Hay pánico entre agricultores de Estados Unidos. La transnacional de semillas transgénicas Monsanto no sabe qué hacer con el amaranto (kiwicha) que está acabando con sus sembrados de soja.
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Finalmente la Madre Naturaleza decidió castigar a las Multinacionales que trabajan para la obra de Satán yendo en su contra, y lo mejor, es que no pueden hacer nada al respecto más que aceptar su derrota.
Esa planta tiene varios nombres anteriores a Cristóbal Colón, pero también el latino-Amaranthus caudutus. Y desde los siglos XI y XII o antes era elemento básico de la dieta de los pueblos andinos. Así como la papa, el maíz, fríjoles y el huauzontie, pero la conquista terminó con ellos. Este pánico se debe a una mala hierba, el amaranto (conocida en el Perú como kiwicha) que decidió oponerse a la transnacional Monsanto, e invadir sus predios. Esa empresa tristemente célebre por su producción y comercialización de semillas transgénicas nunca contó con un competidor desleal.
Ahora es el renacimiento del amaranto y Monsanto no tiene el poder de suprimirlo como los civilizadores de Colón. Ahora puede ser la salvación agrícola y ecológica de los pueblos andinos y otros como el mexicano.
En los anchos campos, propiedad de las multinacionales de los Estados Unidos los agricultores han tenido que abandonar miles de hectáreas de soja transgénica por culpa del amaranto. Y otros miles están gravemente amenazados por ese invasor.
En 2004 un agricultor de Atlanta comprobó que algunos brotes de amaranto resistían al poderoso herbicida Roundup. Los campos víctimas de esta invasora mala hierbahabían sido sembrados con granos que contenían un gen que resistía al herbicida.
Desde entonces la situación ha empeorado (o mejorado, según el ángulo desde donde se mire) y el fenómeno de la aparición del amaranto se ha extendido a Carolina del Sur y del Norte, Arkansas, Tennessee y Missouri. Según un grupo de científicos británicos del Centro para la Ecología y la Hidrología, se ha producido una transferencia de genes entre la planta modificada genéticamente y algunas hierbas indeseables como el amaranto.
Normalmente las malas hierbas desaparecen, pero esta vez no ha ocurrido así. Esto contradice las afirmaciones de los defensores de los organismos modificados genéticamente (OMG): es imposible una hibridación entre una planta modificada genéticamente y una planta natural no modificada. Tal cosa según los técnicos transgénicos es simplemente tan absurda como si apareciera mañana un bicho, mezcla de elefante y jirafa.
Según el genetista británico Brian Johnson, …puede tratarse de un cruce ocurrido entre varios millones de probabilidades. Una vez creada, la nueva planta poseería una enorme ventaja selectiva y se multiplicaría rápidamente. El potente herbicida que se utiliza aquí, Roundup, a base de glifosato y de amonio, ha debido ejercer una presión enorme sobre la planta, la cual ha aumentado aún más su velocidad de adaptación.
Así, al aparecer un gen de resistencia a los herbicidas ha dado origen a una planta híbrida surgida de un cruce entre el grano al que se supone protege y el humilde amaranto, al cual ahora el herbicida no puede eliminar.
Los granjeros transgénicos tienen que aprender ahora de los aztecas
La única solución para los granjeros sería arrancar a mano las malas hierbas, lo cual no sería rentable. Y, además, volverían a reproducirse. ¿Qué pueden hacer?.
Quizás podrían aprender la historia de pueblos que eran primitivos, y ni conocían términos como herbicida, transgénico, genético, etc… pero por lo visto si conocían el valor de lo ecológico y cultivaban sus tierras como se hacía antes, de forma natural. Esto ya no es posible dadas las enormes dimensiones de los cultivos y la aparición de Monsanto, el Gran Hermano, que enseñó al agricultor a sembrar con semillas que dan el mil por uno, matan las malas hierbas gracias a los herbicidas y requieren poca mano de obra.
Ahora a muchos granjeros, al estar esas hierbas profundamente arraigadas, les es muy difícil arrancarlas. Así es que lo que hacen simplemente es abandonar las tierras.
El diario inglés The Guardian publicaba un artículo de Paul Brown que revelaba que los genes modificados de cereales habían pasado a plantas salvajes y creado un supergranoresistente a los herbicidas, algo inconcebiblepara los defensores de las semillas transgénicas.
Resulta divertido constatar que el amaranto o kiwicha, considerada ahora como planta diabólicapara la agricultura genética, fuera sagrada para los incas. Cada planta produce una media de 12.000 granos al año y las hojas, más ricas en proteínas que la soja, contienen vitaminas A y C, y sales minerales.
Una teoría bastante popular afirma que el origen de la palabra Caracas proviene del nombre de esta planta, el amaranto, tal cual lo pronunciaban desde épocas prehispánicas los habitantes de la zona conocida por el mismo nombre: el valle de Caracas, el cual fue próspero gracias en parte a esa planta. Ellos la llamaban ?caraca?.
En México se usa el amaranto para fabricar atole y alegrías, que son semillas de amaranto mezcladas con miel o piloncillo (Panela).
Así este boomerang (el amaranto), devuelto por la naturaleza a los cultivos transgénicos para neutralizar a las multinacionales, no sólo sustituye a los depredadores, sino que se instala en sus predios con fuerza. Y se trata de una planta fértil y bella que podría alimentar a la humanidad en caso de hambre.
Soporta la mayoría de los climas, tanto las regiones secas como las zonas de monzón y las tierras altas tropicales. No tiene tampoco mayores problemas ni con los insectos ni con las enfermedades con lo que no necesita productos químicos, para proliferar… Es también un cultivo que puede prosperar en condiciones agroclimáticas adversas, tales como sequías, altas temperaturas y suelos salinos.
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]