El secreto para adelgazar no está (solo) en crear déficit calórico

Nuevas claves para adelgazar rápido y sin sufrir: el descubrimiento que lo cambia todo

Los resultados de un ensayo publicado en plena pandemia  en el New England Journal of Medicine son más que prometedores: la posibilidad de adelgazar con ayuda de medicamentos y sin acudir sólo al recorte de calorías es hoy una realidad.

Toma nota de estos nombres: Ozempic y Rybelsus pues son los nombres comerciales del medicamento que responsable de la “magia” y que vale la pena conocer mejor.

Lo cierto es que hasta hace poco tiempo, los medicamentos para adelgazar gozaban de mala fama… y la mayoría de los profesionales insistían en la reducción de la ingesta de calorías y el aumento de la actividad física como única forma de reducir peso.

Pero afortunadamente, las investigaciones han avanzado, porque no todos las personas son capaces de sostener un déficit calórico en el tiempo y –por ejemplo- otras personas con problemas de movilidad simplemente no pueden incrementar actividad física.

El resultado de esas investigaciones trae como consecuencia la entrada en escena de otras pastillas adelgazantes, que iluminan las esperanzas de millones de obesos alrededor del mundo.

Estos increíbles resultados,  vienen de la mano de un antidiabético «todoterreno», la semaglutida, capaz de determinar una reducción de hasta el 20 por ciento del peso corporal inicial.

Un resultado hasta ahora nunca alcanzado por las otras moléculas utilizadas en la lucha contra los kilos de más y observado sólo en los pocos pacientes que han tenido la posibilidad de someterse a una cirugía bariátrica.

¿Y cómo ha sido descubierto? Pues bien, en los hechos el medicamento existe hace tiempo, y era más conocido simplemente como un “antidiabético”, esto es  una medicación utilizada para bajar el azúcar en la sangre.

Pero, los investigadores comenzaron a observar y comprobar que este medicamento era capaz de promover la pérdida de peso al actuar sobre los centros del hambre y la saciedad lo que se tradujo en lo que suele llamarse un punto de inflexión: un nuevo enfoque que se traduce ni más ni menos en la esperanza de poder tratar la obesidad a través de un fármaco.

Hoy por hoy, la palabra esperanza comienza incluso a quedar pequeña, porque las observaciones que se registran en los estudios y ensayos son reveladores: si bien la obesidad sigue siendo una enfermedad crónica (a la par de la hipertensión y la diabetes), el fármaco podría formar parte próximamente del arsenal terapéutico con el que tratarla.

En primera instancia, la semaglutida podría ser útil  sobre todo en pacientes con un índice de masa corporal (IMC) entre 30 y 40. Para las condiciones más severas de obesidad, sin embargo, por el momento el abordaje más efectivo seguiría siendo el quirúrgico.

Los estudios revelan que la pérdida de peso más importante suele observarse en los primeros seis meses, pero en realidad a los 60 días uno se da cuenta de si la terapia con semaglutida funciona o no en ese paciente.

Como todo medicamento, deben hacerse ajustes de dosis y frecuencia de administración, pero una vez hallado el punto correcto, el tratamiento está destinado a durar toda la vida, posiblemente con fases en las que se podría reducir la dosis de la molécula.

La buena noticia entonces, está en constante desarrollo: existen otras pastillas adelgazantes que abren una luz de esperanza y realmente vale la pena probar, siempre –por supuesto- bajo supervisión médica.

 

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