral, periodístico o puramente mediático.

Hechos insólitos e impactantes, como éste, ocurren muy pocas veces en nuestro país, aun así, una vez más, hemos sido testigos de que, efectivamente, el clientelismo tiene mucho más peso en la agenda informativa de nuestros medios de comunicación que la verdad trágica de una madre que muere misteriosamente electrocutada en un Súper Selectos.

“No podría ser de otra manera, El Grupo Callejas, dueño de la Cadena Súper Selectos, es uno de los principales clientes de los medios de comunicación salvadoreños” dice mi estimado tocayo don Manuel con esa ironía tusca que le caracteriza.

“La vida hay que vivirla al máximo. Todos los días están llenos de pequeños momentos que nos llenan de alegría y que nos hacen recordar que la felicidad está donde menos la esperamos”. Buenos Días, Súper Selectos.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

Planes de Posicionamiento disponibles en Cherada.net

Author: admin

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