Colapso Mundial del Petróleo y el Consumismo: El Gran Crujido
LA ENORME RIQUEZA DE PAPEL Y PLÁSTICO CON QUE CUENTA EL MUNDO CARECE DE VALOR REAL
Algunos banqueros mundiales han dado la voz de alarma advirtiendo que los inmensos capitales prestados fueron creados de la nada confiando en el crecimiento del mañana que no va a darse como se creía. El que presta confía en el futuro promisorio de su deudor.
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Es común vender edificios, barcos y aviones sin haberlos hecho. Contabilizan como valor algo que aun no es real y cuentan con un dinero que posiblemente lo conseguirá el deudor el día de mañana.
Pero las deudas de los países e individuos no van a poder ser saldadas debido a que se esperanzaban en las ganancias que proporcionaría el petróleo abundante y barato, el cual va a subir más pronto de lo que se estimaba. Una vez que el suministro del crudo se restrinja los deudores no podrán cancelar las deudas y el sistema financiero colapsará por falta de fondos verdaderos.
La debilidad de la economía impedirá que se desarrollen energías alternativas 10 y hasta 20 más costosas que el petróleo y esto sin que aporten ninguna materia prima para la industria aparte de la contaminación que dejan. Cuando se piense en crear energías alternas en grande no se van a poder llevar a cabo debido a que el petróleo no podrá ayudarles a crearlas y las máquinas sin energía no encenderán sus motores.
La economía de EEUU es terriblemente vulnerable al toque de un pequeño bajón en su desenfrenado progreso: es el país más endeudado del mundo y sus industrias y el sostenimiento de los ejércitos en ultramar dependen en un 100% de la magia del oro negro. En nada le conviene al resto del mundo que la economía del arrogante país del norte colapse.
Ahora existen más de un “Osama Bin Laden” que quieren y necesitan hacer disparar el precio del petróleo a 200 dólares el barril, tienen poder para hacerlo y con seguridad lo van a conseguir… de eso no existe la menor duda. EEUU bien lo sabe y sabemos que el Congreso esta pensando en reclutar mujeres y hombres desde los 18 hasta los 35 años de edad, eso sí, no sabemos para qué.
La catástrofe no ocurrirá el día en que se agote el petróleo sino en el momento en que decline su producción y aumente el costo, esto es lo que nos debe preocupar porque es ahí donde comenzarán los días de dolor y aflicción.
TENEMOS ANTE LA VISTA UN PROBLEMA DRAMATICO Y DESESPERANTE: La siguiente es una información especial para aquellos entusiastas, pero ignorantes, que creen que habrá petróleo en abundancia para las próximas décadas: LA CRUDA REALIDAD DEL CRUDO DE TODA LA CANTIDAD DE PETRÓLEO EXTRAÍBLE QUE HABÍA EN LA TIERRA ANTES DE INICIAR LA EXPLOTACIÓN, EL 50% YA FUE DERROCHADA AL AÑO 2007… y era la mitad más fácil de extraer.
Lo único que hicieron fue contaminar el Planeta y hacer crecer la población mundial hasta la incontrolable suma de 8.000 millones de personas que consumen vorazmente sin compasión ni medida todo los que encuentran a su paso con el fin de convertirlo en dinero.
Cuando hayan arrasado con el último árbol, hayan contaminado el último río, hayan acabado con la tierra fértil y hayan contaminado toda la atmósfera, van a saber que el dinero no se come ni se respira.
EL OTRO 50% de petróleo.
EL MÁS DIFÍCIL DE EXTRAER
El 5% de esa mitad que queda será consumido vorazmente como petróleo barato, pero la hueca bonanza durará contados años. Pequeñas subas constantes se sucederán antes del gran salto que trepará hasta 200 dólares el barril.
El 15%: Consecuentemente estalle la crisis, los militares obligarán a los gobiernos para que se apoderen de todo el petróleo que puedan y así poder garantizar la seguridad nacional. Los gobernantes tienen que hacer caso. De no hacerlo los ejércitos y la policía no podrán controlar el caos interno que será feroz y desenfrenado debido al miedo, al hambre y a la desesperación.
Esta extensa franja de reserva petrolera con que contaban los ingenuos ciudadanos y la industria será acaparada por los estados para derrocharla cruelmente en la guerra. El imperio más poderoso bien lo sabe: sin petróleo sería el más débil.
El 7%: Será controlado y distribuido por grandes y peligrosas mafias, cuyos proveedores serán potentes organizaciones terroristas que arrebatarán a los jeques su dorado cetro. La gasolina en las ciudades será distribuida por pandillas juveniles que a su vez la robarán a los ricosque un principio trataron de esconderla.
El 4%: Será acaparado por los más poderosos multimillonarios, jeques, políticos y gobernantes que se aislaran en fortalezas militarizadas El 8%; Será incendiado en los propios yacimientos por los mismos países productores cuando, viéndose invadidos, no les quedará otro recurso que dejar sin botín al enemigo. Es una estrategia militar muy utilizada a lo largo de la historia y se revivió recientemente cuando Hussein incendió los pozos que le iban a ser arrebatados.
El 11%; o sea el resto, no va a poder se extraído en razón de la falta de infraestructuras petroleras. Sería un acto suicida tratar de extraer y transportar petróleo con francotiradores apostados en cualquier lugar esperando la oportunidad para caerle de sorpresa a cualquiera que este untado o huela a crudo.
Teniendo por asentado que los mafiosos y los terroristas no son industriosos sino que su especialidad es manejar botines, no cabe duda de que el resto de petróleo afortunadamente quedará sepultado bajo tierra para siempre.
SE INICIA EL FATÍDICO ITINERARIO APOCALIPTICO DE LA HUMANIDAD
Analizando con inteligencia el cuadro anterior y haciéndole caso a quienes dicen que el petróleo durará 50 años vemos claramente que sólo el 5% de ese botín es el que podemos seguir derrochando a precio regalado con ligeras subas asimilables.
Como lo peligroso no es la extinción total del petróleo ni nos preocupa -por que para ese entonces ya estaremos muertos-, el peligro es el día que estalle la crisis debido al esperado e inminente salto olímpico del precio que de repente elevará el precio del barril.
¿Cuando va a ocurrir esto? Pues cuando le demos mate al 5% disponible continuando con la vida fácil de consumismo desorbitado que llevamos. El amable lector puede hacer sus propias cuentas, es fácil, no necesita calculadora: basta con utilizar los dedos de las manos.
UNA PESADILLA ATERRADORA
-Haciendo un alto en el no grato tema, les cuento a mis amables lectores que cuando escribía este capítulo, eran las 2 de la mañana y el sueño me derrumbó. La crudeza del tema que estaba manejando quedó orbitando en mi mente y tuve una vívida pesadilla aterradora la cual les relato tal como la experimenté: Soñé que estaba mirando la televisión y de repente apareció un flash que anunciaba una suba escandalosa en el precio del petróleo que alcanzaba a los 400 el barril. Cambié de canal varias veces y aparecía el mismo anuncio relatado por nerviosos locutores que comentaban la preocupante noticia con diferentes versiones.
Al súbito anuncio de la trepada fenomenal del crudo, en la humanidad dispararon una cadena imparable de eventos catastróficos que logré ver claramente en mi sueño como si fuese una realidad impresionante: La industria, el transporte, los alimentos y todos los artículos que se vendían en los supermercados, absolutamente todos, multiplicaron x 4 sus precios.
La primera en ser acribillada fue la clase trabajadora cuando su salario no le alcanzó ni para comer, ni para transportarse; menos aún iban a tener con que vestirse. Tampoco les alcanzaría para pagar los servicios públicos qué pronto les fueron cortados. Sus hijos no pudieron volver a la escuela y comenzaron a aguantar hambre y necesidades vitales: todo 4 veces más caro y su sueldo el mismo.
Los menos favorecidos -la mayoría-, dejaron de consumir y los de clase media bajaron 4 veces su consumo habitual. Los almacenes disminuyeron sus ventas, cancelaron drásticamente los pedidos a las industrias y éstas despidieron a tres cuartas partes de sus trabajadores. Los almacenes tuvieron que hacer lo mismo por que sus ventas se vinieron abajo llegando a límites insostenibles.
Al cuadruplicarse el costo de los tiquetes de avión la gente en igual proporción viajó menos y las empresas de aviación quebraron por falta de pasajeros.
La industria y el comercio en estas circunstancias no tuvieron como cancelar las deudas hipotecarias y la banca comenzó a resquebrajarse.
En el complejo mercado bursátil comenzaron a sucederse transacciones desesperadas e ilógicas a las cuales no estaban acostumbrados, y las presiones internacionales amenazantes lo único que consiguieron fue precipitar el colapso de la bolsa de valores.
A la noticia de la devaluación estrepitosa del dólar la gente se abalanzó en masa a retirar la plata de los bancos y éstos como medida automática cerraron sus puertas. El explosivo resultado: escaseó el dinero circulante.
Siempre ha sucedido en estos casos de desesperación que la primera reacción de la masa inflamada cuando no hay dinero es iniciar el saqueo a supermercados y almacenes.
Este fue solo el principio del caos.
Para colmo de males las ciudades se fueron quedando sin autoridades; la policía fue pequeña para detener a la marea humana impulsada por el miedo y dispuesta a todo.
Los policías mal pagos de los países subdesarrollados pronto se sumaron a los saqueadores porque los guardianes de la ley también tenían hijos que alimentar y los gobiernos no podían garantizarles sus sueldos.
Vi en mi sueño como los ejércitos eran desplazados a lo largo de los cientos o miles de kilómetros de los oleoductos, y millares de soldados fuertemente armados vigilaron las refinerías porque se convirtieron en blancos de guerra.
Sin embargo con el correr del tiempo no pudieron controlar a los terroristas que se especializaron en robar petróleo. Patrocinados por las mafias atacaban con armamento sofisticado y se salían con la suyas.
La gasolina comenzó a no llegar a las ciudades y las gasolineras fueron saqueadas e incendiadas. Carro tanque que circulaba con olor a nafta era ordeñado en plena vía ante la vista complaciente de los ciudadanos que esperan su tetero.
Los coches comenzaron a dejar de circular; solamente los muy ricos que habían acaparado algún dinero compraban gasolina en el mercado negro, pero pronto comenzaron a peligrar porque el oro liquido que llevan en sus tanques de combustible comenzó a valer más que los billetes cada vez más desvalorizados.
Las motocicletas fueron los últimos vehículos en desaparecer y se convirtieron en el vehículo perfecto para las pandillas juveniles que se especializaron en asaltar en las carreteas y ciudades a cualquier vehículo que circulase para robar gasolina, el dinero era lo de menos.
Los 6 únicos dineros que comenzaron a valer fueron la comida, la gasolina las medicinas, las materias primas, los artículos de primera necesidad y las armas. Se retrocedió a la antiquísima economía del trueque.
Después de pocos años de iniciado el colapso la policía y el sistema judicial desaparecieron por completo por falta de sueldos. Es entendible porque la gente no volvió a pagar impuestos y los recaudos al comercio fueron parte del pasado: la nueva economía se llamó mercado negro.
Ningún gobierno en el mundo estaba preparado para la hecatombe final y se sorprendieron por la rapidez con que se propagó la epidemia energética por la faz de la Tierra.
Los países más poderosos comenzaron a afrontar los peores problemas al tener que lanzarse a la guerra contra otros dinosaurios igualmente colmilludos que estaban aun más hambrientos persiguiendo la misma carnada.
La guerra final, para la cual los países se habían estado preparando por tantos años con armas de destrucción masiva, fue la más sucia, despiadada y brutal: los anteriores tratados y restricciones conquistados por las organizaciones humanitarias fueron violados flagrantemente y a la voz de guerra mundial todas las atrocidades del pasado fueron revividas y potencializadas.
No se trataba ahora de los 1800 millones que había cuando ocurrieron las aisladas guerras pasadas; en la guerra final del tercer milenio se enfrentaban la escalofriante suma de ocho mil millones de personas que el mundo no podía mantener sino con la energía de un mar de petróleo que se secaba aceleradamente. Se trataba pues de una conflagración mundial de dimensiones colosales y de carácter apocalíptico.
Las ciudades actuales se habían construido sobre la base del petróleo y de tal forma como si el crudo milagroso nunca les fuera a faltar.
Un camión que transporta materiales hace el trabajo de 500 hombres consumiendo algunos galones de gasolina. Cuando faltó el líquido inflamable, los vehículos fueron abandonados en las mismas vías. A su vez éstas se llenaron de carretas y coches de bestia que hacían los trabajos que demandaban los acorralados habitantes.
Las calles inundadas de hombres, mujeres ancianos y niños recorrían vías a pié en busca de algo que les sirviera para comer o abrigarse. El pillaje se volvió la mejor profesión y debido a la ausencia de la autoridad las disputas eran saldadas por la misma gente.
El comercio de armas era el único que estaba prosperando. Lo anterior se presentaba en todas las ciudades ricas y populosas del mundo, en razón en todas ellas se presentaba la misma situación… el colapso era mundial.
Las empresas de energía eléctrica y las distribuidoras de gas despidieron trabajadores y comenzaron a quebrarse porque los usuarios no podían pagar sus cuentas de servicios; comenzó el racionamiento y los cortes de energía fueron cada vez más frecuentes hasta el apagón final y definitivo.
Las basuras no se volvieron a recolectar y nadie fue capaz de reemplazar a hombro a los forzudos y adaptados camiones que las botaban (se necesitarían 500 hombres para igualar el trabajo que puede hacer un camión a gasolina) y, además, ningún automóvil o camión podía transitar. Únicamente las pandillas juveniles motorizadas fueron la ley y los amos del comercio. Prestaban “servicios especiales de muerte” a quien bien podía retribuir por ellos.
En el principio de la crisis la gente permaneció en las ciudades. Allí habían edificado sus casas, tenían sus pertenecías, industrias y todo por lo que habían luchado; querían aferrase a sus realizaciones y además no se les ocurría a dónde ir.
Con el correr del angustioso tiempo de desesperación y violencia sin límites, las ciudades fueron agotando sus recursos, los ancianos y enfermos habían muerto por la desesperación y el hambre. Los niños que quedaban huérfanos morían desprotegidos debido que las pocas y enfermas madres que quedaba no les alcanzaban para atender a los propios.
Comenzó entonces el éxodo hacia los campos en busca de comida pero fueron enfrentados por tenaces campesinos entrenados para cortar un árbol con machete y, antes de dejarse invadir por una turba famélica y melancólica, no tuvieron más remedio que especializarse en cortar cabezas y abonar el campo con cadáveres.
La desnutrición, la suciedad y las plagas hicieron aparecer la temida gripa aviar que se extendió por toda la faz del planeta y mató a 4000 millones de personas en poco tiempo. A los que se despidieron de la vida les fue mejor que aquellos que quedaron: Los cadáveres, no pudiendo ser enterrados en los cementerios alejados, eran sepultados por sus familiares en los parques o zonas verdes. La basura inundó las calles y los mosquitos y las ratas proliferaron de tal manera que la gente comenzó a enfermar en masa.
Pude observar claramente en mi espeluznante pesadilla como en ciudades como New York y las Vegas, antes emporios de dinero y derroche, como muchos potentados que antes viajaban en jets privados y limosinas, llegaron hasta el punto de alimentarse de las ratas que lograban cazar.
También se dieron casos de canibalismo. La humillación extrema que el destino tenía reservada para los soberbios que contaminaron el mundo fue simplemente inhumana y macabra.
En otras latitudes se desarrollaba otro drama no menos aterrador: los ejércitos consumían en sus barcos, tanques, camiones y aviones mares del mismo combustible por el cual se mataban. Los hombres y mujeres que peleaban en la guerra se dieron cuenta que ya nunca podrían regresar a sus hogares porque seguramente sus hijos padres y familiares ya habrían muerto.
Sin futuro y sin esperanzas no les quedó otra opción que pelear hasta que el petróleo se les agotó a todos. Los que no perecieron por las balas murieron de hambre y desesperación y en una guerra en que nadie ganó: todos perdieron.
Por otra parte las centrales nucleares se quedaron sin el tecnológico mantenimiento que exigía enormes sumas de dinero. Al ser abandonadas sin atender dispositivos técnicos, algunas explotaron formando monstruosos hongos radioactivos de contaminación letal cuyas nubes infestadas de rayos gamma se diseminaron por el mundo sembrando el cáncer a los que se resistían a la muerte.
En el mundo del desespero no había ricos ni pobres sino un mundo de desgraciados. Nunca hubo tantos muertos tirados sobre la faz de la tierra. Los vivos envidiaban a los muertos y los suicidios en masa constituyeron la mejor solución. La muerte estaba celosa porque los hombres le estaban quitando su trabajo.
A los que peor les fue en este mega-exterminio global fue a lo máximos potentados, jeques, políticos, reyes y gobernantes que se habían atrincherado cobardemente en zonas extra protegidas.
Habían acaparado petróleo y provisiones “para toda la eternidad” imitando a los faraones. Pronto llegó el momento en que no podían pagar a sus rufianes que los protegían y fueron masacrados cruelmente por las mismas sanguijuelas que les servían de séquito.
Juzgados por improvisadas cortes marciales de morbosos asesinos, algunos reyes y potentados fueron desollados vivos y otros quemados en hogueras por haber sido ellos los directos culpables del genocidio global.
Los países comenzaron a desaparecer por falta de gobernantes y los ejércitos que aún contaban con armas, no sabiendo por qué y por quién luchar, se desparramaron por todo el mundo matando a quien tuviese algo de comida y violando a cuanta mujer joven encontraban a su paso: luego, en un acto de “suma compasión,” la mataban.
Las inundaciones costeras debido al deshielo, los terremotos y huracanes fruto del calentamiento global, los incendios forestales y los huracanes con sus trombas arrasadoras consecuencia de un clima enloquecido pusieron el toque final convirtiendo el mundo en un infierno.
En la tierra no quedaba ningún niño que brindara una sonrisa. Únicamente soldados de caras duras y conciencias ennegrecidas por la guerra, aquellos que resistieron hasta lo último, apoyados por sus armas, se dieron al saqueo y al exterminio de cuanta cosa se movía; y al final, cuando todo fue desolación y hastío, terminaron acribillándose a sí mismos… eso habían aprendido en la guerra. El exterminio humano fue total.
De pronto desperté sobresaltado y mire a alrededor: todo estaba en orden y en paz. Respiré profundamente y di gracias al Cosmos Infinito por que todo esto había sido un sueño, una terrible pesadilla… ¡que alivio! Salí a la calle para ver mi ciudad y observé larga filas de automóviles que lentamente se desplazaban arrancando y frenando en cada semáforo. Luego permanecían encendidos en cada espera. Por lo regular el conductor viajaba solo y pensé. -Un vehículo de dos toneladas con un motor 8 pistones que quema tanto combustible para transportar a una sola persona-.
Luego me desplace caminando hacia un centro comercial cercano. Era el día de las brujas y los ríos de niños felices disfrazados con mascaras y atuendos todos hechos de derivados del petróleo. Los almacenes habían sido adornados con telarañas plásticas, pinturas aerosoles de nieve producto del petróleo.
Entré al súper centro comercial y estaba atestado de nuevas mercancías. Se acercaba la navidad y estanterías de varios niveles estaban colmadas de juguetes, árboles de navidad, decoraciones, pantallas de plasma, computadores, artículos para el hogar, todo hecho de los derivados del crudo.
Los extensos parqueaderos saturados de automotores esperaban a sus dueños que salían de los almacenes llenos de regalos y artículos, la mayoría innecesarios. El abundante dinero, fruto de una economía artificial basada en un recurso no renovable, alimentaba la cultura del despilfarro. El progreso desenfrenado a costa del deterioro del aire, la tierra, las selvas, los ríos y el mar parecía que no le importaba a nadie… la comodidad y el lujo ante todo.
Regresé a mi habitación y me pregunté en silenció: ¿Qué está haciendo la sociedad para evitar que mi sueño pronto se convierta en realidad?
Si China detiene su crecimiento la economía del mundo colapsa; y si no se detiene, la ecología del mundo colapsa… China no se va a detener, tampoco ningún país.
¿Qué crees que va a pasar entonces y qué podemos hacer?
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