El Triángulo de las Bermudas: Trastornos del tiempo y el espacio. Otros mundos

LOS INVESTIGADORES DEL TRIÁNGULO DE LAS Bermudas han advertido hace tiempo la existencia de otra zona misteriosa en los océanos del mundo. Está situada al sudeste de Japón, entre este país y las islas Bonin, y más específicamente entré Iwo Jima y la isla Marcus, y su historia y su reputación la señalan como un lugar de grave peligro para barcos y aviones.

Ya sea que los barcos se han perdido allí como consecuencia de la erupción de volcanes submarinos, o de súbitas marejadas, lo cierto es que esta región, llamada Mar del Diablo, goza de una fama aún más siniestra -por lo menos oficialmente- que el Triángulo de las Bermudas. Después de la investigación realizada por un buque del gobierno, en 1955, las autoridades japonesas resolvieron declararla zona peligrosa.

El Mar del Diablo ha despertado temor desde antiguo entre los pescadores, que creen que está habitado por seres satánicos, demonios y monstruos que se apoderan de los barcos desprevenidos. Naves de mar y aire desaparecieron regularmente allí durante muchos años, pero en una época en que Japón gozaba de paz, entre 1950 y 1954, se perdieron nueve modernas embarcaciones, cuya tripulación total alcanzaba a varios centenares de personas y en circunstancias características (intensas búsquedas por mar y aire, falta de restos o manchas de aceite) de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas.

Las dos zonas presentan coincidencias impresionantes: el Triángulo incluye, casi en su extremo occidental, en una longitud 80 grados Oeste, una línea donde el Norte magnético y el Norte verdadero resultan alineados, sin necesidad de calcular una variación del compás. Esta misma longitud cambia su denominación cuando pasa por los Polos, convirtiéndose en 150 grados Este. Continúa desde el Polo Norte hacia el Sur, pasa al este del Japón y cruza por el medio del Mar del Diablo.

En este punto, la aguja del compás también señala hacia el Norte magnético y el Norte verdadero al mismo tiempo.

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Las inexplicables desapariciones ocurridas en este equivalente japonés del Triángulo de las Bermudas movieron al Gobierno a realizar una investigación, que tuvo lugar en 1955.

Esta expedición incluía a un grupo de científicos que iban recogiendo datos mientras su barco, el Kaiyo Maru N.° 5, cruzaba el Mar del Diablo, y tuvo un final espectacular: de pronto, el barco investigador desapareció junto con su tripulación y los científicos.

La existencia de una o más zonas de desapariciones similares a éstas en los océanos del mundo ha movido a hacer algunas especulaciones bastante desusadas. Se han elaborado teorías relativas a trastornos antigravitacionales, suponiendo que hay zonas en que las leyes de gravedad y de atracción magnética normal no funcionan de la manera que nos es familiar.

Ralph Barker, autor del libro Great Mysteries of the Air, anota que los nuevos descubrimientos en el campo de la Física,

“demuestran la existencia de partículas de materias antigravitacionales” y sugieren “la presencia de materia antigravitacional o ‘contraterrenal’ de naturaleza totalmente distinta de las conocidas en este planeta…, de asombroso poder explosivo cuando (se) aproxima a alguna materia de las conocidas…, situada en ciertas regiones de la Tierra…”.

Barker deja entrever la posibilidad de que esta sustancia haya llegado desde el espacio para depositarse bajo la corteza terrestre de los continentes y, con mayor frecuencia, de los océanos. Esta teoría ofrece una posible explicación de los trastornos electrónicos y magnéticos dentro de algunas zonas, pero no explica en cambio las numerosas desapariciones de barcos y aviones que se hallaban a la vista de tierra. En este sentido, cabe recordar los informes acerca de otras áreas de anomalías magnéticas, en que la fuerza de atracción de algo oculto bajo el agua resulta más poderosa que la del Norte Magnético Polar.

En su artículo titulado “The Twelve Devil’s Graveyards Around the World” (Los doce cementerios diabólicos alrededor del mundo), escrito para la revista Saga, Ivan Sanderson hace un estudio más detallado del Triángulo de las Bermudas y otras regiones sospechosas.

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Al señalar los lugares del mundo en que se han producido desapariciones de aviones y barcos, Sanderson y sus colaboradores descubrieron, en primer término, que la mayoría ocurrieron en seis zonas, todas las cuales tenían más o menos la misma forma oblonga y estaban situadas entre las latitudes 30° y 40°, al norte y al sur del Ecuador. Entre ellas figuraban el Triángulo de las Bermudas y el Mar del Diablo.

Al desarrollar aún más su teoría, Sanderson configuró una serie de doce “anomalías” en torno del globo, que se producen a intervalos de setenta y dos grados y tienen su centro exactamente en las latitudes 36° Norte y Sur. Son cinco en el Hemisferio Norte, cinco en el Sur y los dos polos. La razón por la cual el Triángulo de las Bermudas es el más célebre es que allí tiene lugar el mayor número de viajes. Las otras zonas en cambio, aunque menos recorridas, presentaban también evidencias notorias de perturbaciones magnéticas temporales y espaciales.

La mayor parte de estas regiones se halla al este de las masas terrestres continentales donde las corrientes oceánicas cálidas que se dirigen hacia el Norte chocan con las frías que van hacia el Sur. Además, allí se encuentran también los puntos nodales en que las corrientes de superficie toman una dirección y las submarinas otra.

Estas últimas fluyen tangencialmente, y al sufrir la influencia de distintas temperaturas provocan turbulencias magnéticas que afectan la comunicación radial y quizá también la gravedad. En algunos casos, y cuando se presentan condiciones especiales, provocan la desaparición de embarcaciones aéreas y de superficie, haciéndolos dirigirse a otros puntos del tiempo o el espacio.

Sanderson pone de relieve un aspecto muy interesante de la extraña situación que se advierte en estas zonas cuando describe cómo algunos vuelos cuidadosamente programados suelen llegar con un asombroso adelanto. Hay aviones que han arribado con tanta anticipación con respecto a su itinerario, que la única explicación es que hayan encontrado un viento de cola de una velocidad de 800 kilómetros por hora, por ejemplo.

Tales incidentes pueden ser el resultado de vientos no registrados, pero parecen producirse con más frecuencia dentro del Triángulo de las Bermudas y otras, zonas tormentosas, como si dichos aviones se hubiesen encontrado con la anomalía pero hubiesen logrado sortearla o evadirse del “agujero del espacio” que ha costado la vida a tantos viajeros.

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Hace cinco años se produjo un incidente en el aeropuerto de Miami que significó un salto en el tiempo y que nunca ha sido explicado satisfactoriamente. El aparato afectado fue un Boeing 727 de la National Airlines que, al hacer la aproximación para aterrizar desde el Nordeste, y cuando se hallaba dentro de la pantalla de radar del centro de control, desapareció abruptamente y por un lapso de diez minutos.

Luego, reapareció y aterrizó sin dificultades. El piloto y la tripulación mostraron cierta sorpresa al advertir la preocupación del personal de tierra puesto que, según ellos, nada extraño había ocurrido.

A manera de explicación, uno de los funcionarios de control aéreo dijo a uno de los pilotos:

-Muchacho, durante diez minutos has dejado de existir.

En aquel momento, la tripulación verificó la hora en sus relojes y en los diversos instrumentos horarios del avión y descubrieron que todos estaban atrasados diez minutos respecto de la hora real. Fue algo particularmente notable, puesto que el avión había practicado un control horario de rutina veinte minutos antes del incidente, y en aquel momento no se advirtió ninguna discrepancia con el horario real.

Ivan Sanderson hace notar que nuestro planeta opera sobre la base del electromagnetismo y se pregunta si el Triángulo de las Bermudas y algunas otras zonas no funcionan como,

“…enormes máquinas generadoras de otro tipo de anomalías… ¿No podrían tal vez crear torbellinos, dentro o fuera de los cuales los objetos materiales quedarían sometidos a una continuidad de tiempo y espacio diferente?”.

Porque, aparte de las numerosas desapariciones ocurridas, en los últimos años se han producido un número inmensamente mayor de apariciones. Ocurrieron en todo el mundo, durante más de dos siglos y parecen seguir produciéndose, a pesar de los desmentidos oficiales y del hecho de que, en estricta lógica, son “imposibles”. Ningún investigador de los acontecimientos del Triángulo de las Bermudas puede eludir los informes acerca de apariciones de OVNI.

Los OVNI han dado lugar a miles de documentos e investigaciones en los Estados Unidos desde 1947, en que se produjo la primera serie de visiones registrada en tiempos de paz. En el resto del mundo se han producido millares de apariciones; diez mil, solamente en 1966. Muchos millones de personas sostienen haber visto OVNI en Estados Unidos y en otros países. También han sido descritos por observadores competentes desde el punto de vista científico.

Como dijo el doctor J. Allen Hyneck, ex asesor de la Fuerza Aérea en esta materia,

“la inteligencia de los que se dedican a observar estos objetos, y de quienes han informado haberlos visto, es por lo menos normal. En muchos casos está por encima de lo normal y en otros es embarazosamente elevada”.

Los OVNI han sido fotografiados con diversos grados de nitidez; se les ha observado siguiendo a aviones, en algunos casos los han interceptado o destruido, y en algunas ocasiones han aparecido en número considerable sobre capitales como Washington y Roma.

Los comunicados del Gobierno de los Estados Unidos, de la Fuerza Aérea y la Marina han atribuido la mayor parte de las visiones a la Luna, a cometas, halos lunares, espejismos, bolas de fuego, estelas de condensación, estrellas, meteoros, planetas (Venus, especialmente), aviones de prueba, luces antiaéreas, fuegos artificiales, autokinesis (cuando un objeto observado parece moverse), “postespejismos” (cuando un objeto observado se desvanece tan lentamente que se le sigue viendo en otro lugar), fuegos fatuos, fraudes o, sencillamente, ilusiones ópticas masivas.

Sin embargo, los informes acerca de OVNI siguen apareciendo y las diversas e importantes sociedades dedicadas a estudiarlos, así como una verdadera proliferación de libros sobre la materia, hacen que el tema se mantenga vivo. En todo caso, parece seguro que no son armas secretas pertenecientes a las potencias terrestres. Por cierto, durante la Segunda Guerra Mundial, cada uno de los dos bandos pensaba que los “cazas fantasmas” luminosos que revoloteaban junto a los aviones de combate eran armas secretas del enemigo.

Como se ha observado con toda crudeza, si los OVNI fuesen armas secretas soviéticas, los rusos no lo callarían, por el orgullo que sentirían de haberlos inventado, y si fueran norteamericanas, los Estados Unidos no podrían mantenerlas fuera del alcance de su propia prensa. Es interesante anotar que aun cuando la posición oficial de la Fuerza Aérea estadounidense sigue siendo que los OVNI no tienen explicación, y por lo tanto no existen, su circular normativa AFR 80-17 dio instrucciones detalladas a los pilotos acerca de las medidas que deben adoptarse cuando se está a la vista de alguno de ellos.

Por una parte, muchas de las indicaciones de esta circular dejan en claro, que la Fuerza Aérea no descarta el seguir investigando estos fenómenos y, por otra, que los OVNI, tan a menudo desacreditados en las declaraciones oficiales, son muy persistentes.

Las instrucciones consisten,

“…en determinar si el OVNI constituye una posible amenaza para los Estados Unidos y en utilizar los datos científicos o técnicos derivados del estudio de los informes que se refieren a ellos”.

Aunque la circular declara con mucha seguridad que,

“La mayoría de los OVNI de los que se ha informado a la Fuerza Aérea han resultado objetos convencionales o familiares, que no representan peligro alguno para nuestra seguridad”, agrega: “Es posible que otros países hayan desarrollado vehículos voladores de formas o propulsión revolucionarias”.

En la declaración hay sin embargo algo paradójico; por una parte se dice que “con frecuencia, algunos OVNI han resultado ser aviones”.

Poco más adelante se agrega:

“En vista de que se ha establecido que los aviones han sido la causa de algunos informes acerca de OVNI, dichos aparatos no deben reseñarse según las normas de esta circular”, ya que el observador que informara acerca de un objeto de aspecto extraño no sabría si se trata de un avión o no, puesto que estaría operando en el aire.

Además, la circular prescribe lo siguiente:

“El comandante de cada base de la Fuerza Aérea deberá estar en capacidad de realizar investigaciones acerca de los OVNI. Al recibir información sobre alguno, deberá determinarse cuál fue la causa que provocó la visión”.

La mayor parte del documento AFB. 80-17 está dedicada a establecer el orden jerárquico en que debe darse cuenta de las visiones de OVNI y a detallar las instrucciones para la investigación y el revelado de las fotografías que puedan tomarse de los objetos.

Se dan también instrucciones respecto de la información que el comandante puede proporcionar a la prensa local cuando le pregunten acerca de las visiones habidas en la región:

“Como respuesta a las averiguaciones relativas a los OVNI avistados en las proximidades de una base de la Fuerza Aérea, el comandante puede entregar información a los medios de prensa o al público después que la visión haya sido plenamente identificada. Si el estímulo de la visión resulta difícil de identificar a nivel de la base, el comandante puede declarar que se está realizando una investigación y que las conclusiones serán entregadas por el organismo SAFOI de la Fuerza Aérea, una vez que se la haya completado. También puede expresar que la Fuerza Aérea revisará y analizará los resultados de la investigación. Cualquier otra pregunta que se desee hacer deberá formularse al SAFOI”.

Traducido a lenguaje civil, esto quiere decir:

“Si no se trata de un avión o de algo que usted pueda explicar, dígales que esperen y no hable de más…”.

Como primer anexo a la circular se acompañaba un cuestionario a rellenar, compuesto de media docena de páginas llenas de diagramas, preguntas y respuestas posibles, destinado a servir de guía para una información exacta y secreta acerca de los OVNI. La pregunta número 13, por ejemplo, pide a la persona que informa que marque con un “sí”, un “no” o con un “desconocido” el espacio relativo a las diversas actitudes del OVNI que dice haber visto.

Las preguntas están formuladas así:

“¿Cómo actuaba el fenómeno?: ¿se movía en línea recta?, ¿permanecía inmóvil?, ¿aceleró de pronto para alejarse?, ¿se partió en pedazos y estalló?, ¿cambió de color?, ¿echaba humo?, ¿emitía una luz fuerte o parpadeaba?, ¿desaparecía y volvía a aparecer?, ¿giraba como un trompo?, ¿hacía ruido?, ¿tenía un movimiento ondulante u oscilante?”.

Las preguntas son interesantes, en el sentido de que se leen como un resumen de lo que los observadores han informado después que han visto, o han creído ver, platillos voladores o cualquier cosa, excepto los hombrecillos verdes u otros humanoides que algunos han creído distinguir en el interior de los OVNI.

La Fuerza Aérea, que es tal vez el servicio más estrechamente relacionado con los OVNI, firmó un contrato con la Universidad de Colorado para elaborar un estudio final sobre los mismos, que fue puntualmente entregado en 1968. Este proyecto, bajo la dirección del doctor Edward A. Condón, director científico del informe, titulado “Estudio científico de los Objetos Voladores No Identificados”, llegó a la conclusión, después de un estudio detallado acerca de una amplia gama de casos, de que la mayor parte de los informes presentados eran explicables de una manera u otra y que sólo un pequeño porcentaje no tenía explicación.

Se concluyó también que la cantidad de tiempo y dinero empleado en investigar los OVNI no justificaba la información científica obtenida, dando a entender que cualquier nuevo esfuerzo sería inútil. Mientras tanto, las visiones de OVNI continuaron y se siguió informando sobre su presencia en los cielos de diferentes lugares del mundo, y también en el espacio, en vuelos individuales o masivos.

Aparte de los desmentidos oficiales, otra circunstancia que obviamente atenta contra un estudio serio acerca de los OVNI es el sentimiento generalizado acerca de la falta de seriedad con que los medios de comunicación se refieren a las visiones de estos objetos.

En el mes de octubre de 1973, cuando los testimonios de observadores aumentasen notoriamente, dando cuenta de visiones en Louisiana, Ohio, Mississippi, Minnesota, Georgia y Florida, y cuando entre ellos figuraron personas tan importantes como el gobernador de Minnesota y numerosos funcionarios de policía y soldados, se despertó suficiente interés entre el público como para que la prensa y las cadenas de radio se ocuparan frecuentemente del tema.

La radio de la Columbia Broadcasting System, por ejemplo, ofreció a sus auditores un reportaje bastante detallado… ¡escrito en verso! Otra crónica aseguró que la policía de Detroit había preparado todo un procedimiento para arrestar a los ocupantes de los OVNI, incluso teniendo en cuenta su separación, en caso de que se trate de entes de sexo masculino o femenino (como si las diferencias biológicas terrestres pudieran darse en igual forma en los centenares de millones de planetas potencialmente habitados).

La persistencia de los testimonios y el no reconocimiento oficial del fenómeno provoca en los creyentes sentimientos como los expresados por E. J. Ruppelt, quien dirigió una investigación de la Fuerza Aérea sobre esta materia, en su libro The Report on Unidentified flying Objects (El informe sobre Objetos Voladores No Identificados):

¿Qué puede constituir una prueba? ¿Tendría un OVNI que aterrizar en la entrada al Pentágono que da hacia el río, cerca de las oficinas de los jefes del Estado Mayor? ¿O es prueba suficiente el que una estación de radar lo detecte, envíe un avión a chorro a interceptarlo, que el piloto del avión lo vea y lo identifique en su radar, hasta que el OVNI huya a una velocidad fenomenal? ¿Constituye prueba el que un piloto de otro avión a chorro dispare contra uno de esos objetos y luego insista en su versión, incluso luego de verse amenazado con ser sometido a una Corte Marcial?…

Los informes acerca de OVNI registrados en la zona sur de Florida – las Bahamas han sido y siguen siendo numerosos, mucho más que en cualquier otra región. Se les ha visto bajo aguas transparentes, en el cielo y viajando del cielo al mar y del mar al cielo.

Los testimonios han provenido de observadores dignos de crédito y los lugares en que se han producido las visiones han dado pie a algunas teorías según las cuales su presencia está relacionada con las desapariciones que ocurren dentro del Triángulo de las Bermudas; o mejor dicho, para ser más explícito, que los OVNI han estado secuestrando aviones y barcos durante varias generaciones.

Uno de los partidarios más elocuentes de esta versión es John Spencer, autor del libro Limbo of the Lost (Limbo de los perdidos). El autor está familiarizado con los aviones, puesto que fue piloto de la Fuerza Aérea durante 10 años. Es además un estudioso del fenómeno de los OVNI y miembro de NICAP (Comité Nacional de Investigaciones sobre los Fenómenos Aéreos), un organismo investigador muy serio, que incluye entre sus miembros a altos funcionarios del Gobierno, la Marina y organismos especializados en cohetería de los Estados Unidos.

Spencer comenzó a interesarse por el Triángulo de las Bermudas -al que prefiere llamar “Limbo de los Perdidos”- durante la época de la desaparición del submarino atómico Scorpion, que muchos relacionaron con otras pérdidas ocurridas dentro del Triángulo. Sin embargo, la pérdida de este submarino no constituyó un misterio, porque fue finalmente localizado a más de 650 km de las Azores, gracias, en parte, según Spencer, a los datos proporcionados gentilmente por los rusos a la Marina de los Estados Unidos.

Luego siguió estudiando la zona de las desapariciones y, mediante la proyección de las pérdidas en un mapa, llegó a la conclusión de que la mayoría tienen lugar en la plataforma continental que va desde Cape May, en New Jersey (cerca de Nueva York) hasta el extremo de Florida, y aún más allá, siguiendo por el Oeste hacia el Golfo de México, y por el Sudeste hasta las Antillas. Incluye también un círculo de 700 km de radio con centro en las Bermudas, y todos los bancos de las Bahamas.

Spencer ha realizado estos estudios durante muchos años y piensa que la única explicación plausible en torno de la pérdida de aviones y barcos con sus tripulaciones y pasajeros, es que han sido y son arrebatados físicamente de los mares y cielos por los que viajaban.

Señala:

Puesto que la desaparición total de navíos de más de 175 metros de largo, en mares totalmente en calma y a 80 km de la costa, lo mismo que la de aviones a punto de aterrizar, no puede ocurrir, según, las normas terrestres, y sin embargo, siguen ocurriendo, me veo obligado a concluir que se los están llevando de nuestro planeta.

El examen de los detalles de las visiones de OVNI, no sólo en nuestra época sino a lo largo de toda la historia escrita, le han llevado a creer que existen dos tipos principales de objetos: uno sería el omnipresente “platillo volador”, que mediría unos 25 metros de circunferencia, y el otro un enorme navío-madre, capaz de transportar una docena o más de “platillos”, o tal vez grandes ejemplares de muestra de embarcaciones terrestres. Este gigantesco aparato espacial de transporte correspondería a los de enorme tamaño y forma oblonga o cilíndrica de los que algunas veces se ha hablado (llamándolos objetos “con forma de puro”), pero no con la frecuencia con que se menciona a los “platillos”.

Spencer piensa que la razón de que se produzcan tantos “golpes” en el Triángulo, o Limbo, es que allí las oportunidades de capturar ejemplares humanos son más numerosas, ya que, en general, los presuntos captores parecen evitar las operaciones de aterrizaje y los contactos con seres humanos.

La zona está atestada de viajeros por mar y aire, y a esos entes extraños les resultaría fácil entrar y salir de allí. Según su opinión, la fuerza motriz de los OVNI podría estar basada en una utilización muy sofisticada de las frecuencias radiales como propulsor. Esto explicaría los fallos electrónicos advertidos en casi todos los incidentes.

La teoría de Spencer acerca de la razón por la que los raptos espaciales se producen en tan grande escala resulta inquietante y es compartida por diversos otros investigadores, que parecen haber llegado a la misma conclusión de manera independiente.

Sostiene que, entre el asombroso número de planetas de los demás sistemas solares situados dentro de nuestra galaxia (¡existen aproximadamente 1021 estrellas, cada una dotada presumiblemente de su sistema solar!), hay que suponer, de acuerdo con la ley de probabilidades, la existencia de civilizaciones altamente desarrolladas; en consecuencia, es posible que las poblaciones de otros planetas se hayan desintegrado en épocas remotas, debido al mal uso de la energía, y convertido en soles llameantes, sin haber dejado huella alguna de su historia, población y desarrollo científico y cultural.

De ahí que los visitantes de otros mundos podrían estar interesados en mantener una reliquia viviente de la Tierra en otros planetas, o tal vez desean impedir el avance de nuestra actual civilización, antes que el mal empleo de la energía nuclear se convierta en un peligro para otros mundos. O tal vez tienen otros motivos, que nos resulta imposible concebir.

Podría ser incluso que estas inteligencias foráneas estuviesen dispuestas a dejarnos seguir nuestro camino, observándonos, pero capturando ejemplares de muestra que conservarían como un ejemplo de la vida terrestre, tal como era antes de la autodestrucción del planeta, lo que, en el caso de los demás planetas, no habrían tal vez logrado realizar a tiempo.

Cuando se examinan las numerosas descripciones de los que quizás fueron OVNI anteriores a la era del aeroplano, se tiene la impresión de que la Tierra ha estado sometida desde hace mucho tiempo a la observación de otros mundos y otras civilizaciones.

Sin embargo, puesto que a lo largo de toda su historia el hombre ha elevado la mirada al cielo en busca de signos y portentos (que casi siempre encontró), a veces resulta difícil establecer la diferencia entre los verdaderos OVNI (si es que lo eran) y los numerosos y rojizos fenómenos celestes, que han sido interpretados en formas diversas, como advertencias, estímulos o profecías. Un párrafo de los anales de Tutmosis III (1500-1450 A.C.), un faraón de la XVIII dinastía, podría constituir el primer testimonio acerca de un OVNI visto en la Antigüedad.

A diferencia de lo que ocurre con algunos de los relatos visionarios de siglos posteriores, éste describe la desusada aparición con una laudable objetividad:

En el año 22, tercer mes de invierno, a la sexta hora del día, los escribas de la Casa de la Vida… notaron que un círculo de fuego se estaba acercando desde el cielo… su cuerpo tenía cinco metros de ancho y cinco metros de largo… se posaron sobre sus vientres… (luego) fueron a dar cuenta al faraón. Su Majestad estaba meditando sobre lo que estaba ocurriendo entonces… estas cosas se hicieron más numerosas que antes en el cielo… brillaban más que el sol radiante y se extendía hasta los cuatro pilares del cielo.

El ejército del faraón observó… Su Majestad estaba en el centro… Después de la cena estos círculos de fuego ascendieron a lo alto en el cielo, hacia el Sur.

El faraón hizo que se quemara incienso para restablecer la paz en la tierra, y ordenó que lo ocurrido fuese escrito en los anales de la Casa de la Vida… para que fuese recordado para siempre…

Cabe advertir que el faraón mantuvo el aplomo en medio de aquella tensión, como corresponde a un dios, que era como se le consideraba y como tal se consideraba a sí mismo, aunque posiblemente quedó algo confundido por esta manifestación de otros dioses superiores.

En Gilgamesh, narración épica de la antigua Babilonia, heredada probablemente de la anterior civilización sumeria, describe al héroe Etana cuando los dioses le transportaron más allá de la Tierra, hasta que estuvo tan lejos que el mar le parecía un estanque de agua y la Tierra un cereal. Esto es más o menos lo que habría visto, si hubiese contemplado el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y las tierras vecinas desde una gran altura, o una trayectoria orbital.

La ardiente visión presenciada por Ezequiel -“el torbellino del Norte… un fuego que se envolvía a sí mismo… del centro surgieron cuatro criaturas vivientes…”- ha sido citada con frecuencia como un OVNI que aterrizó y posteriormente llevó a Ezequiel como pasajero. Esta visión celestial, que tal vez era una nave espacial, se produjo en el siglo VII A.C. y es el tema de gran parte del Libro bíblico de Ezequiel.

Recientemente fue objeto de una investigación, en el desusado libro alemán Da Tat Sich Der Himmel Auf (Los Cielos se abrieron), recientemente publicado en inglés con el título The Space Ships of Ezequiel (Las naves espaciales de Ezequiel). Fue escrito por Josef Blumrich, un diseñador e ingeniero de cohetes que ahora trabaja con la NASA en Huntsville, Alabama.

El doctor Blumrich comenzó su libro con la intención de desvirtuar la teoría, algunas veces avanzada, de que la visión de Ezequiel fue realmente una nave espacial. Sin embargo, a medida que avanzó en su investigación, advirtió que las detalladas alusiones de Ezequiel a la aparición que había visto tendrían perfecto sentido si las “ruedas dentro de las ruedas” se hubiesen referido a una propulsión similar a la del helicóptero, que habría permitido al cohete central flotar sobre la tierra.

Comprobó también que los procesos habituales de aterrizaje y despegue de cohetes eran clara y detalladamente descritos por Ezequiel, cuando habla de los colores cambiantes según la velocidad, la explosión del viento, la velocidad de aterrizaje e incluso el traje del ocupante, con apariencia de tejido de asbesto.

En vista de todo ello, Blumrich modificó su tesis y escribió un libro diametralmente opuesto al que había empezado, determinando por medio de referencias bíblicas, no sólo que Ezequiel había visto una nave espacial repetidamente, sino que el ser descrito por Ezequiel como Dios era, sencillamente, el capitán del cohete…

La descripción de Ezequiel no es sino una de una larga serie de relatos históricos acerca de lo que podrían haber sido OVNI de la Antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento y la primera época moderna. Las diferentes formas en que los observadores los han descrito a lo largo de los siglos resultan curiosas, variadas y a menudo divertidas.

Pero su misma variedad parece proporcionar una línea de narraciones que se van confirmando, cuando pensamos que los que los vieron se han referido a ellos con el vocabulario que resultaba más natural a sus mentes desconcertadas.

Podríamos suponer, por ejemplo, que Ezequiel utilizó términos como “león”, “buey” y “águila” para describir algunas de las características del cohete, comparando lo que era tal vez el mecanismo de aterrizaje con el pie de una res (descripción, por cierto, bastante adecuada), ya que él, que pertenecía a una economía pastoril, estaba familiarizado con aquellos animales salvajes y domésticos.

Alejandro el Grande, que era a su vez un conocedor eminente del arte de la guerra, comparó un posible OVNI, que en 320 A.C. interrumpió la marcha del ejército griego por el río Jaxartes hacia la India, con “grandes y brillantes escudos plateados”.

Aristóteles (384-322 A.C.), aficionado al lanzamiento del disco de los atletas griegos, calificó los objetos que vio en el cielo de discos celestiales. Los romanos, más belicosos, los compararon, como Alejandro, con escudos o dardos feroces o flotas de navíos. Plinio, en el volumen II de su Historia natural (100 A.C.), escribió:

“Durante el consulado de Lucius Valerius y Gaius Valerius, un escudo ardiente que despedía chispas recorrió el cielo de Este a Oeste”.

Los hawaiianos describen los objetos que han estado observando durante unos mil años como “akutele” o espíritus voladores. En Europa, durante la religiosa Edad Media, los objetos movibles que aparecían en el cielo durante la noche se asemejaban a cruces.

(¿Será posible que ésta haya sido una de las cruces vistas por Constantino y que cambió la historia?)

En algunas otras ocasiones, como Ezequiel, se las presentó bajo la forma de ardientes ruedas giratorias.

En la era de los descubrimientos y las exploraciones, los viajeros celestiales asumían, a ojos de los observadores, el aspecto de barcos, y más tarde, cuando se inventaron los globos, los OVNI fueron descritos en Francia como “brillantes globos rojizos.” Durante el siglo XIX, en la ciudad de Vermont, famosa por sus telares, los que los veían los llamaban “husos aéreos”.

Y, así como en épocas anteriores se les describió según los nombres que venían más rápido a los labios de quienes los veían, durante nuestra propia civilización los hemos llamado “platillos volantes” u “objetos con forma de puro.” Como dato interesante, habría que señalar que, en 1947, durante los dos primeros días de visiones masivas en los Estados Unidos, en Iowa y luego sobre el pico Mount Rainier, en Washington, se les identificó primero como “discos” y luego “moldes de pasteles”, y finalmente se les llamó “platillos”.

Frank Edwards, viejo observador de fenómenos no explicados, piensa que la tremenda explosión ocurrida en Siberia el 30 de junio de 1908, en una zona desierta a lo largo del río Yenisei, cerca del lago Baikal (y en la que sólo murieron renos), no fue el resultado del choque de un meteorito contra la Tierra, como se pensó durante mucho tiempo, sino una explosión atómica producida por el estallido de una nave espacial.

Cita al científico y escritor ruso Alexander Katzenev, quien declaró que, según recientes investigaciones, el daño que produjo la conflagración es idéntico al ocasionado por las explosiones atómicas causadas por el hombre en condiciones similares, con radioactividad prolongada y fusión de metales. No se ha recuperado ningún fragmento de meteorito, aunque, naturalmente, podrían hallarse enterrados a gran profundidad.

Edwards concluye:

“En la catástrofe del río Yenisei, en 1908, perdimos un visitante del Universo…”.

En su libro The Case for the UFO’s (El caso de los OVNI), M. K. Jessup, un autor de considerable preparación científica, dada su condición de astrónomo y especialista en selenografía (experto en la Luna), opinó que las famosas desapariciones de barcos y los misterios del Triángulo de las Bermudas, como las que afectaron al Freya, al Mary Celeste, al Ellen Austin y a tantos otros, fueron causadas por OVNI.

Pero Jessup va más allá del Triángulo y describe la desaparición de la tripulación completa del Seabird, un gran barco de vela, que se desvaneció después de enviar señales de saludo a un pesquero, cerca del puerto de Newport, en Rhode Island, en 1850.

En el cuaderno de bitácora del Seabird se podía leer una nota escrita a 3,5 km del puerto, y en la mesa del comedor se halló dispuesta una comida completa. Aparentemente, el velero continuó su ruta hacia el puerto donde estaba anclado habitualmente, fue a vararse en la playa -“como llevado de la mano de un gigante”- y por la noche, aunque estaba firmemente enclavado en la arena, desapareció en medio de una tormenta.

Tras examinar estos incidentes náuticos, Jessup llegó a la conclusión de que tales desapariciones eran,

“casi imposibles de explicar, excepto hacia arriba… Algo operaba desde arriba, con gran poder y velocidad de acción…”.

Luego adelanta una sugerencia acerca del “rigor selectivo… cierta evasión y carácter secreto…” agregando que “son todos atributos de la inteligencia”.

Jessup creía que el desarrollo de nuestra era aeronáutica “es de un gran interés para nuestros vecinos del espacio” y que allí podría estar la explicación del creciente número de visiones de OVNI habidas en años recientes, que estuvieron concentradas en gran medida en la zona del Triángulo situada frente a la costa de Florida y alrededor de Cabo Kennedy.

El 10 de enero de 1964 se dio allí el caso de un OVNI que entró en el radio de seguimiento del radar durante el lanzamiento de un cohete Polaris y que la pantalla lo siguió en su extraño curso durante catorce minutos, antes de volver a enfocar al Polaris. Aunque ampliamente comentada por los que se encontraban presentes, esta aparición nunca fue registrada por la prensa, posiblemente porque los misterios no suelen robustecer la confianza del público.

La teoría de Jessup acerca del “interés” de los OVNI en nuestra era aeronáutica -desplazado hacia nuestra era espacial, desde la muerte de aquélla, en 1959- se ha visto considerablemente robustecida por algunos acontecimientos muy recientes. Durante los lanzamientos de algunos cohetes, sobre todo los Géminis 4 y 7, se han observado algunos OVNI.

Los astronautas del Géminis, McDivitt y Borman, observaron un “duende” que avanzaba en paralelo a su nave y pensaron por un momento que podría ser necesario emprender una acción evasiva. Luego se informó que otro “duende” había seguido al Géminis 7. El vuelo del Apolo 12 hacia la Luna se vio “escoltado” por dos OVNI, uno al frente y otro detrás, cuando se hallaba a 210.000 km de la Tierra, en el espacio exterior. Su presencia llevó al astronauta Gordón a comentar que eran “muy brillantes y parecían hacernos señales luminosas”.

Aunque desde entonces no ha habido confirmación del Centro Espacial de Houston o de la NASA, estas luces también fueron notadas por varios observatorios europeos. Más tarde, durante el mismo vuelo, los astronautas vieron otra luz brillante, que calificaron de “tan grande como Venus”, y que se situó entre ellos y la Tierra durante alrededor de diez minutos, para luego desaparecer.

Aunque debe tenerse en cuenta que estos objetos podrían ser cualquier cosa no identificada, incluso partes de los cohetes impulsores u otros restos flotantes en el espacio, las actividades de tales OVNI, así como su capacidad para aparecer y desaparecer, parecen sugerir una dirección no orbital e independiente.

En el Informe Condon, el doctor Franklin Roach se refirió a las supuestas visiones de OVNI por parte de los astronautas, señalando que,

“las condiciones en que los astronautas hicieron esas observaciones son similares a aquellas en que se encontrarían una o dos personas que viajaran en el asiento delantero de un automóvil pequeño, sin ventanillas traseras o laterales y con un parabrisas muy sucio y parcialmente cubierto”.

Llevada a su conclusión lógica, esta observación daría a entender que nada que los astronautas pudiesen haber advertido por medio de la observación visual sería digno de crédito.

Como ha ocurrido con muchos otros investigadores de OVNI e incidentes ocurridos dentro del Triángulo, Jessup quedó convencido de que había una censura encubierta que ocultaba muchas informaciones y acontecimientos importantes.

El último libro que publicó antes de su muerte se refería a las alusiones bíblicas a “platillos volantes” y también se refería a la cuestión de cómo el magnetismo controlado puede producir invísibilidad, que es una proyección de la “teoría de campo unificado” de Einstein y que Jessup consideraba la clave, tanto de las repentinas apariciones y desapariciones de OVNI como de barcos y aviones.

El día de su muerte, 20 de abril de 1959, se encontraba en Miami y, según el doctor Manson Valentine, su amigo de muchos años y una de las últimas personas con quien habló, estaba muy deprimido. El doctor Valentine le había invitado a cenar la noche del 20 de abril; Jessup aceptó, pero no llegó. Murió dentro de su coche, estacionado en el parque municipal de Dade, envenenado con monóxido de carbono proveniente del tubo de escape, que había sido conectado hacia el interior del automóvil por medio de una manguera.

Debido tal vez a la insistencia de Jessup en ciertos aspectos de la intervención de otros mundos en asuntos de este planeta, hay quienes piensan que su muerte no fue auto-provocada y que el incidente es una muestra de los peligros que se corren al investigar muy de cerca en este campo.

El doctor Manson Valentine, zoólogo, arqueólogo y oceanógrafo, ha estudiado durante varias décadas los extraños acontecimientos del Triángulo de las Bermudas, situándose en el Triángulo mismo, en Miami, las Bahamas y otras islas. Como investigador in situ es una fuente excelente para determinar tanto lo que ha ocurrido allí en el pasado como lo que está ocurriendo ahora.

Mucha de la información de que dispone, especialmente la que recogió en sus últimas conversaciones con Jessup resulta tan asombrosa, que preferimos reseñarla con sus propias palabras, en sus respuestas a las siguientes preguntas:

¿Cuánto tiempo lleva usted interesado en la observación de los fenómenos del Triángulo de las Bermudas?

Durante más de veintiocho años, desde la desaparición de los PBM, en 1945. He reunido datos sobre las desapariciones, he entrevistado a supervivientes de los hechos y guardo anotaciones acerca de los testimonios relativos a OVNI que fueron avistados en la zona en el momento de las desapariciones.

¿Ha habido un aumento notorio de visiones de OVNI en la región actualmente?

En esta región se producen más visiones que en ningún otro lugar. Ha habido muchas visiones recientes de aviones que sabemos que no son tales, y de naves submarinas que sabemos que no son submarinos normales.

El capitán Dan Delmonico vio recientemente uno de estos artefactos, en abril de 1973. Es un marino de toda la vida y un observador tranquilo y de gran reputación. Tuvo dos visiones casi idénticas de un objeto no identificado, bajo las aguas trasparentes de la Corriente del Golfo -ambas aproximadamente en la misma zona-, a más o menos un tercio de la distancia de navegación entre Great Isaac Light, al norte de las Bimini y Miami, donde las aguas de la Corriente del Golfo son muy profundas. Ambas visiones se produjeron alrededor de las cuatro de la tarde, cuando el mar estaba en calma, el oleaje era normal y había una visibilidad excelente.

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En ambos casos, hubo un objeto blanco-grisáceo, liso, y de una forma parecida a la de “un puro muy grueso, de bordes redondos”, que pasó rápidamente bajo la proa de su embarcación. Delmonico calculó que su tamaño era de unos 45 a 60 metros de largo, y su velocidad de por lo menos 100 a 110 km por hora.

Cuando lo vio, de pronto, parecía que iba a chocarle y le dio la impresión de que se aprestaba a salir a la superficie justo delante de él. Pero, quizás advirtiendo su presencia, después de pasar directamente por debajo de su embarcación, el objeto se hundió y desapareció. No hubo turbulencias ni una conmoción apreciable. El objeto no mostraba aletas, elevadoras ni ninguna otra protuberancia que alterase la superficie lisa. Tampoco tenía ventanillas u ojos de buey.

Los pilotos de aviones y las tripulaciones de barcos han visto OVNI con tanta frecuencia en los cielos del Triángulo, que ya se han convertido en algo muy trivial, en especial sobre la Lengua del Océano. Lo que resulta más inquietante es la presencia de algunos de estos objetos revoloteando o suspendidos sobre las cumbres de los árboles, en el pantano Okefenoke.

Algunos soldados y yo mismo los hemos visto. En una ocasión observé uno que tenía un rayo azul apuntando hacia las aguas de un lago. Tal vez estaba cargando agua o incluso muestras para el estudio de la fauna local. Cuando se produjo el apagón de abril de 1973 en Florida meridional, fueron vistas algunas luces azul-verdosas y azules en el cielo, especialmente en Turkey Point, donde está situado un reactor nuclear.

Durante el gran apagón ocurrido hace algunos años en la costa del Este, fueron observados alrededor de una docena de OVNI.

¿Tiene usted alguna teoría acerca de la propulsión de los OVNI?

Hay varias que son posibles. Un método que resulta útil solamente dentro de nuestra atmósfera, consistiría en que una nave con forma de disco y con un perímetro de generadores de rayos catódicos viajase rápidamente en cualquier dirección, sencillamente al hacer funcionar los generadores situados en el extremo frontal o en un costado, según el rumbo deseado.

Luego los generadores ionizarían el aire situado frente al vehículo, causando un vacío dentro del cual podría moverse. Estas bolsas de aire ionizado dejados por los OVNI podrían muy bien ser la causa de las turbulencias de aire claro advertidas por los pilotos.

Otro de los métodos se asemeja al de los actuales aviones a chorro, pero sería infinitamente más rápido; cercano, en teoría, a la velocidad de la luz. Los reactores estarían basados en la fusión, y no en la fisión atómica, y sólo se necesita materia y agua fusionables. Este tipo de propulsión explicaría tal vez que se hayan visto OVNI “succionando” agua desde algunos lagos interiores.

Hay otra teoría que supone un cambio de tiempo y dimensión basado en campos electromagnéticos especiales.

¿Existía, según el doctor Jessup, una relación entre los OVNI y el Triángulo de las Bermudas?

Tenía una teoría, según la cual el poder de los campos magnéticos podía transformar y transportar materia desde una dimensión a otra… Creía que los OVNI podían entrar en nuestra dimensión y luego salir, llevándose muestras de seres humanos o de otro tipo. Además, pensaba que algunos de los accidentes habían sido provocados por los rayos catódicos de los OVNI, que habrían creado un vacío en el cual se desintegraban los aviones que penetraban en aquel campo.

Esto es probablemente lo que le ocurrió a Mantel. (Nota: el 7 de enero de 1948, el capitán Thomas Mantel y varios otros pilotos de la base Godman, en Fort Knox, persiguieron con sus Mustangs P-51 a un OVNI “de enorme tamaño” que habían observado durante el día, cerca de la base.

Cuando Mantel se elevó persiguiéndole, algunos testigos lo vieron desintegrarse. Una declaración posterior de la Fuerza Aérea sostuvo que el capitán “perdió el control mientras trataba de alcanzar el planeta Venus y que el avión se destrozó al caer en picado”.) Mantel voló demasiado cerca del platillo y cayó dentro del campo ionizado. Su aparato estalló en tantos pedazos, que no se pudo encontrar ninguno mayor que un puño. Todos los que se hallaron estaban perforados, como si hubieran sido horadados por pequeños gusanos.

Esto podría haberle ocurrido también al Constellation que Bob Brush (un piloto de avión comercial) vio estallar cerca de Gran Inagua, en las Bahamas, en octubre de 1971. Bob iba volando en un DC-6 y captó en su radar al Constellation, que volaba bajo y tal vez con dificultades.

De pronto explotó, lo que provocó una llamarada que encendió el cielo de un horizonte al otro. La explosión fue tan brillante que le hizo daño en los ojos, lo que era absolutamente desusado. Una embarcación que se hallaba en las cercanías recogió un manual de vuelo que Bob pudo examinar luego. Estaba acribillado de pequeños agujeros, igual que los restos del avión desintegrado de Mantel.

Sean lo que fuesen los OVNI parecen crear un torbellino magnético temporal y un tipo de ionización que puede causar la desaparición o la desintegración de barcos y aviones.

Antes de morir, Jessup creía que estaba a punto de descubrir la base científica de lo que estaba ocurriendo, que para él resultaba explicable según la “teoría de campo unificado” de Einstein.

¿Podría usted darnos una explicación simple de lo que es esa teoría?

La base está en que todos nuestros conceptos de espacio-tiempo y materia-energía no son entidades separadas, sino transmutables en las mismas condiciones que la perturbación electromagnética. En realidad, la teoría de campo unificado ofrece otra explicación acerca de cómo los OVNI podrían materializarse y desaparecer tan repentinamente.

En la práctica, es algo que tiene que ver con los campos magnéticos y eléctricos, de la siguiente manera: un campo eléctrico creado en un anillo induce un campo magnético en ángulo recto con relación al primero. Cada uno de estos campos representa un plano del espacio. Pero, puesto que existen tres planos del espacio, debe haber un tercer campo, que posiblemente es gravitacional.

Mediante el enlazamiento de generadores electromagnéticos, de forma que produzcan un pulso magnético, sería posible crear este tercer campo, a través del principio de la resonancia. Jessup me dijo que pensaba que la Marina de los Estados Unidos tropezó inadvertidamente con esto durante un experimento de guerra que se realizó en un destructor y que recibió el nombre de Experimento Filadelfia.

¿Qué era el Experimento Filadelfia?

Según Jessup, era una experiencia secreta que la Marina realizó durante la guerra, en 1943 en el mar, frente a Filadelfia. Su finalidad era verificar el efecto de un fuerte campo magnético sobre una embarcación de superficie tripulada. Esto había de realizarse utilizando generadores magnéticos (degaussers).

Se emplearon generadores pulsadores y no pulsadores, para crear un enorme campo magnético sobre y alrededor de un barco inmovilizado. Los resultados fueron tan sorprendentes como importantes, aunque tuvieron consecuencias posteriores muy desafortunadas para la tripulación. Cuando empezó a realizarse la experiencia surgió una luz verdosa y opaca, similar a la luminosidad gris brumosa que según los testimonios de supervivientes de que disponemos se produce durante los incidentes del Triángulo de las Bermudas.

Muy pronto, el buque entero estaba cubierto por este velo verde y la nave, con tripulación y todo, empezó a desaparecer de la vista de los que se hallaban en el muelle. Sólo podía verse la línea de flotación. Posteriormente se dijo que el destructor había aparecido y desaparecido en Norfolk, Virginia, lo que podría ser el resultado de un viaje invisible de prueba y relacionado con un fenómeno de cambio en el tiempo.

Un ex miembro de la tripulación informó que el experimento resultó exitoso, y que se produjo un campo de invisibilidad de forma esférica que se extendía a lo largo de cien metros, desde un haz al otro, dejaba ver la depresión causada por el barco en el barco, pero no el barco mismo.

Al intensificarse la fuerza del campo empezaron a desaparecer algunos marinos que tuvieron que ser hallados mediante una búsqueda al tacto y vueltos a la visibilidad mediante una especie de técnica de recuperación manual. Otros quedaron tan lejos de sus dimensiones materiales que sólo pudieron ser detectados y devueltos a la normalidad mediante un aparato electrónico especialmente diseñado.

En aquellos casos, cuando un compañero no podía ser visto ni oído, la tripulación solía decir. “Se quedó pegado en melaza”. Lo que se había producido realmente era un estado de animación suspendida, cuya recuperación completa podía convertirse en un serio problema. Se rumoreó que muchos marinos fueron hospitalizados, otros murieron y otros resultaron con perturbaciones mentales.

En general, la capacidad física pareció haber aumentado. Algunos tripulantes conservaron los efectos de la transmutación causados por el experimento, y desaparecían y reaparecían temporalmente, en casa o mientras iban por la calle o estaban sentados en bares y restaurantes causando asombro y consternación entre transeúntes y camareros. De pronto, cuando la llevaban a tierra, la bitácora del buque estalló en llamas, con insultados desastrosos para el que la llevaba.

¿Presenció el doctor Jessup estos incidentes?

Yo no sé cuántas de las cosas que me contó fueron vistas por él, pero en todo caso las investigó muy acuciosamente. Tenga en cuenta que no era un escritor “maniático”, sino un científico y astrónomo famoso y distinguido. Estuvo a cargo del mayor telescopio reflector del Hemisferio Sur, dirigió diversos proyectos relacionados con eclipses, fue el descubridor de las estrellas dobles y tenía una trayectoria científica brillante.

La razón por la que estuvo relacionado con el Experimento Filadelfia fue que un hombre que alegaba haber sobrevivido a la prueba, llamado Carlos Allende (o Carl Allen) le escribió en 1956, en relación con su libro El caso de los OVNI. Además, había gran similitud entre su teoría y lo ocurrido durante el experimento.

Allende comenzó a escribirse regularmente con Jessup, quien respondía, naturalmente, como cualquier autor a un admirador. Algún tiempo más tarde, la Oficina de Investigación Naval (ONR) le pidió que viajara a Washington. Recuerde que la censura había encubierto el Experimento Filadelfia, con excepción de un pequeño artículo publicado en un periódico de aquella ciudad.

Le enseñaron un ejemplar de su libro, que había aparecido misteriosamente en las oficinas de la ONR, y que estaba lleno de anotaciones relativas a sus teorías, al Experimento y a las actividades de los OVNI. Luego le preguntaron si reconocía la letra, que al parecer pertenecía a tres personas distintas. Cada una había identificado sus notas con sus iniciales. Jessup creyó reconocer uno de los escritos y la firma anexa como perteneciente a Allende y entregó las cartas de éste a la ONR.

Posteriormente, el Departamento de Marina ordenó reproducirlas en Texas, creo. Se hicieron 25 copias exactas del libro marcado, con las notas impresas en rojo. Según Jessup, quien recibió tres ejemplares, le dijeron que aquello sólo circularía en los niveles más altos del Departamento.

La Marina nunca admitió nada, oficialmente, pero sin duda estaban interesados en el libro. Jessup me dijo también que la Marina trató de ubicar a Allende por medio del remitente de su correspondencia, pero no lo consiguió. Los otros comentaristas tampoco fueron nunca identificados.

¿Por qué se mató Jessup?

Si es que se suicidó, lo hizo probablemente por la extrema depresión en que se hallaba sumido. La Marina le había pedido que siguiera trabajando en el Experimento Filadelfia, o en otros proyectos similares, pero se negó, porque estaba preocupado respecto de sus peligrosas ramificaciones.

También estaba abatido por la crítica de sus libros hecha por el mundo científico y académico.

Dijo usted “si es que se suicidó”. ¿Existe algún motivo para pensar que lo mataron?

Hubo algunos comentarios en ese sentido. Algunos lo pensaron y tal vez pudo salvarse. Cuando lo encontraron estaba todavía con vida… Tal vez dejaron que se muriera. Sus teorías eran muy avanzadas y tal vez había gente o influencias que deseaban evitar que se propagaran.

Es curioso que el ejemplar del libro de la Marina lleno de anotaciones que pertenecía a Jessup y otro que regaló a Briant Reeves (otro escritor especializado en OVNI) desaparecieron del correo cuando fueron enviados a otras personas.

¿Está usted de acuerdo con las teorías de Jessup?

En general, sí. Toda la cuestión del magnetismo es por ahora un misterio. Si desarrolláramos las sugerencias contenidas en la teoría del campo unificado de Einstein, que relacionan los campos gravitacionales y electromagnéticos con la teoría del espacio-tiempo, y si los campos magnéticos fuesen suficientemente fuertes, esa sería la causa de que los objetos y la gente cambien de dimensión, haciéndose invisibles.

La respuesta a la cuestión del Triángulo de las Bermudas se halla tal vez en las aberraciones o controles electromagnéticos, que se evidencian sólo en algunas épocas, cuando son activados por casualidad o a propósito, y parece posible que la presencia de los OVNI cree las cargas de energía requeridas.

¿Por qué cree usted que existe esa concentración de incidentes en el Triángulo de las Bermudas?

Creo que es posible que los seres inteligentes que dirigen a los OVNI no estén sólo tomando muestras y verificando nuestro progreso científico, como lo demuestra su interés por Cabo Kennedy y nuestras pruebas espaciales, sino que están retornando a lo que podrían ser antiguos recintos sagrados o quizá centros o estaciones generadores de energía que actualmente están cubiertos por el mar.

En años recientes hemos descubierto, cerca de las Bimini y en otros lugares de las Bahamas, grandes construcciones en el fondo del mar que constituyen indicios de que allí existía hace miles de años una civilización muy desarrollada. Resulta más que curioso que hayan ocurrido tantos incidentes en esta zona y que haya habido tantas visiones de OVNI, no sólo en el cielo, sino también entrando y saliendo del océano.

¿ Qué podemos hacer respecto de los OVNI y de la amenaza que significan?

En este momento no podemos hacer nada. No creo que exista mucho peligro para la mayor parte de los viajeros, y tal vez las personas que han desaparecido están vivas todavía, en otro lugar o dimensión. Me parece, sin embargo, que es importante estudiar la situación y tratar de idear alguna forma de comunicación con ellas. Eso es lo que muchos de nosotros estamos intentando.

En vista de lo que obviamente podría hacerse, deberíamos considerarnos afortunados de que sus actividades hayan sido tan benevolentes hasta ahora, aunque siempre existe la posibilidad de que estos visitantes no provengan de los mismos lugares en el espacio exterior o interior y no tengan las mismas nociones “conservacionistas” acerca de nuestro planeta y sus habitantes.

Si nuestros grandes apagones han sido causados por naves del espacio, deliberada o inadvertidamente, es notable que ni un sólo accidente relacionado con daños sufridos por personas haya sido atribuido a los cortes de energía ocurridos durante esos períodos.

Cabe señalar que tanto el gran apagón del Nordeste, en 1965, como la falla de energía ocurrida en Miami en 1973 fueron seguidas de informes locales acerca de OVNI. Durante el apagón del Nordeste, hubo observadores que advirtieron una bola roja y brillante de 30 metros de diámetro en Syracuse. Entre ellos se hallaba el subcomisionado de la Agencia de Aviación Federal. Fueron vistos OVNI también sobre Nueva York, Newark y Filadelfia y en numerosos lugares de Massachusets, Rhode Island y el estado de Nueva York.

El desperfecto en los motores sufrido por automóviles que se hallaban cerca de los lugares donde fueron vistos OVNI tiene relación con los fallos eléctricos y de radio que suele caracterizar su presencia y que ha sido confirmada por tantos pilotos de aviones y barcos, dentro del Triángulo de las Bermudas.

Sin embargo, es evidente que muchas personas aceptaron de antemano la explicación de los OVNI, como causantes del apagón y de las perturbaciones en los sistemas eléctricos y de comunicaciones, y en el campo magnético de la Tierra. La noche del incidente estaban particularmente predispuestas a descubrir visitantes celestes, sobre todo porque no había luces que interfirieran y era una oportunidad óptima para examinar los cielos.

En todo caso, aunque el lugar en que se produjo el fallo del circuito que provocó el gran apagón de 1965 ha sido identificado (el Sir Adam Beck No. 2, en el río Niágara), la causa original no ha sido explicada y el comentario que alguien hizo después de la investigación sigue siendo cierto:

“El apagón causado por el fallo de la red de energía del Nordeste ha creado uno de los mayores misterios en la historia de la civilización moderna”.

Varios de los más persistentes observadores del Triángulo de las Bermudas coinciden al señalar que, puesto que no existe una explicación terrenal acerca de las desapariciones de tantos barcos y aviones, la explicación podría ser extraterrestre: captura de naves y personas por intermedio de los OVNI.

Además, la mayor parte de las visiones de estos objetos hablan de luces de distintos colores e intensidades advertidas durante la noche y algunas de las más espectaculares desapariciones de aviones se han caracterizado por las extrañas luces advertidas en el cielo. Eso fue lo que ocurrió en la época del Vuelo 19 y nuevamente en el caso del Star Ariel. Sin embargo, aunque existen ciertas coincidencias acerca de las desapariciones de aviones y barcos, no la hay respecto del lugar desde el cual vendrían los OVNI.

Cualquier punto del espacio exterior, con sus billones de planetas posiblemente habitados, podría ser una fuente plausible del origen de estas visitas, salvo que el tiempo del viaje, calculado en años luz, llevaría buena parte de la vida de una persona, o varias vidas.

El viaje a la estrella más cercana, nuestro propio Sol, tomaría sólo ocho minutos, medido en unidades de tiempo-luz, pero la siguiente estrella más próxima, Alpha Centauri, está a 4,3 años-luz de distancia. Sin embargo, es posible que la duración de una vida humana, tal como ahora la concebimos, sea muy distinta a la conocida en los planetas de las estrellas lejanas.

Además, en años recientes han surgido nuevas teorías relacionadas con el límite de la velocidad -velocidad de la luz, curvatura del espacio, y relaciones entre tiempo, masa y energía- que podrían terminar por modificar nuestro concepto acerca del tiempo necesario para viajar a otras galaxias.

Algunos teóricos sugieren que la fuente de las visitas podría hallarse más cerca de la Tierra, tal vez en los océanos de la Tierra misma.

Ivan Sanderson, en su libro Residentes invisibles, señala que casi tres cuartos de la Tierra yacen bajo el agua (hay 400 millones de km2 de agua, y sólo 150 millones de tierra) y que los seres que respiran en la atmósfera y existen sobre el fondo terrestre del “océano de aire” viven bastante cerca de la superficie terrestre, mientras que los que respiran dentro del agua no están limitados a permanecer en el fondo de la hidrosfera y disponen de un volumen cúbico inmensamente mayor para operar y desarrollarse; por esto sugiere lo siguiente:

… En este planeta existe una “civilización” (o civilizaciones) submarina que ha permanecido y evolucionado aquí durante mucho tiempo y hay seres inteligentes que han llegado desde otros lugares y que prefieren usar el fondo de la hidrosfera y posiblemente también las capas superficiales de la litosfera que está debajo de aquélla. Sobre ella, o dentro de ella, residen y desde allí operan.

Sanderson señala que si una civilización como ésta ha podido desarrollarse bajo el agua, actualmente se encontraría mucho más adelantada que la que vive en la superficie y que abandonó el mar hace tantos billones de años, para vivir sobre la tierra. Al permanecer en el océano habría tenido la ventaja inicial de mantenerse en su ambiente original, para luego crecer con el tiempo preocupándose muy poco de lo que ocurría en tierra firme.

La presencia de seres y actividades tecnológicas tan adelantadas bajo los mares del mundo ha sido tal vez la causa de las numerosas leyendas conservadas a lo largo de la historia y que se recogen incluso hoy, en una época en que los acontecimientos desusados se advierten y registran con mucha mayor precisión que en épocas anteriores.

Esto explicaría los OVNI de mar a aire vistos en el Triángulo de las Bermudas, y también el especial interés de los OVNI por los avances tecnológicos que se advierten en Florida y aguas adyacentes. En cuanto a la verdad sobre su existencia, podría ser cuestión, no tanto de que nosotros los descubriéramos, como de que ellos nos descubriesen y vieran en nosotros una fuente de peligro para su propio medio ambiente.

En cuanto a la posibilidad de que los OVNI vengan volando desde otra dimensión, para secuestrar aviones, barcos y personas de la nuestra, existe la teoría relativa a las otras dimensiones, coexistentes, que a su vez tiene relación con la teoría de la materia negativa: una Tierra negativa y mundos coexistentes. Todo ello resulta menos fantástico ahora que hace varias décadas, cuando fue sugerido por primera vez.

El almirante Richard Byrd, un famoso explorador y piloto que voló en varias ocasiones sobre los intensos campos magnéticos de los Polos, transmitió por radio un mensaje increíble mientras volaba sobre el Polo Sur, en 1929. Dijo que estaba penetrando a través de una niebla luminosa en una zona cubierta de vegetación y con lagos sin hielo. Agregó que veía grandes bestias, como bisontes y otros animales y seres que parecían hombres primitivos.

La transmisión se perdió casi inmediatamente y el informe del almirante fue atribuido a cansancio nervioso momentáneo o a una alucinación. Tanto su hazaña como su testimonio quedaron posteriormente sin publicarse, pero el hecho de que Byrd hubiera transmitido aquel informe no hizo ningún bien a su reputación, en los círculos científicos.

Lo que resulta extraño es que cierto número de personas que iban habitualmente al cine en los años veinte están seguras de haber visto noticieros acerca del vuelo de Byrd que incluían escenas de “la tierra más allá del Polo”. Pero es posible que, después de haber leído acerca del incidente, hayan confundido otros noticieros que mostraban las hazañas del Almirante con el del controvertido incidente.

El hecho mismo ha sido relegado al mundo de la leyenda y muy pocas veces se hace alusión a él, salvo por los creyentes en el culto a la “tierra hueca”, que suponen que el almirante voló a través de un agujero en la Tierra, y no en otra dimensión, como se ha sugerido para explicar las desapariciones en el Triángulo de las Bermudas.

En todo caso, parece existir una similitud entre los campos magnéticos del tipo supuestamente creado por el Experimento Filadelfia y las condiciones existentes sobre los polos, siempre suponiendo que el vuelo del almirante Byrd fue hecho en circunstancias en que se hallaba en total control de sus facultades.

Al examinar la amplia gama de explicaciones desusadas que dan muchos serios y calificados investigadores de los incidentes del Triángulo de las Bermudas, no podemos dejar de recordar el epigrama de Haldane:

“El Universo no es sólo más extraño que lo que imaginamos, sino más extraño que lo que podemos imaginar”.

Entre las diversas razones que se citan para justificar las inexplicables desapariciones que acabamos de enumerar existen las siguientes: entes del espacio exterior o interior capturarían en forma selectiva a seres humanos; existiría un agujero dimensional en el cielo, al que los aviones pueden entrar, pero del que no pueden salir, que se ha denominado “un desgarrón magnético en la cortina del tiempo” y, en tercer lugar, que habría ciertos vértices o torbellinos magnéticos que serían la causa de la desaparición de los aviones, o de su traslado a otra dimensión.

Estas teorías no son ni más ni menos fantásticas que aquella otra que predica la existencia, dentro del Triángulo, de grandes complejos de energía, antiguas máquinas o fuentes energéticas de una civilización anterior que yacen en el fondo del océano, dentro del área del Triángulo, y que incluso ahora podrían ser ocasionalmente accionadas por aviones que, al sobrevolarlas, crean torbellinos magnéticos y provocan perturbaciones magnéticas y electrónicas.

En cierto sentido, estos aviones desencadenarían, en un momento preciso y bajo determinadas condiciones, la causa de su propia destrucción. Sin embargo, aunque esta teoría es tal vez la menos plausible (según nuestras normas comúnmente aceptadas), de todas las sugeridas en este y en otros capítulos, hay algunas características de la zona en cuestión y de su historia geológica que sugieren la existencia de un punto de unión entre ella y las que hemos señalado anteriormente.

Para examinar esta nueva teoría debemos volver atrás en el tiempo y en la vida del océano y de la civilización humana.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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