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Stephen Walt es profesor de la Kennedy School de la Universidad de Harvard y co-autor, junto a John Mearsheimer, del libro El lobby israelí, en el que analiza la poderosa influencia de este grupo de presión en el diseño de la política exterior de EE.UU. en Oriente Medio.
La Vanguardia, España
Walt visitó Barcelona recientemente con motivo de la Barcelona Summer School in International Politics, que organiza cada año el IBEI.
– Cuando nos referimos al lobby israelí de EE.UU., de qué estamos hablando?
El lobby israelí de EE.UU. es una coalición de un amplio número de personas y organizaciones de los que algunos son judíos americanos y algunos no. La posición común que estas personas comparten es la de apoyar una relación especial entre Israel y EE.UU., en la que Washington dé un apoyo total a Tel Aviv sin importar lo que haga. Esta es la posición básica.
– ¿No hay fisuras en este apoyo a Israel dentro del lobby?
Dentro del lobby no se coincide en todas los asuntos. Algunos grupos en esta amplia coalición están a favor de una solución al conflicto entre palestinos e israelíes mediante la convivencia de dos estados, mientras que otros se oponen fuertemente a esto. Pese a ello, sí coinciden en defender una relación especial entre Israel y EE.UU.
– ¿Dentro del lobby proisraelí hay también grupos cristianos?
Sí, son grupos evangélicos, que se refieren a sí mismos como cristianos sionistas. El apoyo de éstos a Israel suele ser de línea dura. Por ejemplo, defienden la idea del Gran Israel, que incluye todos los territorios palestinos. Esto está basado en su interpretación de la Biblia: una de las condiciones para que Jesucristo vuelva a la tierra es que los judíos controlen a todos los palestinos.
– Así, estos grupos cristianos utilizan a Israel para llevar a cabo sus ideas teológicas?
Exactamente. En el libro demostramos, además, que las organizaciones más poderosas dentro del lobby, incluyendo los cristianos sionistas, están defendiendo políticas que no son buenas ni para EE.UU. ni para Israel.
– En su obra se refiere al profundo ascendiente de este lobby en la Administración de EE.UU. ¿Cómo se lleva a cabo esta influencia?
Hay distintos mecanismos: uno es intentar que la gente que les apoya pueda acceder a cargos electos. Este lobby está muy atento a quien se presenta para el Congreso o para la presidencia de EE.UU., y cuál es su opinión sobre Oriente Medio. Si gusta, le ayudan con dinero. Por otro lado, los grupos del lobby publican distintos artículos, textos, informaciones para intentar que otros estadounidenses tengan una visión favorable a Israel y, naturalmente, atacan a quien se muestra crítico con la actitud de Tel Aviv. Finalmente, logran influir en la Administración colocando a su gente en posiciones clave del Gobierno, como el departamento que diseña las políticas de Washington en Oriente Medio. Esto no se diferencia de como funcionan otros grupos de presión.
– ¿Cómo se percibe desde Israel el papel de este lobby, que pese a querer ayudar, a veces es más un problema que una solución?
Algunos líderes israelíes, como el ex primer ministro Isaac Rabin, se han mostrado a disgusto con el rol de este lobby. Rabin, por ejemplo, quería hacer pasos hacia la paz y los miembros del lobby se oponían. Le daré dos ejemplos de cómo el papel del lobby es malo para Israel: uno son los asentamientos. Muchos israelíes entienden que el intento de colonizar Cisjordania fue un error. Estados Unidos no pudo hacer nada para parar la construcción de asentamientos porque el lobby lo impidió, cuando lo mejor hubiera sido detener la creación de colonias hace muchos años. Otro ejemplo lo encontramos con la guerra del Líbano de hace dos años. El lobby apoyó la estrategia de Israel de atacar a Hizbulá, en vez de intentar buscar otra solución al conflicto.
– ¿Qué papel tuvo y tiene el lobby proisraelí en la invasión de Iraq y en la retórica sobre un posible ataque militar a Irán?
Respecto a Iraq, toda la idea de invadir este país y derrocar a Saddam Hussein fue obra de los neoconservadores, de los que algunos son judíos y otros no, y que forman parte de la línea dura del lobby proisraelí. Éstos presionaron a Clinton y a Bush en su primer mandato para ir detrás de Saddam, aunque no tuvieron éxito. Después del 11-S, pudieron persuadir a Bush de que era una buena idea, algo que nunca antes pudieron hacer. Derrocar a Saddam iba a ser, para ellos, bueno para Israel, EE.UU., Iraq y la región en general. Se equivocaron. Por lo que refiere a Irán, sólo los neoconservadores piensan en un ataque a Irán, pese a que todo el mundo lo ve como un problema.
– Durante el proceso de primarias, los candidatos a la presidencia de EE.UU. acudieron a hablar ante el AIPAC, uno de los grupos más potentes dentro del lobby. ¿Por qué tienen que hacerlo?
En primer lugar, déjeme decir que el hecho que los candidatos acudan a hablar ante el AIPAC y, una vez allí, muestren su devoción hacia Israel es un indicativo de cuán poderosa es esta organización. Si el candidato no logra su apoyo va a tener difícil la elección, porque los judíos americanos son grandes financiadores de campañas. Por otro lado, no estar en sintonía con este grupo no significa ganar el apoyo de otros grupos igualmente poderosos. Finalmente, y es muy interesante, lo que ha cambiado este año, quizás por primera vez, es que todos los candidatos fueron criticados por complacer con sus discursos al lobby tanto como lo hicieron. Esto sugiere que EE.UU. está empezando a darse cuenta que la influencia de estos grupos de presión de línea dura no es saludable para el país.
– ¿Cuál es la relación entre el lobby proisraelí de EE.UU. y la prensa del país?
Hay esta idea histórica del control judío de los medios de comunicación, algo con lo que no estoy de acuerdo. No obstante, si hay mucha gente en la prensa que es proisraelí y así lo escribe o comenta. Por otro lado, hay organizaciones dentro del lobby que controlan todo lo que se publica y presionan para que se den informaciones favorables a Israel, y se enfadan cuando se publica alguna noticia crítica. Por eso, muchos periodistas hacen mucha autocensura para no ser atacados por estas organizaciones. No es, pues, que el lobby controle a la prensa, sino que trabajan muy duro para asegurarse que haya una correcta cobertura de los asuntos israelíes. Esto no es saludable, porque significa que no podemos tener una conversación sobre política exterior americana.
– ¿Qué papel jugará este lobby en las próximas elecciones a la presidencia de EE.UU.?
Ya se ha visto como los candidatos han acudido a hablar ante el AIPAC para obtener el apoyo del lobby proisraelí. Creo que este grupo de presión hará lo mismo que ha hecho en el pasado, es decir, asegurarse que el próximo presidente de EE.UU. no hace nada para la creación de un estado palestino. Para hacer esto se necesitaría una presión equidistante a Israel y a la ANP. Pero no creo que ni Obama ni McCain lo quieran.
– ¿Así, al lobby no le importa quien gane para seguir con su empeño de proteger a Israel?
Dentro del lobby hay diferentes opciones, pero no creo que la política estadounidense en Oriente Medio vaya a cambiar gane quien gane.
– Entonces, no cree que ni Obama ni McCain vayan a traer un gran cambio?
Si miras las posiciones de Obama y de McCain y de las personas que están a su alrededor ves que apuestan por que EE.UU. tenga un papel dominante a nivel militar en los asuntos internacionales. Pienso que mucha gente va a estar sorprendida de qué poco cambia la política exterior estadounidense. De todos modos, sí va a haber una mejora respecto a Bush, que es, de lejos, el peor presidente de EE.UU. de los últimos años. Pero, pese a ello, ninguno de los dos candidatos van a tomar una dirección opuesta a la llevada hasta ahora en lo que respecta a política exterior. El estilo será diferente y sonará mejor, pero no cambiará.
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