10 Razones de sobra Por Qué Jehovah (Yahveh) SÍ es Extraterrestre

El pueblo de Israel en la actualidad es una especie de anacronismo histórico. Y al decir esto de ninguna manera lo estoy diciendo en un tono peyorativo contra Israel.

[postpic=center]142003[/postpic]

Por [url=http://cherada.com/blogs/s/freixedo.html]Salvador Freixedo

Sencillamente, señalo un hecho extraño en la historia; no es el único hecho extraño en la historia que no ha dejado de intrigar a muchos pensadores y que de hecho ha sido la causa de cientos de libros. En este capítulo lo único que haré será seguir a rasgos generales Ia historia y los hechos de este pueblo a lo largo de los siglos, sino únicamente los reseñaré sin juzgarlos y trataré lo más posible de conservar la neutralidad de tantos juicios encontrados como este pueblo ha merecido a lo largo de su prolongada y fecundísima historia.

En otro capítulo, trataré de enjuiciar a la luz de la ovnística, todos los hechos que se reseñen en este capítulo; y no será hasta el fin del libro cuando me atreva a hacer algún juicio sobre la existencia y los hechos del pueblo judío.

A Israel le pasa lo contrario que a muchas naciones modernas: éstas llegaron a los principios de este siglo, ya perfectamente constituidas y con una sólida cohesión cultural lingüística y mental; sin embargo, sus orígenes fueron mucho más recientes y mucho menos precisos que los de Israel; la mayor parte de ellas tardaron siglos en hacerse y no lo lograron sino después de mil batallas entre señores feudales o pequeños reinos vecinos.

A Israel, sin embargo le sucede lo contrario; llegó al principio de este siglo con todos sus hijos diseminados por el mundo y sin ser en realidad, una nación siendo así que su origen es mucho más antiguo que el de cualquier nación de avanzada, y no se encuentra difuminado en la historia ni hay que entresacarlo de luchas y rivalidades de personajes que se disputaban el poder en el naciente país.

El origen de Israel tiene un nombre claro e indiscutible: Abraham; él fue el que comenzó lo que años más tarde llegó a ser el pueblo judío convertido hoy en la nación de Israel. El comienzo del capítulo 12 del libro del Génesis es todo un documento constituyente para el pueblo judío: “Y te dijo el Señor a Abraham: “sal de tu tierra y de la casa de tus padres y dirígete a la tierra que yo te buscaré.

Y yo haré de ti una gran nación y te bendeciré””.

Y un poco más tarde, en los versículos 15 y 16 del capítulo 13 del mismo libro del Génesis: “Porque yo te daré toda esta tierra que estás viendo a ti y a tu descendencia para siempre; y yo haré tu descendencia tan abundante como el polvo de la tierra”.

La fe de Abraham y de sus descendientes en estas palabras “te haré” “te daré” “te guiaré” fue la que en definitiva, cerca de 4000 años más tarde, constituyó la Nación de Israel.

Abraham, tal como Yahvé le había dicho, abandonó la casa de su padre, y junto con Sara, su mujer, todos sus rebaños, sus esclavos y pertenencias se dirigió hacia lo que hoy es Palestina.

Aunque el que quiera hablar de Israel, tiene necesariamente que hablar mucho de Abraham, ya que como dijimos, él es el fundador indiscutible de la nación, sin embargo, ahora dejaré muchos de los pormenores de su vida ya que lo que en realidad nos interesa es la vida o historia de Israel como pueblo, y no precisamente la de su fundador, por muy importante que ésta sea. Pero por otro lado, no puedo dejar de reseñar, por la importancia que esto tiene para la tesis de nuestro libro, el trato tan continuo y tan inmediato que Abraham tenía con Yahvé; esto lo haré un poco más adelante en el capítulo que le dedique a Yahvé.

Abraham tuvo un hijo llamado Isaac y éste tuvo dos hijos: Esaú, el primogénito, y Jacob, otro de los fundadores del pueblo de Israel, se valió de un medio de dudosa moralidad para obtener de su padre Isaac la bendición que por derecho le correspondía a su hermano Esaú; una manera torcida de actuar que el pueblo cristiano (con mayor o menor justicia) ha seguido achacándole después de muchos siglos a los descendientes de Jacob.

Jacob tuvo 12 hijos que fueron los que más tarde dieron lugar a las 12 tribus de Israel.

Uno de estos hijos, José, tras numerosas vicisitudes, llegó a ser el ministro más importante de 23 la corte del Faraón en Egipto. Desde su encumbrada posición, hizo venir a su padre y a todos sus hermanos y los instaló en la tierra de Egipto en donde pasados los años y tras varias generaciones, prosperaron y se hicieron tan fuertes que el Faraón que entonces reinaba, temió que los israelitas pudiesen llegar a ser una amenaza para su reino. He aquí cómo nos lo cuenta el Libro del Éxodo en el capítulo 1: “Entretanto, se alzó sobre Egipto un nuevo rey que nada sabía de José, y por ello le dijo a su pueblo: “Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y más fuerte que nosotros; tomemos pues precauciones, no sea que siga multiplicándose y en caso de venir sobre nosotros una guerra, se asocie él a nuestros enemigos para combatirnos y salga después del país”. Por lo cual, pusieron sobre Israel inspectores que los vigilasen en sus trabajos con el fin de oprimirlos con más cargas”.

Es entonces cuando hace su aparición Moisés, como líder de su pueblo en Egipto.

MOISÉS[/h3]

La historia de Moisés es por demás interesante en este estudio ya que él fue el mayor exponente y representante del pueblo hebreo ante Yahvé. Su aparición en la historia es ya un poco sospechosa; aparece escondido en una cestilla entre los juncos del río y allí lo descubre nada menos que la hija del Faraón. Es cierto que la Biblia nos explica la razón de esta extraña manera de aparecer en escena, pero sinceramente no deja de infundirnos sospechas, además de que se parece demasiado a la aparición en el mundo de otros personajes extraños de la historia.

En el fenómeno Ovni, es frecuente que los contactados hablen de cambios de niños al nacer, hechos por los “extraterrestres”, y en general de raras maniobras con los infantes. Dejo esto como una observación de pasada, sin darle demasiada importancia, pero quiero que el lector caiga en la cuenta de que pequeños detalles paralelos como éste nos han de ir saliendo al paso constantemente.

Ya tenemos a Moisés como único líder de su pueblo, logrando forzar al Faraón a que deje salir al pueblo hebreo de Egipto. A partir de este momento, y aun desde antes, lo vemos entrar en una intimidad con Yahvé, que hace de él un líder muy singular en la historia. En realidad, no da un paso sin consultar con su jefe suprahumano y en realidad, su jefe le dice al pormenor todo lo que debe hacer, sin olvidar detalles tan poco “sobrenaturales” como son el que tendrá que degollar a tal o cual persona y a tal o cual pueblo, sin dejar a nadie vivo.

Moisés siguió al frente de su pueblo todavía por muchos años como líder indiscutido y si alguna vez algún audaz intentó discutírselo, lo pagó muy caro. Yahvé no quería un intermedio entre él y Moisés, ni mucho menos sustitutos.

La intervención sobrehumana durante su tiempo de liderazgo es algo que raya los límites de lo increíble. Cuando Yahvé o uno de sus mensajeros no intervenía directamente, entonces era el mismo Moisés el que usaba las cualidades extraordinarias y los poderes psíquicos que el mismo Yahvé le había dado.

Hace unos años oí esta anécdota que sintetiza lo que estoy diciendo: Llegó un niño a su casa y comenzó a contarle a su mamá lo que estaban aprendiendo en la escuela en la clase de Historia Sagrada: – Mamá, la monja nos contó como había sido la huida de los israelitas de Egipto: al llegar al mar, inflaron unos lanchones de goma, e hicieron un puente por encima de ellos en menos de diez minutos. Al mismo tiempo desde la retaguardia les lanzaban rayos láser a los egipcios que los venían persiguiendo.

La mamá lo oía embelesada y pasmada al mismo tiempo – Y Moisés -proseguía el muchachito- dirigía toda la operación desde un helicóptero.

– Pero nene, yo no creo que te hayan contado así la huida de los israelitas de Egipto.

Yo creo que todo esto lo estás inventando tú.

– Bueno mamá, la verdad es que yo te lo estoy contando a ti para que lo entiendas; porque si te lo cuento como nos lo contó la monja, tú no crees nada.

Y en realidad, así es. Muchas de las historias de Moisés que leemos en el Pentateuco son de no creerse. Y aquí es donde entra la ovnilogía al rescate de la credibilidad de la Biblia. El que conoce muchos de los hechos perpetrados por los tripulantes de los ovnis en nuestros tiempos, no se admira tanto, cuando lee las cosas que Moisés nos cuenta en el Génesis, el Éxodo o en el Deuteronomio.

Sobre este tema, es decir sobre la intervención sobrenatural o superhumana en la huida de los israelitas de Egipto, ya se ha escrito mucho, tanto desde el punto de vista religioso, como desde el punto de vista ovnístico. Sobre este último punto de vista, se han escrito libros específicos como el titulado The Bible and the Flying Saucers, pero en autores como Misraky, Danyans, Drake, García Rivas, Blumrich, etc. se pueden encontrar capítulos enteros dedicados a este tema.

La famosísima nube de la que nos habla Moisés y que tan extrañas cualidades tenía, no sólo guió a los israelitas en sus largas andanzas durante 40 años por el desierto, sino que todavía siglos más tarde después de la muerte de Moisés, la vemos aparecerse en alguna ocasión en que el pueblo hebreo pasaba por circunstancias especiales o peligrosas. Volveremos más tarde a hablar de “la Nube”.

En cuanto al fin de Moisés, se fue de este mundo tan extrañamente como había venido.

Entre los hebreos quedó como una tradición que la tumba de Moisés nadie sabía dónde estaba.

En el reciente libro de Faber Kaiser Jesús vivió y murió en Cachemira, nos encontramos con la tumba de Moisés en aquellas lejanas regiones del norte de la India y guardada extrañamente por pueblos judíos que al parecer hace tiempo perdieron la conexión con sus compañeros de Palestina.

Sea lo que sea de esta extraña ubicación de la tumba de Moisés, he aquí lo que la propia Biblia nos dice de la muerte del gran líder del pueblo hebreo: (Deut. 34,5) “Allí murió Moisés, siervo de Yahvé, en el país de Moab, según lo había dispuesto Yahvé. Y el mismo Yahvé lo enterró en un valle, frente a BetFegor; y nadie hasta hoy ha sabido dónde está su sepulcro. Tenía 120 años cuando murió y no se había ofuscado su ojo ni había perdido su vigor”.

Da la impresión de que Yahvé arrebató a Moisés de entre su pueblo si no de una manera violenta, como en el caso de otros personajes bíblicos, por lo menos de una manera algo extraordinaria, lo cual puede suponerse cuando vemos en la Biblia el extraño detalle de que el mismo Yahvé fue el que lo enterró.

[postpic=center]142003[/postpic]

Vista del monte Sinai en donde hace aproximadamente 3300 años sucedieron unos extrañísimos fenómenos que habían de tener una enorme repercusión en la historia de la humanidad. El panorama circundante ha cambiado muy poco desde entonces, y hoy, como en los tiempos de Moisés, pacen en sus laderas y alrededores pequeños rebaños de ovejas y cabras.

YAVHE[/h3]

Antes de seguir adelante con este recuento somero de Ia protohistoria de Israel reflexionemos un poco sobre la enigmática personalidad de este extraño personaje que la Biblia llama Yahvé, y a quien nos presenta no sólo como al líder sobrenatural de los judíos, sino al Dios único del universo. En realidad, para ser el Dios único del universo, actúa de una manera bastante extraña. Si se nos presentase como el dios particular de los hebreos, algo así como un espíritu superior a cuyo cargo estuviese el guiar al pueblo israelita en su peligrosa jornada por el desierto, no tendríamos mayor dificultad en admitirlo, aunque para ello tuviésemos que perdonarle ciertos defectos bastante chocantes en un espíritu superior; pero si no sólo eso, sino que se nos quiere presentar como el Dios de todo el Cosmos, de cuyo poder creador salieron todas las galaxias y bajo cuyo gobierno está toda la infinidad del universo, entonces ciertamente la inteligencia humana se resiste violentamente a admitirlo.

No nos podemos imaginar fácilmente a Dios enterrando a un hombre que por muy importante que haya sido para el pueblo de Israel, sin embargo, es una insignificancia, si se compara con la millonada de hombres y mujeres que han constituido a lo largo de los milenios la raza humana.

Yahvé significa “el que es” y es un nombre que El se dio a sí mismo cuando Moisés le preguntó (Ex. 3,14) cómo se llamaba. Es una respuesta que está muy de acuerdo con las respuestas superficiales y en cierta manera displicentes que los “extraterrestres” de hoy les dan a los contactados.

Por muchos años en vez de Yavhé (Yahvéh o Yahweh) se usó el nombre de Jehová, debido a que los hebreos de ordinario no escriben más que las consonantes omitiendo Ias vocales, y esto dio pie al error de creer que el nombre era Jehová en vez de Yahvé. Las consonantes del nombre de Dios eran Y (o J) H, V (o W) y H; es decir YHVH o JHVH; al desconocerse cuáles eran las vocales que había que poner entre estas consonantes (porque los hebreos evitaban el pronunciar el nombre de Dios, llegando a perderse cuál era su verdadera fonía) cuando se intentó hacerlo, se cometió el error de poner las vocales E, O, A que dieron origen al nombre de Jehováh, pero que en realidad no correspondían al nombre con el que Dios se había llamado a sí mismo.

(A pesar de estas razones, admitidas ya hoy día por todos los estudiosos de la Biblia, alguna secta religiosa sigue usando el nombre de Jehová aduciendo para ello una razones que son tan válidas como algunas de las creencias típicas de la secta; en ésta y en aquéllas se puede ver claramente confirmada gran parte de la tesis de este libro. Si los Testigos de Jehová estudiasen con ánimo imparcial la historia de los Adventistas, probablemente descubrirían cual es la verdadera raíz de sus propias creencias. Pero el fervor religioso no es precisamente un gran alentador del recto uso de la razón).

LOS ELOHIM [/h3]

Yahvé no es ni mucho menos el único nombre que usa la Biblia para designar a Dios. El primer nombre y el más abundante (2500 veces) que la Biblia usa para designar a Dios es Elohim que, curiosamente es plural y viene a significar los fuertes o poderosos. Este plural usado por un libro cuyo principal objetivo es la difusión de la idea de que hay que adorar un solo Dios, en contraposición a los muchos dioses que había en los pueblos vecinos, es algo que a un observador sin prejuicios tiene que llenarle de asombro.

Tanto en el Génesis como en los demás libros que componen el Pentateuco, nos encontraremos muchos otros hechos tan asombrosos como este y que sin embargo, siempre han sido pasados de largo y tomados muy a la ligera por los comentaristas de la Biblia. Hay que reconocer que son versículos muy incómodos en cuanto a su interpretación, y que en realidad no encajan con las enseñanzas que el cristianismo ha sostenido durante muchos siglos. Por eso los exégetas o los especialistas de la Biblia han preferido pasarlos de largo o sencillamente, ignorarlos. Nosotros, sin prejuicios, trataremos de atenernos a lo que leemos en la Biblia. Por muchas interpretaciones alambicadas y tendenciosas que se hayan querido hacer es un hecho incuestionable que Ia Biblia comienza con estas asombrosas palabras: “Bereshith bara Elohim…” “En el principio, los Poderosos crearon el cielo y la tierra”. Más tarde volveremos sobre estas intrigantes palabras.

Desconocemos cómo fue el primer encuentro de Yahvé con Abraham. Sabemos que fue cuando aún vivía en Ur de Caldea y cuando todavía se llamaba Abram, nombre que posteriormente le fue cambiado por el de Abraham por el mismo Yahvé al igual que a Sarai, su esposa, se lo cambió por Sara. Este detalle del cambio de nombre sigue siendo frecuente en los contactados de hoy.

La primera vez que vemos a Yahvé presentarse en una forma visible, tal como lo hacía después tan frecuentemente con Moisés, nos la narra así el Génesis en el capítulo XV, versículo 17: “Y sucedió que puesto ya el sol, apareció en medio de densas tinieblas un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre los animales divididos (sacrificados por Abraham). En aquel día, hizo Yahvé alianza con Abraham diciendo: “A tu descendencia he dado esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande de Eufrates””.

Las promesas y las bendiciones de Yahvé a Abraham no se referían solamente a su descendencia futura que se convertiría en un gran pueblo, sino que también se dirigían a la descendencia inmediata del mismo Abraham, ya que habiendo llegado a la vejez, no tenía hijos, puesto que Sara, su mujer, era estéril, y esto en la mentalidad de aquellos pueblos de régimen patriarcal era considerado como una gran desgracia. Yahvé le prometió, pues, a Abraham que a pesar de su edad y de la de su esposa, tendrían un hijo, y con esto hizo algo que suele repetirse hoy a menudo en aquellas personas que han sido contactadas por los llamados extraterrestres: éstos suelen, con mucha frecuencia, prometer descendencia a los contactados o entrometerse en problemas familiares. Conozco unos cuantos casos de contactos a los que sin venir a cuento y sin que ellos hubiesen hechos petición ninguna a los “extraterrestres”, éstos les dijeron: “dentro de X tiempo, tendrás un hijo” y muchas veces en circunstancias en las que no era lógico que tal cosa sucediera. Conozco un caso en el que un visitante “extraterrestre”, dirigiéndose al jefe de la familia le dijo (señalando a un patio interior dentro de la casa): “Veo allí a dos niños jugando dentro de 2 años”; efectivamente, al cabo de 2 años los gemelos que nacieron en aquella familia, acostumbraban a jugar en aquel pequeño patio.

La gran prueba que Yahvé le puso a Abraham fue la de exigirle la vida de su hijo Isaac, que había sido concebido de una manera casi extraordinaria, gracias a la intervención del mismo Yahvé. Indudablemente esta petición de Yahvé tuvo que constituir para Abraham un terrible suplicio, no sólo por tratarse de la vida de su hijo sino porque seguramente tuvieron que venir a su mente grandes dudas acerca de la bondad y aun de la cordura de aquel “dios” que le mandaba cosas tan absurdas y tan contradictorias.

Pero esto es sólo el comienzo de la manera de actuar de este Yahvé al que veremos haciendo las cosas más extrañas a lo largo de todo el Pentateuco y de toda la Biblia.

Abraham superó la terrible prueba y esto mereció que Yahvé le asegurase con un solemne pacto, que El bendeciría de una manera especial a toda su descendencia.

VENGATIVO[/h3]

Siguiendo adelante con las cualidades de Yahvé, lo encontramos demasiado temperamental y vengativo como para poder reconocer en El al Dios del Cosmos.

Moisés, como humano que es, tiene algunas flaquezas de vez en cuando y como inteligente que es, se permite a veces extraña de actuar de su protector. Pero éste, en vez de perdonar, como sería lógico en un Dios todopoderoso, se la guarda durante 40 años y al fin de ellos, se da el gusto de enseñarle desde un monte la Tierra Prometida, pero en castigo a sus dudas, no le deja entrar en ella.

No podemos evitarlo, pero esto nos huele a rencor y venganza, cosas que desdicen mucho de todo un Creador.

En cierta ocasión, harto el pueblo de comer siempre la misma comida (el maná) le pidió a Moisés que les diese carne. Moisés le comunicó los deseos del pueblo a Yahvé; entonces “encendióse la ira de Yahvé en gran manera por la petición de Moisés” y con furia le dijo: “Pues comeréis carne ya que habéis llorado a los oídos de Yahvé, diciendo que os diera carne para comer. Ahora Yahvé os dará carne para comer: la comeréis no sólo un día, ni dos, ni cinco, ni veinte, sino la habréis de comer durante iodo un mes hasta que os salga por las narices y os cause repugnancia”. (!!) Si esto es Dios, indudablemente es un Dios muy cascarrabias.

Yahvé cumplió su promesa. Comenzó a soplar un viento extraño que venía del mar y el cielo empezó a oscurecerse por Ia cantidad de codornices que se venían encima del campamento de los israelitas; volaban a una altura muy baja según nos dice la Biblia y caían desparramadas por todo el campo. El pueblo estuvo recogiéndolas con toda facilidad durante todo el día y toda la noche y al día siguiente. Nos dice la Biblia que el que menos recogió, obtuvo una buena cantidad, y las pusieron a secar, después de matarlas, en los alrededores del campamento. Por supuesto, que se dieron un gran festín de carne, tal como había sido su petición a Moisés; pero oigamos el final del episodio tal como nos lo cuenta Moisés en el libro de los Números (11, 33).

“Todavía tenían la carne entre sus dientes y no habían aún acabado, cuando la ira de Yahvé se encendió contra el pueblo y los hirió con una plaga muy grande. Y fue llamado aquel lugar Quivrot-hat-Taavá porque allí enterraron a la gente codiciosa de carne”.

Episodios tan poco edificantes como este y sobre todo, hechos por el Dios todopoderoso, “paciente, benigno y misericordioso” abundan en todo el Pentateuco y en cierta manera, en toda la Biblia. Yahvé ordena matanzas humanas con una facilidad pasmosa; matanzas inmisericordes, fanáticas y totalmente desprovistas de justicia, de humanismo y de caridad, en las que no quedaba andante piante ni mamante.

Y esto no sólo entre los enemigos (cuyo pecado era haber llegado antes a aquella tierra y estar ya establecidos en ella) sino contra su mismo pueblo: “Entonces Moisés, viendo al pueblo desenfrenado, se puso a la puerta del campamento y gritó: “A mí los de Yahvé”. Y se reunieron con él todos los hijos de Leví. Y les dijo: “Así dice Yahvé el Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo y pasad por el campamento de puerta en puerta, matando cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente”. Hicieron los hijos de Leví lo que Moisés les había mandado y perecieron en aquel día unos tres mil hombres del pueblo. Y dijo Moisés: “Hoy os habéis consagrado a Yahvé, cada uno contra su hijo y su hermano y por ello recibiréis bendición”” (Ex 32, 38 y sig.) Semejante barbaridad es comentada de la siguiente manera en una nota de la Biblia de Mons. Straubinger: “Este acto de celo por la gloria de Dios, aseguró a Ia tribu de Leví el ser la tribu del sacerdocio”. Total, que Yahvé manda, Moisés ejecuta y Monseñor Straubinger canoniza el fanatismo más desenfrenado.

He aquí otra pequeña muestra que desdice mucho de un “Padre misericordioso” como Yahvé gustaba ser llamado: “Cuando tos hijos de Israel estaban en el desierto se encontró a un hombre que andaba buscando leña en día sábado. Los que lo encontraron se lo presentaron a Moisés y a Aarón y a toda la comunidad. Lo pusieron bajo custodia porque no estaba aún determinado qué es lo que había que hacer con él. Yahvé habló a Moisés: “Que muera ese hombre; que lo apedree toda la comunidad fuera del campamento”. Lo sacó toda la comunidad fuera del campamento y lo apedrearon hasta que murió, según había mandado Yahvé a Moisés”. (Núm. 16, 32).

EXIGENTE[/h3]

Tampoco nos podemos imaginar al Dios del universo tan meticuloso ordenando hasta los últimos detalles de Ias vestiduras de los sacerdotes y diciendo cuántos tenían que ser los flecos.

Más bien da la impresión de un viejo neurótico dándole instrucciones a la sirvienta de cómo tiene que colocar los objetos en determinado orden encima de la mesa. Y además quisquilloso y muy exigente: “No ofrezcáis nada que tenga defecto, pues no será aceptado de vuestras manos, o debe tener defecto alguno. Animal ciego o cojo o mutilado o ulcerado o sarnoso o roñoso no presentaréis ante Yahvé ni quemaréis nada de ellos en el altar. Buey u oveja que tenga algún miembro demasiado largo o demasiado corto los podréis presentar como ofrenda voluntaria pero no serán aceptados como cumplimiento de votos. Animal que tenga los testículos aplastados, maja-dos, arrancados o cortados, no lo habéis de presentar a Yahvé. Nada recibiréis de la mano de un extranjero como para ofrecérselo a Dios, porque sus ofrendas son imperfectas y como hay defecto en ellas, no serán aceptadas de vuestras manos”. (Lev. 22, 20 y sig.). Y además de exigente, patriotero.

Aparte de estas cualidades negativas, vemos a un Yahvé errático en su manera de proceder, o por lo menos, poco previsor. El lector puede ver en la página siguiente un mapa esquemático del camino que los israelitas siguieron desde Egipto hasta llegar a la Tierra Prometida. Ciertamente, aquel viaje distó mucho de ser un modelo de planificación. Lo lógico es que los israelitas hubiesen seguido más o menos la línea punteada que va por la orilla del mar, cruzando tierras mucho menos inhóspitas que la estéril y durísima península del Sinaí; y por otro lado, siguiendo esta trayectoria punteada, se hubieran ahorrado muchos cientos de kilómetros.

Sin embargo da la impresión de que Yahvé se deleitó en hacerles pasar toda una serie de tribulaciones durante 40 años cruzando y recruzando las estériles y ardientes llanuras de la península sinaítica. No tenía nada de extraño que de vez en cuando, todo el pueblo se sublevase y dudase de la sabiduría de Moisés, a pesar de que lo veían recibir órdenes de aquella misteriosísima nube que constantemente los dirigía a través del desierto.

Al que me diga que estoy siendo irreverente con Yahvé, escribiendo cosas para hacerlo aparecer despiadado, le diré que no hago sino citar lo que leo en la Biblia y tratar de interpretarlo con mi cabeza usando la lógica que los hombres usamos para juzgar las cosas de este mundo. Si otros hombres en la antigüedad hicieron comentarios y más comentarios a los textos de la Biblia, nosotros en nuestro tiempo, teniendo los mismos textos y teniendo poco más o menos la misma cabeza que ellos, también tenemos derecho a hacer algunos comentarios, con la ventaja de que tenemos mucho más tiempo transcurrido para poder juzgar de la veracidad o falsedad de muchas de Ias profecías y bendiciones que vemos en los textos.

Además mi reacción a la manera de actuar de Yahvé no es tan descabellada cuando veo que el mismo Moisés en ocasiones reaccionaba de una manera semejante: “El pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yahvé (en el desierto) y Yahvé lo oyó. Se encendió su ira y ardió un fuego de Yahvé entre ellos y devoró un extremo del campamento… los hijos de Israel volvieron a sus llantos diciendo ¿quién nos dará carne para comer?… Se irritó mucho la ira de Yahvé y a Moisés le pareció muy mal y le dijo a Yahvé: ¿”Por qué tratas mal a tu siervo?… Si vas a tratarme así, mátame, por favor…para que no vea ya más mi desventura””. (Núm. 11, 1)

CELOSO[/h3]

De las cosas que más enfurecían a Yahvé era que los israelitas prestasen oídos a otros dioses. No se puede negar que era celosísimo y que en muchas, ocasiones, dio tremendos castigos a su pueblo cuando éste, influido por los pueblos a los que conquistaba o con los que se encontraba en su camino, admitía alguno de sus dioses.

“No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahvé se llama Celoso y es un Dios celoso”, les decía a los hebreos. (Ex. 34,14) Sin embargo, por otro lado, no nos podemos explicar cómo siendo tan celoso de su honra era en algunas otras ocasiones tan respetuoso con los derechos de los otros dioses, admitiendo en cierta manera su existencia. Copiaré este curiosísimo texto del que ya me he hecho eco en alguna otra ocasión: “Dijo Yahvé a Moisés:… He aquí el rito según el cual entrará Aarón en el Santuario… Tomará dos machos cabríos y presentándolos ante Yahvé a la entrada del Tabernáculo de la reunión, echará sobre ellos las suertes para saber cuál es para Yahvé y cuál para Azazel. Aarón hará acercar el macho cabrío sobre el que recayó la suerte de Yahvé y lo ofrecerá en sacrificio por el presentará vivo ante Yahvé para hacer la expiación y lo soltará después para Azazel” (Lev. cap.

16) Lo que uno no se puede explicar es que este Azazel, según los comentaristas de la Biblia, era un ser demoníaco que moraba en los lugares desérticos circundantes. A lo que parece Yahvé le respetaba sus derechos. Para los comentaristas, al igual que siempre, no hay problema ninguno en el texto; leemos en la Biblia de Jerusalem “el rito de la suelta del macho cabrío tiene un carácter arcaico”. Y no hay más explicaciones.

LA “NUBE” Todavía hay otro aspecto interesantísimo en la manera de actuar de este Yahvé enigmático: sus variadas formas de presentarse ante Moisés, de las cuales la más ordinaria era la forma de nube durante el día y de una columna de fuego resplandeciente durante la noche: Citamos de la Biblia: Extrañas nubes como éstas han sido vistas en muchas ocasiones. Elias podrían darnos una idea de cómo lucía la nube, cuando se detenia encima del Tabernáculo.

“E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarles en el camino y durante la noche en una columna de fuego para alumbrarlos a fin de que pudiesen marchar de día y de noche. La columna de nube no se retiraba del pueblo durante el día ni la columna de fuego de noche”. (Ex. 13, 20, 22)

[postpic=center]142004[/postpic]

Extrañas nubes como éstas han sido vistas en muchas ocasiones. Elias podrían darnos una idea de cómo lucía Ia nube, cuando se detenia encima del Tabernáculo.

Las alusiones a esta misteriosa y desde el punto de vista de la ovnística, interesantísima nube, son abundantísimas en todo el Pentateuco. Copio del Libro de los Números en el capítulo IX versículo 15: “El día en que erigió la Morada, la nube cubrió la morada y la Tienda del Cuando se levantaba la nube de encima de la tienda, los hijos de Israel levantaban el campamento y en el lugar en que se paraba la nube, acampaban los hijos de Israel. A la orden de Yahvé partían los hijos de Israel y a la orden de Yahvé acampaban.

Quedaban acampados todos los días que la Nube estaba parada sobre la Morada. Si se detenía la nube muchos días sobre la Morada, los hijos de Israel cumplían el ritual del culto de Yahvé y no partían. En cambio si la Nube estaba sobre la Morada sólo de la noche a la mañana y por la mañana se alzaba, ellos partían. Si estaba un día y una noche y luego se elevaba, ellos partían. Si, en cambio, se detenía sobre la morada dos días, o un mes o un año, reposando sobre ella, los hijos de Israel se quedaban en el campamento y no partían; pero en cuanto se elevaba partían a la orden de Yahvé acampaban y a la orden de Yahvé movían el campamento”.

Sobre esta rara nube que servía de vehículo a Yahvé, se podrían escribir muchas páginas.

El Pentateuco habla de ella en muchas ocasiones y siempre la presenta como algo perfectamente real y visible por todo el pueblo.

Naturalmente, siendo la morada de Yahvé, esta nube se comportaba muy diferente a las otras y en cierta manera daba la impresión de tener inteligencia; el pueblo le tenía un enorme respeto, aparte de por ser la morada de Yahvé, por lo drástica que era en su manera de actuar con los que no se atenían a los preceptos de Yahvé: “Yahvé habló a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, que habían muerto por acercarse (indebidamente) a Yahvé (es decir a la nube). Dijo Yahvé a Moisés: “Di a tu hermano Aarón que no entre nunca en el santuario que está tras el velo, ante el propiciatorio que está encima del arca, no sea que muera; pues yo me hago ver en forma de nube encima del propiciatorio”” (Lev. 16,1).

Como podemos ver, acercarse imprudentemente a “la Nube” conllevaba el mismo peligro que hoy conlleva el acercarse sin las debidas cautelas a un Ovni; las radiaciones que en nuestros días han matado a unos cuantos imprudentes, parece que fueron las causas de la muerte de los hijos de Aarón, y por esa misma razón, Yahvé avisa a Aarón que “no entre nunca en el santuario no sea que muera”.

Y muy bien puede esa haber sido también la razón por la que Yahvé le dijo a Moisés cuando éste se acercaba siendo todavía pastor a ver qué era aquella luz que veía flotando en medio de la zarza: “¡No te acerques! y quítate las sandalias de tus pies”. (Ex. 3,5).

-Pero para que el lector tenga todavía una idea más clara de esta rarísima “nube” y de lo compenetrado que con ella se hallaba Yahvé, copiaré otro texto más del libro del Éxodo, de entre los muchos que hacen referencia a la nube en el Pentateuco: “Dijo Yahvé a Moisés: “Mira, voy a presentarme a ti en densa nube para que el pueblo me oiga hablar contigo y así te dé crédito para siempre… A lo que hoy llamamos -naves nodrizas” (Ovnis de forma alargada y frecuentemente de gran tamaño, los romanos les llamaban “trabes” (vigas), a falta de un mejor término de comparación. El grabador del siglo XVI, no pudiendo imaginárselo de otra manera, plasmó asi lo que leía en los textos antiguos. Por ingenua que nos parezca esta ilustración del fenómeno, podemos observar en ella, sin embargo, los mismos rasgos fundamentales que en la “nube” de Moisés y en las naves nodriza de la ovnilogía de hoy: forma alargada (de hecho esto coincide con Moisés, ya que Ia representa como una “columna” que echa fuego), resplandor o llamarada (el texto de este grabado dice: un meteoro desplazándose de sur a norte hizo resplandecer la noche como si fuera día) y un desplazamiento en el espacio.

La nube” por la noche tenía el aspecto de una columna de Fuego… y se ponía en movimiento, todo el pueblo partía a Ia orden de Yahvé.” Haz que se purifiquen hoy y mañana; que laven sus vestidos y estén preparados para el tercer día, porque el día tercero descenderá Yahvé a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí. Deslinda el contorno de la montaña y diles: “Guardaos de subir ál monte y aun de tocar sus laderas, porque todo aquel que toque el monte morirá; pero nadie tocará al culpable sino que éste será lapidado o asaeteado; sea hombre o bestia no quedará con vida. Cuando resuene el cuerno, entonces subirán ellos al monte… Al tercer día ál rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Entonces hizo salir Moisés al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba porque Yahvé había descendido sobre él en forma de fuego; subía humo como de un horno y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés le hablaba y Dios le respondía con el trueno. Yahvé bajó al Sinaí, a la cumbre del Monte; llamó Yahvé a Moisés a la cumbre de la montaña y Moisés subió; dijo Yahvé a Moisés: “Baja y conjura al pueblo, que no traspase los lindes para ver a Yahvé, porque morirían muchos de ellos…”” (Ex. 19, 9 y sig.) Es un largo texto pero está lleno de preciosos detalles para valorar esta nube. Me referiré sólo a tres detalles, a salvo de lo que más tarde diga de otros aspectos que la hacen aún más interesante desde el punto de vista ovnístico.

La nube hacía ruido. Moisés, a falta de otros términos con que comparar los diferentes ruidos que hacía la nube dice que resonaba como un toque de trompeta, añadiendo además que respondía con truenos a lo que Moisés decía y “todo el monte retemblaba”. Los Ovnis en forma de nube o de bolas luminosas que se han visto en la actualidad, también es muy frecuente que hagan ruido, aunque ahora tenemos más términos para comparar el ruido que hacen; son más bien zumbidos altos o graves, a veces es el fragor fuerte que produciría Un reactor pasando a muy baja altura y lo más frecuente que se suele oír son tremendas explosiones (yo he sido testigo muy cercano de una) que hacen creer a mucha gente que el Ovni se ha averiado o desintegrado cuando en realidad no es así. Estas explosiones muy bien podrían ser equiparadas a los truenos de que nos habla Moisés.

A primera vista a más de un lector con mente crítica puede hacérsele extraño que Yahvé llamase desde una nube a Moisés y que Moisés oyese, y más si la nube era tan estruendosa como parece. Sin embargo, en casos modernos que conocemos muy bien (y que en el fondo, según nuestra opinión, son debidos a las mismas causas que actuaban en el Sinaí) estas llamadas se han verificado en unas circunstancias tan adversas como aquéllas y en una forma que podría ser igual. En el pueblecito de Garabandal (Santander, España) se produjeron entre 1961 y 1970 una serie de apariciones de alguien que decía ser San Miguel, a cuatro niñas del lugar; en muchas ocasiones, cuando las niñas estaban cada una en su casa, recibían lo que ellas llamaban “el aviso”, es decir una especie de llamada interna que no sólo era inconfundible sino apremiante, para que subiesen a la montaña (al igual que Moisés) porque allí las estaba esperando “el ángel”; y de hecho así era: cuando llegaban, acudiendo a gran velocidad cada una por su lado, la visión estaba en lo alto del cerro esperándolas. Muchos contactados han sentido estas mismas “llamadas” para que acudan a algún – lugar en donde los “extraterrestres” los están esperando y en muchísimas ocasiones las llamadas no fueron alucinaciones del contactado sino que en realidad cuando llegaron al lugar a donde los citaban (que de ordinario era un lugar apartado y solitario) encontraron al Ovni posado en tierra.

Por último tenemos el detalle tan importante de Ia prohibición tajante que hace Yahvé de que no traspasen los lindes y no se acerquen “porque morirían muchos de ellos”. Ya hemos hablado de las muertes por radiación de algunos imprudentes que se han acercado a un Ovni sin haber sido invitados. En este caso cabría la pregunta de por qué Moisés podía hacerlo sin sufrir ninguna consecuencia. La pregunta ya está en parte contestada con la frase “sin haber sido invitados”; algunos humanos que han entrado en Ovnis, invitados por sus tripulantes, no han sufrido mal alguno. De la misma manera puede ser que a Moisés lo preparase especialmente Yahvé para que no sufriese las consecuencias de la radiación y de hecho algún indicio tenemos de esto cuando leemos en el Éxodo 34, 29: “Bajó Moisés del Monte Sinaí, y cuando bajó del monte con las dos tablas en la mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con Yahvé”. (Luego, hay algo no claramente inteligible sobre un velo que Moisés se ponía sobre el rostro después de haber hablado con Yahvé); y termina así el capítulo insistiendo en lo mismo: “Los hijos de Israel veían entonces que el rostro de Moisés irradiaba…” Muchas personas que se han acercado a un Ovni (sin haber sido invitadas), al poco tiempo sintieron que toda la piel que había estado expuesta a la luz que procedía del Ovni, les ardía y en particular la cara y los ojos; conozco unos cuantos casos en que dichas personas han tenido que ser tratadas en un hospital, observándose un inexplicable tono rojizo en su rostro; y en alguno de estos casos, la persona murió debido, según el parte médico, a una “radiación desconocida”. La tajante prohibición de Yahvé al pueblo de que no subiesen al monte y ni siquiera se acercasen, y sobre todo la de que nadie tocase a los que hubiesen muerto por haber subido (fuesen hombres o bestias) es algo que apunta también a muerte por radiación.

Como el lector puede ver, “la Nube” no es algo que se puede leer de pasada, sino que es una pieza clave en todo este rompecabezas. En un capítulo posterior insistiré aún más sobre esta nube desde el punto de vista de la ovnística; pero desde ahora, puedo decir que estos pasajes del Pentateuco son de lo más interesante y claro que podemos encontrar en todos los libros sagrados en donde se haga referencia a un Ovni.

Estoy seguro de que al que oiga por primera vez estas aseveraciones, tienen que hacérsele extremadamente audaces y aventuradas, sin embargo, para el que conozca a profundidad el fenómeno no hay duda absolutamente ninguna de que la columna de Moisés era un tipo de ovní que se ha visto en muchas ocasiones en nuestros días y del que hay fotografías; tanto en forma de columna de humo o nube durante el día como de columna resplandeciente de noche.

YAHVÉ EN FORMA HUMANA[/h3]

Sin embargo hay otra forma de presentarse Yahvé que es menos conocida, pero tan interesante o más que Ia anterior: la forma humana.

Leamos este relato del Libro del Génesis en el capítulo XVII versículo 1: “Apareciósele Yahvé a Abraham en el encinar de Mambré, mientras estaba él sentado a la entrada de la tienda durante el calor del día. Alzando los ojos miró y he aquí que estaban delante de él tres varones. Tan pronto como los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de su tienda, y postrándose en tierra, dijo: Señor mío, si he hallado gracia a Tus ojos, Te ruego no pases de largo ante tu siervo. Permitid que traiga un poco de agua para que os lavéis los pies y descanséis debajo del árbol”.

Y continúa un poco más adelante en el capítulo 8: “Levantáronse de allí los varones y se dirigieron hacia Sodoma y Abraham los acompañó para despedirlos. Entonces se dijo Yahvé ¿He de encubrir a Abraham lo que voy a hacer? Dijo pues Yahvé: El clamor de Sodoma y el dolor es grande y sus pecados son extraordinariamente graves. Bajaré para comprobar si han hecho realmente el clamor que ha llegado hasta mí, y si no es así, lo sabré”. Partieron desde allí los varones y se encaminaron hacia Sodoma, más Abraham permanecía todavía en pie delante de Yahvé y acercándose, dijo Abraham ¿Es así que vas a destruir al justo con el impío? Quizás habrá 50 justos en la ciudad”.

… Y alzando Abraham los ojos vió parados delante de él a tres seres humanos,. (Génesis 18. 2). 74 Y aquí comenzó Abraham la famosa disputa con Yahvé, haciéndole rebajar poco a poco el número de justos necesarios para que Yahvé no destruyese la ciudad. Por fin, Abraham le preguntó que si la destruiría o la perdonaría si hubiese 10 justos, y contestó Yahvé: “No la destruiré por amor a los diez. Y se fue Yahvé luego que acabó de hablar con Abraham; y Abraham volvió a su lugar”.

Y comienza el capítulo XIX: “Llegaron los dos ángeles a Sodoma en la tarde cuando Lot estaba sentado a la puerta de la ciudad…” Estos mismos ángeles (que ahora ya sólo son dos y no tres, como al principio de la narración, sin que la Biblia nos diga que fue del otro) son los que un poco más tarde “hicieron descender” sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego que venía de Yahvé desde el cielo y destruyó aquellas ciudades y toda la vega con todos los habitantes de las ciudades y hasta las plantas del suelo”.

Es un hecho por demás curioso que los escrituristas nunca se han tomado el trabajo de explicar a fondo cómo o por qué Abraham, teniendo delante de sí a tres varones, dice repetidamente: “Señor mío” y “Yahvé”, dirigiéndose a ellos en singular y como si fuese Dios. Lo más que han llegado a decirnos los escrituristas es que estos tres varones eran una manifestación de Dios que estaba anunciando la Santísima Trinidad (!!). Esto no deja de ser una explicación piadosa, pero a uno no deja de intrigarle la extraña manera de proceder de Yahvé y la extraña manera de consignarlo en la Biblia: Primero eran tres varones a los que Abraham llama “Señor”; luego se convierten en dos, y ya no son ni varones ni Yahvé, sino que son ángeles o elohim. Este lenguaje de la Biblia, a primera vista parece extraño y contradictorio, sin embargo, está bastante de acuerdo con los primeros capítulos del Génesis en los que se nos hablaba de la creación del mundo como obra de los Elohim o “Señores poderosos”; los que Abraham llama ahora Dios podrían ser unos de aquellos Elohim. Los celos y la furia de Yahvé contra los Elohim que protegían a los otros pueblos, se vería entonces más justificada, lo mismo que se vería más justificado el respetarle los derechos sobre el macho cabrío que le había tocado en suerte a uno de estos Elohim (Azazel). Estos Elohim se presentaban en formas humanas de jóvenes bellos tal como los que se le presentaron a Abraham cuando estaba a la puerta de su tienda y tal como nos los presenta el Libro del Génesis, “interesados en la belleza de las hijas de los hombres”. Parece que tomaban las formas humanas que les convenía, y los hombres les tenían un gran respeto porque veían en ellos a seres superiores con mucho más poder y más conocimientos que los hombres comunes. En cuanto a la realidad y la belleza de los cuerpos de estos Elohim tenemos en la Biblia, en el mismo capítulo citado más arriba, una prueba palpable: los mismos “varones” (a los que Abraham había llamado “Yahvé”) una vez llegados a Sodoma y aposentados en casa de Lot, “no bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, viejos y jóvenes, rodearon la casa, y llamando a voces a Lot le decían: “¿dónde están los hombres que han venido a ti esta noche? Sácalos porque queremos gozarlos”” (“gozarlos” en sentido homosexual; no en vano, sodomita es sinónimo de homosexual).

Lot porfió con ellos para que no hiciesen semejante crimen y hasta les ofreció dos hijas vírgenes que tenía. Pero ellos, enviciados como estaban y fascinados por la belleza de aquellos “hombres”, no querían entrar en razones con Lot y comenzaron a forcejear con él en la puerta para entrar: “Entonces los hombres sacaron la mano, tiraron de Lot hacia dentro y cerraron la puerta y a los sodomitas que estaban en la entrada, los deslumhraron de modo que ya no podían encontrar la puerta” (Génesis 19, 1 y sig.).

A la verdad que el Yahvé que se le presentaba a Abraham era un Dios bien extraño. La Biblia no sólo en este episodio nos da pie para pensar en la corporeidad de Yahvé y de los Elohim. Yahvé prohibe repetidamente a los hijos de Israel tomar por esposas a mujeres de otros pueblos no israelitas “porque sus hijas fornican con sus Elohim”, admitiendo así que estos Elohim se presentaban a los pueblos que protegían lo mismo que Yahvé se presentaba al pueblo de Israel, en forma de hombre joven y esbelto.

Una de las características de algunos “extraterrestres” (los Elohim de hoy) que más han llamado la atención de los contactos, es su belleza “femenina” manifestada sobre todo en la tersura de su piel y en la belleza de sus ojos rasgados.

En la vida del patriarca Jacob, nieto de Abraham, nos encontramos con otro episodio en el que Yahvé se le presenta en forma de un hombre, que no sabe por qué misteriosas razones, entabló con él un combate cuerpo a cuerpo. Este Yahvé en forma de hombre, le cambió el nombre, una vez más, al humano con el que había hecho contacto: “Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba. Pero viendo que no le podía vencer le tocó en la articulación femoral y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. Este le dijo: “Suéltame que ha rayado el alba”. Jacob le respondió: “No te suelto hasta que no me hayas bendecido”. Dijo entonces el otro: “¿Cuál es tu nombre?” Y respondió: “Jacob”. Le dijo entonces: “No te llamarás más Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con hombres y has prevalecido”. Y Jacob, cuando Yahvé había desaparecido, se decía a sí mismo: “He visto a Dios cara a cara, y ha quedado a salvo mi vida”” (Gen. 32, 25).

Como vemos, Yahvé tiene maneras muy extrañas de proceder. Pero los comentaristas de la Biblia, en vez de tratar de explicarnos una conducta tan rara por parte de Dios, cierran los ojos ante las dificultades y enfervorizan su espíritu (tal como lo hacen Orígenes y San Jerónimo) y nos dicen que el combate de Jacob es una imagen del combate espiritual y de Ia eficacia de una oración perseverante (! ! ). Con una piedad tan poco crítica, no hay manera de esclarecer nada.

CONTRADICTORIO[/h3]

Las raras maneras de comportarse Yahvé, que tanto distan de lo que lógicamente tiene que ser el creador del universo, podrían ser motivo de un libro entero.

Una breve consideración acerca de sus infinitas contradicciones: manda Yahvé a Moisés a que le hable al Faraón para que deje salir a los judíos de Egipto y por otro lado dice: “Yo empero endureceré su corazón (el del Faraón) para que no deje ir al pueblo”. Da la impresión de que quiere tener una razón para poder castigarlo, como de hecho, lo castigó más tarde con las diez plagas. Una manera un poco enrevesada de proceder.

Moisés, tal como le dijo Yahvé, acude al Faraón, “y sucedió que en el camino a la posada, Yahvé le salió al encuentro y quiso darle muerte” (!) (Ex. 4, 21).

Conjeturan los exégetas que la razón de esta furia repentina era porque Moisés tenía un hijo pequeño sin circuncidar, lo cual iba contra la ley que el mismo Yahvé le había dado a Moisés. Pero la verdad es que hay otras maneras más civilizadas y caritativas de actuar que ésta que leemos en la Biblia de Yahvé.

En otro episodio (Num. 22, 20) le dice al profeta Balaam: “Si estos hombres han venido a llamarte, levántate y vete con ellos, pero harás solamente lo que yo te dijere. Levantándose en la mañana Balaam aparejó su asna y se marchó “Por Ia tarde se quedaba sobre Ia Morada, tomando aspecto de fuego hasta fa mañana> (Números 9, 15).

Con los hombres de Moab. Sin embargo, se encendió la ira de Dios al emprender Balaam el viaje y Yahvé se puso en el camino para cerrarle el paso. Iba Balaam montado sobre su asna y lo acompañaban dos de sus siervos. Cuando la burra vio a Yahvé parado en el camino con su espada desenvainada en la mano, desvióse del camino andando por el campo. Balaam le dio golpes para volverla al camino… díjole entonces Yahvé: ¿por qué has pegado a tu asna tres veces? He aquí que yo he salido para cerrarte el camino, pues tu viaje es perverso delante de mí. Si no se hubiera salido la burra de mi presencia, te habría matado a ti y a ella la habría dejado con vida.” La verdad es que se nos hace muy difícil entender estos cambios de Yahvé. Si le manda ir, ¿por qué luego se enfurece contra él y está a punto de matarlo?

BIBLIA Y MAGIA[/h3]

Por último el que tantas maldiciones echa y tantos castigos dictamina contra todos aquellos que creen en brujerías o en supersticiones, nos asombra imponiéndoles a los israelitas, a través de Moisés, ritos que tienen más de magia y de brujería que de otra cosa: “Yahvé habló a Moisés y a Aarón: “Díganles a los hijos de Israel que traigan una vaca roja que no tenga defecto ni tacha y todavía no haya llegado al yugo… el sacerdote mojará su dedo en la sangre de ella y hará siete aspersiones hacia el frente del tabernáculo. Luego será quemada la vaca ante tus ojos. Se quemarán también su piel, su carne, su sangre juntamente con sus excrementos y el sacerdote tomará madera de cedro, hisopo y grana y los echará en medio de las llamas que consumen la vaca. Después el sacerdote lavará sus vestidos, bañará su cuerpo con agua y volverá al campamento, pero quedará impuro hasta la tarde. También el que la quemó, lavará sus vestidos en agua y su cuerpo y quedará impuro hasta la tarde. Un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las depositará juera del “campamento en un lugar limpio donde serán guardadas para el pueblo de los hijos de Israel a fin de preparar el agua purificadora y expiatoria”” (Núm. 19, 1 y sig,).

Si esto no es brujería, que venga Dios y lo vea; con el agravante de que precisamente aquellos que preparan el agua purificadora quedan impuros; este pequeño detalle encaja perfectamente en los usos de la magia.

Insistiendo en los raros preceptos que Yahvé le dicta a Moisés, que tan iguales son a los que la magia ha practicado siempre, le transcribiré al lector el rito para la purificación de un leproso, tal como lo vemos en el cap. 14, 1 del Levítico: “Yahvé habló a Moisés diciendo: “Esta es la ley que ha de aplicarse al leproso en el día de su purificación… el sacerdote mandará traer para el que ha de ser purificado dos pájaros vivos y puros, madera de cedro, púrpura escarlata y el hisopo. Después mandará inmolar uno de los pájaros sobre una vasija de barro con agua santa. Tomará luego el pájaro vivo, la madera de cedro, la púrpura escarlata y el hisopo y los mojará, juntamente con el pájaro vivo, en la sangre del pájaro inmolado, sobre el agua santa, y rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra. Y tras de declararlo puro, soltará en el campo el pájaro vivo”.” En México hay muchas personas que hacen “limpias” mágicas utilizando animales; no hace mucho vi a un “brujo” pasando repetidamente por todo el cuerpo de un enfermo, una paloma blanca, mientras repetía unas invocaciones; al fin del tratamiento el “brujo” soltó la paloma que, según él, se llevaba el mal del enfermo. Este tipo de “brujerías” siempre han sido mal vistas por la sociedad cristiano-occidental y hasta perseguidas por la ley en muchos países, pero sin embargo, vemos que Yahvé, se las imponía como cosa natural al pueblo hebreo al mismo tiempo que les prohibía terminantemente imitar otros ritos por el estilo que practicaban los pueblos vecinos y que muy probablemente habían sido prescritos por otros “dioses” de los que Yahvé se sentía muy celoso.

KOSHER[/h3]

En las distinciones que Yahvé hace de los animales puros e impuros (Deut. 14) se puede ver también esta inclinación a los ritos mágicos: se podrán comer aquellos animales que tengan la pezuña hendida y que además rumien; pero Yahvé hace notar que el camello, la liebre y el damán a pesar de que rumian no podrán ser comidas, “porque no tienen la pezuña hendida” y viceversa, el cerdo, a pesar de que tiene la pezuña hendida, tampoco podrá ser comido “porque no rumia”. Asimismo, entre los animales que habitan en el agua se pueden comer aquellos que tengan aletas y además escamas, pero si les falta alguna de estas dos cosas, entonces serán inmundos, y no se podrán comer. Y pasa en seguida a prohibir más de 80 aves por inmundas de las cuales cita por sus nombres a 21! Y termina Yahvé esta sección culinaria (porque lo referente al régimen alimenticio no tiene fin entre los judíos) con las siguientes curiosísimas palabras: “No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que reside en tu ciudad para que él la coma o bien se la venderás a un extranjero. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé, tu Dios” (!.).

Indudablemente en estas frases hay algo profundamente extraño que podría ser objeto de algunos comentarios, pero que preferiré pasar por alto para no alargarme demasiado.

Únicamente diré que, siglos adelante, los judíos iban a experimentar esta curiosa discriminación en carne propia.

He aquí el versículo 21 del capítulo 14 del Deuteronomio, que vengo citando: “No cocerás el cabrito en la leche de su madre.” 82 El Rapto de Elias: “Así proseguían Elias y Eliseo su camino hablando entre si, cuando he aquí que un carro de fuego separó al uno del otro; y Ellas fue arrebatado al espacio en un torbellino… (2 Reyes 2, 11).

Esta intrigante orden, que más bien lo pone a uno en la pista para una receta de alta cocina, ha sido motivo de cientos de comentarios “oficiales” en el Talmud y traído peregrinas consecuencias. Un judío practicante jamás servirá al mismo tiempo ni tendrá sobre la mesa simultáneamente carnes y alimentos lácticos; pero no sólo eso sino que usará diferente vajilla para comer unos y otros; y para que se vea que esto no es ninguna bagatela en la mente de un judío que se precie de ser tal, el mismo ejército de Israel, además de los graves problemas que tiene planteados con la defensa de sus fronteras, tiene el problema de tener simpre dispustos dos juegos de vajillas y cubiertos para comer las dos clases de alimentos. Esta es una de las razones porque muchos judíos practicantes nunca van a comer a hoteles o restaurantes ya que se verían obligados a comer con vajilla que se ha utilizado indistintamente para los dos alimentos. Me resisto igualmente a comentar esto, porque supera mi capacidad de comprensión. Aunque, la verdad, no creo que en la mente de Yahvé cuando dictó la prohibición culinaria a que me refiero, hubiese tantas complicaciones; éstas más bien habrá que achacárselas a los “comentaristas” que por desgracia se han encargado en todas las religiones de sepultar los mandamientos fundamentales bajo una hojarasca de microleyes intolerables y antipáticas.

EL TALMUD[/h3]

Y en esto de comentar los comentarios creo que no hay pueblo que supere al pueblo judío.

El Talmud (compuesto de la Mishná y la Guemará) es una selva infinita de comentarios a la Biblia, hecha por no menos de 2500 sabios hebreos. El que llevado de un genuino amor a Dios se lance a estudiar el Talmud para conocer cuál es su voluntad, sufrirá la horrible depresión que uno ha sentido cuando se asoma a aquel mar de preceptos, prohibiciones y triquiñuelas santas. Á juzgar por lo que nos dice el Talmud hay alrededor de 613 mandamientos y la vida se ensombrece de repente cuando uno se siente aprisionado en aquel piélago de tiquismiquis sagrados.

Con tal panorama no es extraño que los Hasidim y muchos judíos ortodoxos tengan ese aire lúgubre tan característico.

Cito al autor judío Hermán Wouk en su libro Este es mi Dios, escrito precisamente para presentar de una manera agradable Ia fe judía. Habla de un judío “liberado” y dice: “Conserva vagos recuerdos del ambiente que reinaba en casa de sus abuelos en donde se sentía de una manera muy desagradable el aburrimiento, la singularidad del judaismo que allí encontraba y que parecía coartar la libertad de movimiento como una bola de hierro al extremo de una cadena. Aquellos viejos estaban inmersos en una red de prohibiciones que no les permitía vivir con sus contemporáneos. Sus costumbres eran de lo más raro y no se molestaban en explicarlas. Le parecía estúpido que no se pudiesen encender cerillas o luces los días de fiesta; que se anduviese con tantos remilgos con los ingredientes de los alimentos en conserva; que se desconfiase con tanto desdén y terquedad, basados en ninguna razón clara, de todos los que vivían de un modo distinto o tenían distintas creencias. Visitaba el piso de sus abuelos a regañadientes y salía a la luz y al sol de la calle con la alegría del que sale de la cárcel. Si de algo estaba seguro es de que no tenía ni tendría jamás nada que ver con aquel tétrico fantasmón de una cultura muerta.” Me he extendido en la cita para que se vea cómo los mismos judíos, aun los practicantes, caen en la cuenta de ese aire asfixiante que el Talmud, con sus mil prohibiciones e imposiciones, ha echado sobre toda la vida judía. Por supuesto que H. Wouk se encarga más tarde en su libro de presentar las partes agradables y positivas de su fe (que indudablemente las hay), pero por mucha fe que se tenga no se puede fácilmente vencer esa sensación de asfixia que queda en el alma tras una hora de lectura del Talmud.

No una hora sino los segundos que tardé en leer esta breve frase fueron suficientes para que en mi alma se levantasen docenas de preguntas: “Un buen judío no debería caminar más de cuatro metros descubierto.” Y para colmo de las desgracias del pueblo judío, un anónimo comentarista (a quien Dios perdone) se atrevió a escribir que en el Gran Edén “el gozo de los justos consistirá en el estudio de la Ley en la presencia divina” (! !). (La han hecho tan complicada que se necesita toda una eternidad para entenderla. Yo, humilde que soy, espero no merecer semejante Edén.) Toda esta tétrica concepción del mundo y del más allá, es únicamente el resultado -tras el paso de los siglos y el trabajo de los fanáticos-, de aquellas minuciosas y crueles leyes con las que Yahvé encadenó al pueblo hebreo. Y desgraciadamente estas cadenas siguen pesando aún sobre los hombros de miles y miles de judíos en todo el mundo que sufrida y calladamente le siguen fieles a Yahvé. (Y conste que poco más o menos se puede decir lo mismo de los cristianos fervientes, víctimas de microleyes asfixiantes, y siempre amenazados por la “condenación eterna”. Hace años escribí que “un buen cristiano es un hombre muerto de miedo”.)

EL MISTERIO DE LA SANGRE[/h3]

Una última consideración acerca de la gran importancia que Yahvé le concede a la sangre y no sólo Yahvé sino todos los otros Elohim que protegían y siguen “protegiendo” a otros pueblos.

En verdad que es extraño que Yahvé no fuese más original en cuanto a los ritos que impuso al pueblo hebreo, y se limitase a repetir las matanzas de animales que ya eran practicadas desde siempre entre los pueblos paganos que existían desde antes del comienzo de la historia de Israel. (La palabra hecatombe, que boy significa catástrofe, originalmente no significaba eso sino que se usaba para designar uno de estos sacrificios de animales a los dioses. “Hecatombe” viene de dos palabras griegas que significan “cien bueyes”.-) Y si es extraño que Yahvé no innovase nada en Ia forma de los sacrificios, conservando para sí -“el Dios Ünico”- lo mismo que se hacía para los demás dioses, no es menos extraña en sí la acción de degollar a un buey para aplicar a un dios. No ve uno la relación directa que pueda haber entre matar un animal y agradar a Dios. Lo que sí parece a primera vista es que ese dios, que pide esa clase de sacrificio, se aplaca de alguna manera o se tranquiliza con el dolor, o con el derramamiento de sangre y ya que no puede ser la humana, en su lugar se hace correr la del animal. Es muy curiosa la frase con que el mismo Yahvé calificaba cada uno de estos sacrificios que él ordenaba para sí: “Este holocausto será un manjar abrasado de calmante aroma para Yahvé.” Tres veces repite la misma frase en el capítulo I del Levítico.

En ovnilogía, hay un fenómeno muy extendido que poco a poco ha ido llamando la atención de las autoridades y que, poco a poco, ha ido preocupándolas, aunque al principio no quisieron prestar oídos a los que hablaban del extraño fenómeno. Se trata de que los tripulantes de los Ovnis han venido matando cada vez con menos disimulos y en más abundancia, cantidades no pequeñas de reses de ganado menor y mayor. A veces en algunas granjas han dado muerte de una manera muy característica a buena cantidad de novillos, vacas y toros, sin excluir a ningún tipo de animal doméstico. Estos acontecimientos han tenido lugar en muchas naciones diferentes, tanto de América como de Europa y sobre ellos se han publicado muchos estudios cuidadosamente hechos.

Dejando a un lado muchos pormenores acerca de estas misteriosas muertes, quiero únicamente fijarme en dos circunstancias que tienen que ver con lo que estamos hablando de los sacrificios de Yahvé. La primera circunstancia consiste en que los tripulantes de los Ovnis muchas veces han matado gran cantidad de animales (por ejemplo, un rebaño de ovejas en Bolivia) con el solo fin de llevarse una parte de los ríñones que en todos los animales era la misma. En otras ocasiones, extraen con meticulosidad de cirujano ciertas visceras, dejando el resto del animal intacto; en una palabra, con esas matanzas, parece que buscan algo específico en el animal, aunque no sepamos exactamente qué es ya que en unos casos se llevan unos órganos y, en otros, otros diferentes, pero en todos los casos parece que se gozan manipulando las visceras de los animales y llevándose limpiamente algunas de ellas.

Sin embargo, se puede decir que en todas las muertes de animales, hay un común denominador, y éste es la falta total de sangre con la que suelen aparecer los animales que han sido víctimas de estas extrañas matanzas. No importa que se lleven una viscera u otra, lo que siempre se llevan sin excepción es la sangre, haciéndolo además de una manera meticulosa y limpia, de modo que aun en animales de piel blanca o de plumaje extremadamente blanco (conozco el caso de dos gansos totalmente blancos) nunca se ve ni una sola gota de sangre manchando el plumaje, la piel o el suelo, como si los que la sustrajeron fuesen avaros de ella.

No sólo eso sino que hay un caso, muy bien documentado, sucedido en Ohio (Estados Unidos) en el que un Ovni persiguió insistentemente a una ambulancia por una carretera e hizo maniobras que indudablemente tenían como fin el que se detuviese, cosa que no llegó a suceder debido en parte al gran miedo de los que conducían, que aceleraron todo lo que pudieron y en parte a la oportuna aparición dé otros vehículos. El detalle clave es que la ambulancia iba cargada de sangre humana, y el Ovni en varias ocasiones sacó de sus costados unas largas pinzas con las que pretendía levantar la ambulancia.

No quiero entrar en discusión acerca de un hecho del cual ya se ha escrito bastante, a pesar de que hay todavía sobre él ideas muy encontradas, siendo el resumen de todo ello que, no sabemos por qué razones, algunos de los llamados extraterrestres se llevan la sangre de muchos animales y por lo que últimamente he podido descubrir, en una región central de México, “las brujas” (como los campesinos llaman a unas raras luces, que a veces se ven por las noches rondando en el aire) les chupan por la noche la sangre a los bebés recién nacidos, apareciendo éstos por la mañana desangrados por completo al lado de sus madres, las cuales dan la impresión de estar drogadas, tardando a veces varios días en despertar del todo.

Las misteriosas muertes de animales a que nos releamos en este libro no son cosa nueva.

El grabador del siglo xvi plasmó asi en madera lo que Obsequens escribió en el siglo iv. “En el segundo Consulado de Quinto Servilio Prisco y en el primero de Spurio Postumio Lavinio, el cielo fue visto arder y en aquel año hubo muchas muertes de hombres y animales.- Es curioso que se relacione el ver arder el cielo” con las muertes misteriosas; en la actualidad muchas veces ha sucedido que las muertes misteriosas, tanto de animales como de personas, acaecen cuando por Ia noche se han visto luces inexplicables en el cielo.

Poseo los nombres de los pueblos en donde esto ha sucedido y de las personas que han sido víctimas; además de que tanto la prensa como las autoridades han tomado cartas en el asunto. Algo por el estilo se puede decir de tres cazadores canadienses hallados el 17 de noviembre de 1977 con sendas heridas en el cuello y sin gota de sangre, en una solitaria isla del lago Winnipeg (Manitoba); las noches anteriores había habido gran actividad de Ovnis en toda la región.

Si uno lee meticulosamente (y con paciencia) el Pentateuco, se extrañará de la importancia que Yahvé concede tanto a las visceras como a la sangre, a la cual le dedica muchos párrafos 38 especificando lo que tenían que hacer con ella y prohibiéndoles terminantemente beberla de ninguna manera.

“El sacerdote ungido tomará sangre del novillo y la llevará a la tienda de la reunión. El sacerdote mojará su dedo en la sangre y rociará con ella siete veces ante Yahvé frente al altar del santuario. El sacerdote untará con la sangre los cuernos del altar del incienso aromático ante Yahvé en la tienda de reunión y verterá toda la sangre del novillo al pie del altar de los holocaustos.” Párrafos como éste referentes a la sangre de los animales sacrificados se repiten constantemente en el Levítico.

En tiempos pasados, da la impresión de que tanto Yahvé como los Elohim lograron convencer a aquellos pueblos primitivos para que les ofreciesen estos sacrificios de animales.

En nuestros tiempos, ante la imposibilidad de convencer a los pueblos actuales que sigan ofreciendo esos sacrificios de los cuales ellos indudablemente sacaban algún beneficio, da la impresión de que ellos mismos hacen directamente los sacrificios buscándose por sí mismos las víctimas en las granjas y reservándose para sí, como antaño, algunas visceras determinadas y, sobre todo, la sangre de la que parece extraen algún principio vital o alguna energía que hoy, como entonces, les es necesaria para mantener la forma física que adoptan para comunicarse con nosotros o para materializarse en nuestra dimensión.

Este papel que juegan Ias visceras de los animales, su sangre y su dolor o muerte no sólo en el pueblo judío sino en todos los pueblos de la Tierra, es algo sumamente interesante que puede que tenga mucha mayor trascendencia de lo que hasta ahora habíamos pensado.

Vemos por tanto que Yahvé usó no sólo vehículos muy parecidos a los que hoy usan otros “extraterrestres” sino que tenía unos gustos específicos que, en el fondo, eran totalmente iguales a los de los otros “dioses” contemporáneos de él, y a los de los tripulantes de los Ovnis de hoy; y esto es así a pesar de que las autoridades oficiales hasta ahora no hayan querido admitir públicamente estas matanzas de animales a las que nos hemos referido. Después de haber estudiado cuidadosamente el asunto he llegado en resumen a la conclusión de que es indudable que los tripulantes de algunos Ovnis son los causantes de la muerte de gran cantidad de animales a los cuales les extraen indefectiblemente la sangre.

Yahvé cubrió toda esta carnicería con un manto de sacralidad. Pero hoy, a la luz de muchos otros hechos, vamos descubriendo el transfondo de algunas de las acciones de este sospechoso Yahvé.

Hay unos curiosos versículos del Génesis en los que ingenua y reveladoramente Yahvé nos declara sus gustos: “Fue Abel pastor y Caín labrador; y al cabo del tiempo hizo Caín ofrenda a Yahvé de los frutos de la tierra y se la hizo también Abel de los primogénitos de su ganado, de lo mejor de ellos. Y agradóse Yahvé de Abel y su ofrenda, pero no de Caín y la suya” (Gen. cap. 4, v. 2-5).

Esta clara discriminación es muy sintomática. Sin embargo, cabe la posibilidad de que este Yahvé del Génesis no fuese el mismo ser que trató más tarde íntimamente con Abraham, Moisés y el pueblo hebreo desde la nube.

Este Yahvé que prefería la carne y la sangre de los sacrificios de Abel, puede haber sido uno de los Elohim competidores de Yahvé (que por otra parte tenían los mismos gustos que él), y en este caso el Yahvé de Moisés y de la nube sería otro “eloha” (singular de elohim), jefe de un grupo de seres del espacio que en tiempos muy posteriores “adoptó” al pueblo de Israel.

EL ISRAEL BÍBLICO[/h3]

He hecho este paréntesis para reflexionar un poco sobre la personalidad de este omnipresente y enigmático Yahvé. Volvamos ahora a la historia de Israel como pueblo. En el capítulo 3 vimos someramente la historia de Israel desde su fundador, Abraham, hasta la muerte de Moisés a las puertas ya de la Tierra Prometida. ¿Cuánto tiempo pasó entre estos dos personajes y estos dos episodios históricos tan fundamentales en la historia de Israel? No lo sabemos con absoluta fijeza, ya que no se conoce la fecha precisa en que Abraham dejó la tierra de Ur de los caldeos y se dirigió a Canaan según el mandato de Yahvé; y, por otra parte, tampoco se sabe con demasiada certeza qué año fue el de la salida de Moisés con todo su pueblo desde Egipto hacia la Tierra Prometida; pero como término medio se puede afirmar que entre uno y otro personaje transcurrieron alrededor de 650 años.

Echemos un rápido vistazo a lo que fue la historia de Israel desde la llegada y el establecimiento definitivo de los judíos en Palestina (alrededor de 1300 años antes de Cristo) hasta la aparición de Jesucristo y la destrucción de Jerusalén por el emperador romano Tito, acaecida unos 35 años después de la crucifixión del fundador del cristianismo.

SEIS PERÍODOS[/h3]

La historia de Israel desde la llegada a la Tierra Prometida hasta la aparición de Cristo, podría dividirse en seis grandes períodos: 1. Los personajes centrales del primer período son Josué, el discípulo de Moisés, y Samuel, que fue el último de los jueces. En este período, que fue de incesantes batallas para lograr la conquista final de Canaán, se hizo una división del territorio entre las 12 tribus. En vista de los constantes ataques de los cananeos y de los filisteos, el pueblo hebreo empezó a ver la conveniencia de tener una mayor unidad y por ello empezaron a oírse las primeras voces pidiendo un Rey.

2. El segundo período, que duró 120 años, está claramente caracterizado por el reinado de tres grandes reyes que hicieron de Israel una nación unificada y fuerte. El primer Rey fue Saúl, ungido por el último de los profetas-jueces que fue Samuel. Tras de Saúl vino otro personaje fundamental en la historia del pueblo hebreo: el Rey David; y tras de David, reinó su hijo Salomón, famoso por su sabiduría. Cada uno de estos Reyes, reinó 40 años, y en general podría decirse que estos 120 años fueron la época de oro de la historia de Israel. Ellos fueron los que en realidad convirtieron a Jerusalén en la capital, sobre todo Salomón, que construyó el primer gran templo, tal como lo había mandado Yahvé, edificando además un suntuoso palacio para sí mismo y otros grandes edificios que convirtieron a Jerusalén en una de las grandes ciudades de la antigüedad.

3. El tercer período lo constituye la división o la escisión del reino de Israel. A la muerte del Rey Salomón, ocurrida en 932 a.C. comienzan a suceder cosas no beneficiosas para la nación israelita. La hostilidad de los pueblos que habían sido desalojados de sus territorios no había decrecido y, por otra parte, habían aumentado las rencillas entre las diferentes tribus.

Como resultado de esto, se establecieron dos reinos separados: al norte el reino de Israel regido por el Rey Jeroboam y que comprendía 10 de las 12 tribus; al sur el reino de Judá, regido por Rehoboam, que a pesar de que sólo comprendía 2 tribus y era más pequeño en extensión, sin embargo, era el que habría de conservar el verdadero espíritu de Moisés y la estirpe o la descendencia directa del Rey David.

El reino de Israel, tras muchas dificultades, duró 200 años hasta la caída de Samaría, su capital, en poder de los asirios en el año 722 a.C.

El reino de Judá, por haber estado regido por reyes mejores y más fieles a los deseos de Yahvé logró resistir mejor los ataques de sus enemigos, pero finalmente alrededor del año 600 a.C. tuvo que rendirse ante el empuje de Babilonia que se llevó prisioneros a sus ciudadanos más prominentes. Quince años más tarde, una nueva embestida de los babilonios destruyó Jerusalén, y los hebreos fueron llevados en masa como prisioneros a Babilonia.

4. El cuarto período lo constituyen los 70 años, poco más o menos, que estuvieron los hebreos exilados en Babilonia, hasta que el Rey persa Ciro, les permitió volver a su tierra en el año 536 a.C. Durante este período descollaron dos grandes profetas: Ezequiel y Daniel. A su regreso, tuvieron los judíos la ardua tarea de reconstruir el templo y la ciudad y de volver a organizar las instituciones del pueblo, la mayoría de las cuales habían prácticamente desaparecido durante el exilio. En esta tarea cívico-religiosa descuellan los nombres del descendiente de David, Zorobabel, de Esdras y del gran Nehemías que logró reconstruir todas las murallas de la Ciudad Santa.

5. Durante el quinto período, Israel estuvo dominada por diversas naciones.

Primeramente por los persas hasta que éstos fueron derrotados por Alejandro el Grande en la batalla de Arbela en el año 331 a.C., lo cual puso a los israelitas bajo el dominio de los griegos.

MUERTO[/h3]

Alejandro en el 323 a.C., Israel pasó a depender de Egipto aunque la dominación de éste fue en términos mucho más aceptables que las anteriores. Más tarde, Antíoco el Grande derrotó a los Tolomeos de Egipto, y entonces comenzó el dominio de los Seléucidas sobre Judea en el año 198 a.C. La capital de los nuevos dominadores estaba en Antioquía, Siria, y su dominio sobre Israel duró hasta el 142 a.C, cuando gracias a los esfuerzos de un padre con sus tres hijos, Matatías, Judas, Jonatán y Simón, más comúnmente llamados Los Macabeos, Israel logró su total independencia.

6. Esta independencia, que marca el inicio del sexto período, duró sólo alrededor de 80 años, pues pronto aparecieron en escena los romanos. En el año 63 a.C. Pompeyo tomó a Jerusalén, y extendió al dominio de Roma sobre toda la Judea. Este dominio duró más de un siglo y puede decirse que fue fatal para Israel como nación, ya que el año 70 de nuestra era, las legiones romanas comandadas por Tito, tras un terrible cerco arrasaron la ciudad de Jerusalén, matando a miles de sus habitantes y llevando prisioneros al resto de ellos. Comienza entonces la diáspora o dispersión de los judíos por todo el mundo.

Para entonces ya había hecho su aparición en escena Jesucristo, y esta misma diáspora de sus conciudadanos ayudó grandemente en los comienzos, para la difusión de las ideas cristianas, ya que por ser Cristo judío, muchos de sus paisanos se sintieron fuertemente atraídos por sus predicaciones y por las de sus 12 apóstoles que también eran, sin excepción, judíos.

Como podemos ver, este largo período desde el establecimiento de las 12 tribus de Israel en la Tierra Prometida hasta la destrucción de Jerusalén por Tito (un período de aproximadamente 1300 años) dista mucho de ser pacífico.

Parecería que con la llegada a la tierra que Yahvé les había prometido, todas las innumerables tribulaciones del desierto y de Egipto quedarían atrás; pero no fue así, antes al contrario; si exceptuamos algunos breves períodos, Israel en su propio país (que según las promesas manaba leche y miel en donde sería largamente bendecido) tuvo una historia por demás agitada. Por si no fueran suficientes los ataques constantes que muy lógicamente recibía de los pueblos que lo rodeaban por haber sido lanzados de sus tierras, sus propios reyes se encargaron de mantener al pueblo en una constante zozobra debido a los abusos de poder y a las constantes rencillas entre las diversas facciones del pueblo (no raramente debido a diferencias en la interpretación de la ley) y entre las diversas tribus, Basta leer la lista de los reyes, sobre todo los de la Casa de Israel, para ver que buena parte de ellos fueron asesinados por el que le sucedió en el trono, que a su vez era asesinado por el siguiente rey. En el juicio sintético que Ia misma Biblia da de todos los reyes que gobernaron al pueblo hebreo, la mayoría de ellos merecieron el calificativo de “malo”; no sólo porque se apartaba de los mandamientos tal como se los había dado Moisés, sino porque eran malos gobernantes, ambiciosos y déspotas.

Aunque, por otro lado, hay que reconocer que el mantenerse fieles a los preceptos de Yahvé, en muchas ocasiones era causa de guerras con los países vecinos. Los reyes que en la Biblia están catalogados como buenos no eran precisamente un modelo de transigencia o de tolerancia con las creencias de los otros, y muchas veces, de no haber estado tan imbuidos de los preceptos de Moisés, hubiesen tratado con sus vecinos y hubiesen tolerado creencias y costumbres que en definitiva no van contra una manera racional de actuar y de vivir.

Pero en este punto, Yahvé no colaboraba para que su pueblo viviese en paz. Sus amenazas y no sólo sus amenazas sino sus terribles castigos saltan constantemente a lo largo de las páginas de la Biblia en este largo período de 1300 años. Profeta tras profeta amenazaba con muertes y con plagas a un pueblo, ya de por sí bastante agitado por las circunstancias históricas en que le tocó vivir y por las circunstancias históricas en que el mismo Yahvé lo había metido.

Otro pueblo que no estuviese tan atado por leyes tan estrictas y amenazas tan graves como lo estaba el pueblo de Israel, probablemente hubiese en muchas ocasiones salvado las graves dificultades con las que se encontró; pero Yahvé era intolerante, Yahvé era celoso, Yahvé era vengador, y sus profetas se encargaban de recordárselo constantemente al pueblo.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

Planes de Posicionamiento disponibles en Cherada.net

Author: admin

Share This Post On

Submit a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.