Hay una razón de fondo que lo explica: Obama cayó 22 puntos en las encuestas desde que asumió en enero pasado, y una de las causales claves de descenso fue su decisión de aumentar las tropas de ocupación en Afganistán.
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IAR Noticias
En consecuencia, y sin abandonar su discurso formal de “guerra contra el terrorismo” en todos los frentes, el gerente USA (que antepone el marketing publicitario a cualquier otra prioridad) decidió dilatar el envío de más tropas que le piden el Pentágono y sus socios europeos de la OTAN para contener la ofensiva de los talibanes que ya acampan a pocos kilómetros de Kabul. En el teatro de operaciones, los talibanes nombran gobernadores y ya se han constituido en un “gobierno en las sombras”. Y sucedió lo previsible: La relación de Obama y la cúpula del Pentágono (dominado por los halcones) entró en crisis. Y llegó la advertencia: EEUU puede ser derrotado en Afganistán.
E EUU va perdiendo la guerra militar de ocupación en Afganistán, y esta situación tensiona el enfrentamiento interno entre los sectores ultra conservadores que digitan la política militar y la administración demócrata que maneja la agenda exterior desde el Departamento de Estado.
A sólo ocho meses de haber relanzado la nueva pantalla de la “guerra contraterrorista” (heredada de Bush), la estrategia de Obama comienza claramente a resquebrajarse en Afganistán donde la resistencia talibán y los muertos estadounidenses y europeos crecen en simétricas proporciones.
La guerra de ocupación en Afganistán sobresale nítidamente como el frente más “peligroso” para el eje ocupante EEUU-OTAN, cuyas tropas se encuentran sometidas a una feroz y sangrienta contraofensiva de los talibanes que ya controlan más del 70% del país, según organizaciones internacionales que actúan en el país.
En la primera semana de septiembre, el comandante de las tropas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, el general norteamericano Stanley McChrystal, había instado en un informe, a revisar la “estrategia” de las fuerzas extranjeras ocupantes para combatir a los talibanes, según informó la Alianza Atlántica en Kabul.
Según una información publicada por The Washington Post, el jefe militar de la OTAN en Afganistán volvió a advertir en un documento remitido al Departamento de Defensa de EEUU, que si no recibe más tropas EEUU corre el riesgo de fracasar y ser derrotado en Afganistán.
El general McChrystal describe a Karzai (el presidente colaboracionista) sobrepasado por la corrupción y por una fuerza multilateral sometida a unas tácticas que rechaza la población afgana.
Para el alto jefe estadounidense, “la corrupción oficial es una amenaza tan grande como los propios talibanes para la misión de la ISAF”. También aclara que “la debilidad institucional, la maldad de algunos intermediarios del poder, la corrupción, el abuso de poder de altos funcionarios y los propios errores de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) han dado pocas razones a los afganos para apoyar a su Gobierno”.
Según el máximo responsable de la campaña militar en Afganistán, “la mayor debilidad de la ISAF es que no ha defendido con agresividad a los propios afganos, más preocupados por defender a sus propias fuerzas”. “Hemos operado de una manera que nos ha distanciado -físicamente y psicológicamente- de la gente a la que teníamos que proteger”, explica.
Los insurgentes no pueden derrotarnos militarmente, pero nosotros si “podemos derrotarnos a nosotros mismos”, explica el general, que aboga por proteger más a la población y moderar el uso de la fuerza.
McChrystal no ahorra críticas al desconocimiento de las tropas internacionales de las dinámicas internas del país y asegura que la ISAF ha centrado sus esfuerzos de inteligencia en cómo atacar a los insurgentes, lo que ha dificultado el entendimiento y comprensión de aspectos claves de la sociedad afgana.
Sobre los prisioneros de guerra, el general considera que “las prisiones se han convertido en santuario y bases para conducir operaciones letales” contra el Gobierno y las fuerzas internacionales.
Entre otros aspectos del actual Afganistán, el documento describe el poder del “Gobierno en la sombra” bajo la dirección del mulá Omar, la principal organización que capitaliza las debilidades de las tropas ocupantes y del gobierno colaboracionista.
“Nombra gobernadores en la sombra para casi todas las provincias, revisa su gestión, los sustituye periódicamente, ha establecido un mecanismo para recibir quejas contra sus propios funcionarios y actuar contra ellos, ha instituido la ley islámica (sharia) con tribunales que actúan expeditivamente en zonas en disputa y controladas (por ellos)”.
También añade el informe “cobran tasas y reclutan combatientes y empleados. Se atribuyen la protección frente a la corrupción gubernamental, las fuerzas de la ISAF, la criminalidad y los poderes locales. También reivindican la defensa del islam y la identidad afgana frente a la invasión extranjera”.
El comandante de las tropas estadounidenses y de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) había recibido el encargo de remitir su evaluación de la situación en Afganistán tras la destitución el pasado mayo del anterior jefe militar estadounidense, general David McKiernan.
Según el documento citado por el Post, el fracaso a la hora de “doblegar la ventaja de los talibán a corto plazo, mientras madura la capacidad de la propia seguridad afgana, implica el riesgo de no poder ganar nunca a la insurgencia afgana”.
El informe remitido al secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, es sometido a análisis en la Casa Blanca por el presidente, Barack Obama y sus asesores, según el influyente diario estadounidense.
McChrystal reitera que una “rápida y genuina estrategia contrainsurgente” no es posible sin refuerzos militares e insiste en el riesgo de derrota.
Para el jefe militar de la ISAF y las tropas norteamericanas desplegadas en Afganistán, los talibán son un “enemigo sofisticado y con poderío que emplea la propaganda moderna y sistemáticamente recluta miembros en las prisiones, donde -añade- incluso planea sus operaciones”.
McChrystal, según funcionarios del Departamento de Defensa citados por The Washington Post, tiene preparada la petición de nuevas tropas y más medios en un informe distinto, pero aguarda instrucciones del Pentágono antes de remitirlo a Washington.
También admite que esta estrategia puede suponer un incremento a corto plazo de las bajas, pero sostiene que la asunción de los mismos riesgos que vive la población es la única manera de derrotar a los insurgentes.
El diario explica que durante el fin de semana altos funcionarios del Pentágono pidieron no difundir partes del informe que “podrían poner en riesgo operaciones futuras”. Una versión desclasificada -con algunos contenidos suprimidos por petición gubernamental- ha sigo colgada en la página web del rotativo.
No obstante la gravedad y la urgencia de la situación de las fuerzas ocupantes que describen la OTAN y el Pentágono, Obama (sobrepasado por las presiones de los sectores pacifistas que lo votaron) dijo el domingo que no va a enviar más tropas sin antes “estudiar” y replantearse una nueva estrategia.
Esta actitud enfureció a las cúpulas militares de Pentágono y a las usinas conservadoras, cuyos medios y analistas responsabilizan abiertamente a Obama de estar generando un Vietnam en Afganistán.
El lunes, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, salió a atajar las críticas afirmando que el presidente de EEUU, Barack Obama, no ha recibido una petición formal de un aumento de tropas para Afganistán aunque leyó el informe en el que el general al mando lo considera imprescindible para no perder la guerra.
En declaraciones a bordo del avión Air Force One, Gibbs indicó que el presidente estadounidense tomará una decisión respecto al aumento de tropas una vez que haya evaluado cuál es la estrategia más acertada a seguir.
“Vamos a llevar a cabo esa evaluación estratégica de modo que se establezca cuál es el mejor camino para avanzar antes de decidir sobre asignación de recursos, en lugar de hacerlo al revés, cuando uno primero decide los recursos y después encuentra una estrategia”, sostuvo el portavoz.
De momento, subrayó, “no ha habido una petición específica de más tropas y si la hay tardará porque estamos llevando a cabo esta revisión”.
Las declaraciones del portavoz de la Casa Blanca se produjeron luego de conocerse el informe del jefe militar de la OTAN en Afganistán, el general estadounidense Stanley A. McChrystal, advirtiendo que si no recibe más tropas EEUU corre el riesgo de ser derrotado por los talibanes.
En Afganistán, un país invadido y ocupado militarmente desde hace ocho años,con más de 200.000 cipayos colaboracionistas afganos y 100.000 soldados extranjeros desplegados en la guerra de ocupación contra los rebeldes del Talibán, en agosto se celebraron unas farsescas elecciones “libres y democráticas” con los propios verdugos colaboracionistas convertidos en “candidatos” electorales.
La derrota militar de la ocupación no solamente enfrenta a la Casa Blanca y al Pentágono, sino que además ha creado incontenibles fisuras entre Washington y sus aliados europeos de la OTAN que se muestran renuentes a enviar más tropas, como es el caso de Reino Unido, Francia y Alemania.
Pero, por otra parte, la última encuesta de Washington Post-ABC sugiere que sólo el 49% de los estadounidenses considera ahora que la guerra en Afganistán “vale la pena”.
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