El Fantasma del Colapso Económico Vaga por Todo el Mundo

La amenaza de la quiebra técnica en Estados Unidos pasó. Una bancarrota que ya pudo haber sido una realidad el pasado 2 de agosto.

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Por Vlad Grinquévich

El gobierno estadounidense ha podido llegar a un acuerdo sobre la ampliación del límite de su deuda que, en estos momentos, está en los 14,3 billones de dólares y que fue superado ya el 16 de mayo del año en curso.

Durante el transcurso de las conversaciones del pasado fin de semana, los republicanos y los demócratas se vieron obligados a pactar que el 1 de agosto el Congreso de EEUU revisaría la ley sobre el techo de la deuda pública.

Similitudes y diferencias

El acuerdo contempla el aumento del techo de la deuda pública de EE.UU. hasta los 2,1 billones de dólares. En este punto, hay que recordar que desde el 2001 el límite de la deuda ha sido ampliado diez veces. Al mismo tiempo se ha previsto la reducción del gasto público en un billón de dólares a lo largo de diez años, para lo cual se formará una comisión especial que, además, intentará recortar el presupuesto en otros 1,5 billones de dólares.

Pero no sólo Estados Unidos se vio envuelto en problemas financieros. A corto y medio plazo, todo el mundo está en peligro de verse cubierto por una oleada de bancarrotas. De momento, Grecia ya afronta una quiebra parcial: el 25 de julio, la agencia Moody?s rebajó la calificación soberana del país de Caa1 a Ca. La deuda soberana con esta calificación se contempla como especulativa y el país emisor es considerado como próximo a la bancarrota. A los dos días, Standard & Poor?s también rebajó la nota griega de CCC a las dos CC previas a la quiebra. Los analistas no se cansan de repetir que el virus griego puede propagarse a otros miembros de la UE y, dentro de unos años, podría acabar contagiando a la misma China.

Es evidente que la bancarrota es algo muy serio para un país, pero sólo el hecho de que exista una amenaza es ya una señal de que la economía está mal.

La causa técnica de todas las bancarrotas es la misma: se piden préstamos sin analizar las posibilidades del servicio de los intereses y su devolución. Se gasta el dinero recibido de un forma poco efi?az y cuando llega el momento en el que la caja está vacía y no hay con qué pagar, se hace necesario reestructurar la deuda o conseguir que ésta sea condonada. Esto es lo que ocurrió en la Rusia de 1998, y lo que ha pasado en Grecia y en los países con menos recursos económicos de la UE. Incluso Estados Unidos se ha visto en esta tesitura.

Pero los paralelismos terminan aquí. Si en 1998 Rusia sufrió una quiebra total, cuando no pudo afrontar los intereses por sus bonos a corto plazo, en el caso griego, de momento sólo se trata de la reestructuración de una parte de la deuda pública, lo que se denomina quiebra parcial. En lo que respecta a Estados Unidos, allí la amenaza de bancarrota técnica es en gran parte resultado de las luchas intestinas entre los republicanos y los demócratas para dirimir determinadas cuestiones organizativas antes de las elecciones. La factura la pagará el ciudadano medio estadounidense.

Rusia y los Estados Unidos

La quiebra en Rusia fue una de la etapas de la crisis sistémica que sufrió la economía rusa a comienzos de los años noventa del siglo pasado “El PIB caía en un 7-10 % al año, una inflación crónica impedía el funcionamiento normal de la economía y el gobierno aumentaba el gasto público”, recuerda el director económico de la compañía de inversión “Troika Dialog”, Yevgueni Gavrilenkov. En estas condiciones, a finales de 1995, el gobierno entró en un juego peligroso, introduciendo en el mercado interno bonos a corto plazo a un tipo de interés muy alto (durante la primavera de 1998 su rentabilidad llegó a alcanzar, según Gavrilenkov, el 80% anual en divisas). “Los tipos de interés de los bonos estadounidenses a dos años es del 0,4% y los emitidos a diez años llegan al 4%”, puntualiza el experto.

Para pagar los dividendos de aquellos bonos a corto plazo, el gobierno se vio obligado a tomar el dinero del circuito económico del país. El Banco Central de Rusia complicó el proceso de concesión de créditos a las empresas nacionales hasta tal punto que, en la práctica se hizo imposible conseguirlos, lo cual llevó a una crisis de impagos. En lugar de dinero, las empresas comenzaron a utilizar pagarés. El problema es que la ausencia de la circulación monetaria llevó a un drástico descenso de las aportaciones al erario público. En aquellas condiciones la única fuente de ingresos para el estado eran la industria extractora y el sector energético.

Pero, ahí no se quedó la cosa, el gobierno decidió mantener una cotización injustificadamente alta del rublo al introducir en 1995 un corredor de divisas. Esta fue una medida especial para garantizar las inversiones extranjeras en los bonos a corto plazo rusos. Todos estos factores conjugados eran premisa suficiente para una crisis económica a gran escala. Sólo faltaba el detonante para que estallara, y este se dio con la caída de los precios del petróleo tras la crisis bursátil asiática de 1997. Paradójicamente, muchos analistas consideran que la quiebra fue una catarsis, una liberación y la salida al callejón sin salida en el que se encontraba la economía rusa, acorralada por la política de su gobierno.

La economía estadounidense actual, a diferencia de la rusa de los años noventa, está creciendo, aunque no con demasiado brío (cerca del 3% en 2010), mientras que la inflación es del 3% anual. El verdadero problema de EEUU es su deuda pública. Esta cuestión viene ya de largo y comenzó en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, con el fuerte aumento de los gastos en la defensa, extremo que disparó los presupuestos. La deuda pública de la época se situó en unos estratosféricos 121% del PIB. En los últimos años, los índices del endeudamiento se han reducido pero, de todas formas, continúan siendo altos. Si en 1940, el endeudamiento estadounidense era de 50.690 millones de dólares, en 1950 ya había subido a los 256.000 millones. No obstante, la deuda, hasta la fecha, no ha sido un impedimento para el crecimiento de EEUU.

El pico del endeudamiento público que se dio en 2008-2010 está relacionado con las medidas anticrisis. “El gobierno de EEUU, al adquirir las deudas de las compañías en dificultades, provocó una subida brusca de su deuda pública y de los gastos presupuestarios para su servicio – aclara Yevgeni Gavrilenkov -, pero si se hubiera decidido dejar al sector privado a su destino, la crisis se habría tornado incontrolable”.

Además de la compra de los bonos tóxicos, el gobierno de EE.UU. dedicó una gran cantidad de fondos a financiar programas sociales y a la lucha contra el desempleo. Finalmente, la deuda creció desde los 8,25 en 2007 hasta los 14,1 billones de dólares en 2010. A pesar de esto, los expertos no creen que esto sea un problema irresoluble para la economía de EEUU. “Los inversores, igual que antes, están dispuestos a invertir en bonos estadounidenses -comenta el director del departamento de análisis del Banco de Moscú, Kiril Tremasov.- El volumen mundial de ahorro es muy grande y, hoy por hoy, todavía no hay una alternativa a esta situación”. Además, una pequeña reducción de la calificación crediticia de EEUU (y no se espera una caída sustancial) no influiría fuertemente en la situación.

”Back to the USSR”

La actitud de los inversores hacia las deudas de los países periféricos de la Unión Europea es otra muy diferente. Las agencias de calificación más prestigiosas de mundo: Moody?s y Standard&Poor?s no hace mucho que rebajaron la nota de Grecia hasta el límite de la bancarrota, porque no ven en la economía de este país reservas para salir del agujero. Según Yevgueni Gavrilenkov, desde el momento en que fue creada la UE, el país heleno ha vivido por encima de sus posibilidades. “Sin tener una base industrial y sin producir prácticamente nada, los griegos llevaban un nivel de vida comparable al alemán”. Gavrilenkov apunta que por su dinámica de desarrollo la economía griega está por detrás de la turca, pero, paradójicamente, la renta per capita es cuatro veces más alta que la de su vecino.

Esto es posible, en palabras de Gavrilenkov, porque la “zona euro es un gran espacio socialista, donde Alemania juega el papel que jugaba en la URSS la República Socialista Federada de Rusia financiando las economías de las demás repúblicas de la Unión”. La UE puede estar concediendo créditos y subsidios a los griegos infinitamente pero, hasta que Grecia encuentre sus propias herramientas de crecimiento, todo será en vano y la crisis volverá siempre a su cita con tozudez.

Las quiebras que están por llegar

Una bancarrota total, no parcial como la que se ha efectuado, en opinión de Kiril Tremasov, podría haberle servido a Grecia de impulso para salir de la crisis. Pero el instrumento principal para poner en marcha este mecanismo es la devaluación de la moneda, cosa que, hoy por hoy, es imposible por razones obvias. “Grecia debería salir de la zona euro, volver al dracma y devaluarlo – considera el analista del Banco de Moscú. Pero, al menos por el momento, las razones políticas pesan más que la fría lógica de los números. La Unión Europea no tiene prevista la salida de ninguno de sus miembros.

Si embargo, el comportamiento de la bolsa indica una apuesta clara por la quiebra, y no sólo de Grecia, sino de otros miembros periféricos de la Unión”. Pero con Estados Unidos la situación no es tan sencilla. Sí, en estos momentos la deuda pública estadounidense es un problema meramente técnico. En la antesala de las elecciones, los demócratas y los republicanos están intentando ganar puntos, mostrándose como defensores del contribuyente. De ahí vienen los agrios debates sobre toda esta cuestión. Más adelante ya se verá qué pasa, porque es evidente que la elevación del techo de la deuda pública no resuelve nada, sólo aplaza el que EEUU tenga que afrontar esta patata caliente. “Los problemas se acumularán y, tarde o temprano, reventarán por algún sitio – pronostica Tremasov-, y seremos testigos de unas verdaderas tensiones en el mercado de la deuda estadounidense”.

Y el próximo implicado, según Yevgueni Gavrilenkov, puede ser China, que también ha sido arrastrada por la crisis. La caída del consumo en Europa y en EEUU (los clientes principales del gigante asiático) ha obligado a los chinos a orientar su industria al consumo interno que, en estos años de crisis, ya ha crecido en un 30%. Los chinos han realizado esta reestructuración a base de créditos internos, dudosos en ocasiones.

“Estamos hablando de cientos de miles de millones de dólares en créditos concedidos en 2009-2010 – analiza el presidente del Centro de Intercambios Comerciales ruso-chino -. Pienso que fue una medida correcta orientada a mantener el ritmo de crecimiento”. El experto reconoce que una parte importante de estos créditos podrían estar compuestos por “créditos malos”, que se concedían sin las garantías pertinentes “solamente para mantener el nivel de la demanda”. “A largo plazo esto va a generar serios problemas, opina Gavrilenkov. – La crisis china se producirá dentro de varios años. Serguei Sanakoev está seguro de que la amenaza de la crisis de la deuda en China reviste más bien un carácter virtual, puesto que “la economía china dispone de muchos mecanismos bien engrasados capaces de solucionar este problema”. El experto destaca que en las últimas décadas China en reiteradas ocasiones resolvió con éxito los problemas en el sector financiero y “también sabrá hacerlo esta vez”.

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