Expertos que manejan información confidencial en Washington vienen advirtiendo que las claves del golpe de Estado en Honduras y el incremento de la presencia militar USA en Colombia (bases militares) se encuentran en la creciente influencia (militar y comercial) rusa en América Latina y en su alianza estratégica con Venezuela. El próximo viaje de Chávez a Moscú, en septiembre, no solamente se visualiza como una ampliación de su alianza estratégica con Moscú, sino que además podría incluir (así lo perciben en Washington) nuevas relaciones de cooperación militar como la instalación de bases militares rusas en Venezuela y nuevos ejercicios militares conjuntos en aguas del Mar Caribe.
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Por Manuel Freytas
Este domingo, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, volvió a criticar al gerente imperial estadounidense, Barack Obama, afirmando que está “perdido en un laberinto” y que “no entiende” la realidad latinoamericana. Al mismo tiempo, afirmó que se prepara para una eventual “guerra” por la amenaza que significa para su país el uso de bases militares colombianas por parte de EEUU.
El líder venezolano volvió a insistir en que “viene una escalada bélica y militar” que tiene en la mira recursos naturales como el petróleo, la Amazonia y las fuentes hídricas. “Estamos en el número uno de la lista. Somos el primer blanco del Imperio, usando Colombia y las bases de Aruba y Curazao. Nos están rodeando”, afirmó.
En su programa Aló presidente el líder bolivariano insistió en que Washington debe retirar sus bases en América Latina. “Obama, no le estamos pidiendo que intervenga en Honduras. Todo lo contrario. Le estamos pidiendo que retire el imperio su mano de Honduras y que retire el imperio sus garras de América Latina”, dijo Chávez, en réplica a las recientes declaraciones de Obama cuando consideró una “hipocresía” que los mismos líderes que critican a EEUU por no hacer todo lo posible en Honduras son los que les piden que se vaya de América Latina.
Asimismo, Chávez dijo que Colombia se estaba convirtiendo en la Israel de América Latina por su relaciones con Estados Unidos. “Washington viene a sembrar cizaña entre Colombia y Venezuela”, sostuvo. “¿Cómo voy a confiar yo más en el presidente de Colombia? No puedo. Lamentablemente en el caso de Colombia y Venezuela lo han logrado”, aseguró Chávez, al rechazar una oferta de acercamiento del mandatario de Bogotá.
Al final de ese tramo del programa, Chávez reiteró sus planes de “incrementar el pie de fuerza de Venezuela” a través de “las milicias bolivarianas” y la modernización del armamento.
Las palabras de Chávez, más allá del escenario regional, adquieren especial relevancia frente a su agendado viaje a Moscú que él mismo anunció para el próximo mes de septiembre.
Una delegación venezolana liderada por el vicepresidente Ramón Carrizales ya se reunió en Moscú con las autoridades rusas para forjar nuevos acuerdos de cooperación energética y militar y preparar la agenda de Chávez en su visita a Moscú.
“Ahora”, cuando Venezuela se encuentra “en la mira del imperio”, “hay razones de mucho más peso para acelerar los planes de cooperación con los países aliados en lo estratégico”, dijo Chávez el domingo.
Para algunos analistas de la prensa estadounidense, este intento de estrechar los lazos entre ambos países, podría servir a Venezuela para lanzar un mensaje: Está dispuesta a dar mayor protagonismo militar a Rusia en América Latina.
Por su parte, tras años de mostrarse cauteloso en sus relaciones con la región, Moscú parece haber cambiado su estrategia en América Latina tras la guerra de Georgia, en agosto de 2008, y luego de la instalación de escudos antimisiles por Washington en Polonia y la República Checa.
Mediante un contraataque militar fulminante tras la invasión de Georgia, en agosto del año pasado, Moscú concretó cinco jugadas claves: Consolidó un dispositivo de control militar (por aire, mar y tierra) sobre Georgia, dividió al Consejo de Seguridad de la ONU, desafió y quebró la supremacía de la OTAN, reconoció la independencia de Abajasia y Osetia del Sur, y creó un peligrosa fisura en la alianza USA-UE negociando un acuerdo por separado con las potencias del euro valiéndose de la dependencia europea del petróleo y el gas ruso como armas estratégicas.
Pero la ofensiva rusa no se terminó en el Cáucaso: El Kremlin (en una inagotable capacidad de movidas tácticas) se proyectó hacia adelante y lanzó un desafío militar a Washington en su propio patio trasero, en noviembre pasado, impensable antes del conflicto del Cáucaso.
Con Chávez como punta de lanza, Moscú anunció, luego de la guerra del Cáucaso, los ejercicios navales conjuntos con Venezuela que se realizaron a fin del año pasado en el Mar Caribe, que los analistas interpretaron como el principio de un escenario de “guerra fría” en América Latina.
El aterrizaje previo de dos bombarderos nucleares en Venezuela, fue interpretado como que el Kremlin ya está dando una respuesta a la “nuclearización” del ex espacio soviético en Europa del Este iniciado con el acuerdo de EEUU y Polonia para instalar un escudo atómico que amenaza la seguridad de Rusia.
¿La nuclearización del Caribe en respuesta a la nuclearización del espacio post-soviético? [/h3]
La “cumbre” Medvédev-Chávez, a fines del año pasado, formó parte del decorado de una estrategia para integrar a Chávez como nuevo jugador en el tablero de la “guerra fría” Washington-Moscú, donde América Latina y la región petrolera del Caribe se convierten en un nuevo posible escenario de la guerra por el control de la energía entre Rusia y EEUU.
Según la BBC, con estas maniobras conjuntas y la visita de Dimitri Medvedev, Rusia quiso demostrar que si EEUU puede operar cerca de las fronteras rusas, Moscú puede hacer lo mismo en una región considerada por los estadounidenses como su “patio trasero”.
A fines de noviembre Chávez recibió en Caracas al presidente ruso, Dimitri Medvédev, en carácter de “gran aliado estratégico” mientras la flota rusa realizaba su primer ejercicio militar con la armada de Venezuela.
La agenda rusa en el continente incluye desde acuerdos comerciales y ventas de armas hasta planes de instalación de programas y usinas nucleares. Las operaciones rusas en América Latina todavía no han recibido una respuesta concreta de Washington, que permanece en “silencio de radio”.
De esta manera, y con Chávez y Cuba como aliados estratégicos, Moscú abrió un frente de la guerra energética en América Latina. Mientras controlaba militarmente el vital oleoducto BTC en Georgia, la dupla Medvédev-Putin conservó la ofensiva y le asestó un nuevo golpe de efecto a la hegemonía imperial de EEUU enviando barcos y bombarderos nucleares a Venezuela.
Los halcones judeo-estadounidenses del Pentágono y del Departamento de Estado (que manejan las políticas militares y las hipótesis de conflicto externo de Washington) no miran ni analizan a Chávez desde una perspectiva exclusivamente latinoamericana.
El presidente venezolano mantiene una alianza estratégica (de orden comercial y militar) tanto con Irán como con Rusia y China, potencias capitalistas emergentes que compiten con el eje USA-UE por el control de las redes energéticas y las reservas petroleras del triángulo Eurasia-Cáucaso-Medio Oriente, en una versión aggiornada de la “guerra fría” por áreas de influencia, esta vez protagonizada a niveles intercapitalistas.
En el decálogo analítico (cerrado y prehistórico) de los halcones del Pentágono y del Departamento de Estado USA, tenerlo a Chávez en Venezuela, es como tenerlo a Ahmadineyad controlando el petróleo de Venezuela.
En este escenario, y dentro de una creciente escalada del conflicto con el gobierno de Uribe, esta vez se interpreta la visita de Chávez a Rusia como una respuesta directa a la re-militarización de Colombia por parte de EEUU, y una búsqueda de alternativa por parte del presidente bolivariano interpreta como una “amenza directa” a Venezuela.
En América Latina, la opinión generalizada es que Washington se toma muy “en serio” las movidas rusas de infiltración en su patio trasero, ya sea por medio de la venta de armas o de las alianzas comerciales, a las que en noviembre pasado se agregó la presencia de la flota rusa en el Caribe.
La reactivación de la IV Flota USA patrullando aguas latinoamericanas fue una señal clara -dicen expertos regionales- de que EEUU está lanzando una señal preventiva a quienes se atrevan a poner los pies sobre los recursos estratégicos de la región (petróleo, agua potable y biodiversidad) que considera como suyos.
En ese escenario, el Pentágono y el Departamento de Estado ven como “potencial peligro” (con posibles ramificaciones en otros países) el desembarco comercial-militar del eje Rusia-China-Irán en América Latina utilizando a Venezuela como plataforma.
En su estrategia, Rusia abarca desde Brasil a Argentina, pero sus principales pilares son Venezuela y Cuba, con los que ha formado un triángulo para “debilitar la influencia norteamericana”, afirma Vladímir Simago, vicepresidente del consejo empresarial ruso-venezolano.
El presidente venezolano visitó dos veces Rusia en 2008, donde suscribió acuerdos estratégicos con Moscú, y el presidente, Dmitri Medvédev, le respondió viajando a Venezuela para un encuentro histórico con Chávez.
Se trató -señalaban analistas rusos- de una jugada demostrativa de que Moscú resolvió elevar la apuesta de su desafío militar llevándola al propio “patio trasero” de Washington.
Hay un precedente inmediato que vuelve a resurgir con la nueva visita del presidente venezolano a la capital rusa: La instalación de la base militar rusa en Venezuela que Chávez anunció en su última visita a Moscú (en el 2008) y que luego hubo de desmentir ante la reacción que generó en Washington.
En su visita a Moscú para comprar armas, en julio de 2008, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ofreció a Rusia una alianza estratégica en materia de petróleo y de cooperación militar.
Según las agencias rusas, el presidente de Venezuela propuso a Rusia la instalación de bases militares de apoyo en territorio de Venezuela.
Pero Chávez, según la agencia RIA Novosti, fue más allá, y dijo : “si algún día una flota rusa llega por el Caribe, izaremos banderas, tocaremos tambores… porque sería la llegada de un amigo, que llegaría a dar la mano, sería la llegada de un aliado nuestro. Rusia se ha convertido hoy en uno de nuestros más grandes aliados en todo el planeta… “.
Este es el escenario más temible que se le recrea a Washington con el anuncio de Chávez de una profundización de su alianza estratégica con Rusia en septiembre.
Bases militares con presencia de tropas rusas en Venezuela (aunque solo fuese como movida “disuasiva”), se presenta como la respuesta más lógica frente a a la militarización USA (presentada como hecho consumado) en Colombia.
Chávez ya lanzó la señal por anticipado: “Vientos de guerra comienzan a soplar”.
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]