Habemus plan: En marcha el mayor negocio financiero privado con dinero público

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El primer tramo del macro-negocio privado con la crisis financiera se inició este viernes con la aprobación por parte de la Cámara de Representantes de EEUU del plan de choque de Bush para salvar a las entidades quebradas con dinero público. Una operación inicial de US$ 700.000 millones que el Tesoro USA (por medio de emisiones de deuda pública) entregará a los bancos privados del Sistema de la Reserva Federal.

El Tesoro, la Reserva Federal (Fed) que preside Ben Bernanke, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, (FDIC) y la nueva Agencia Federal de Financiación a la Vivienda (FHFA, por sus siglas en inglés) dirigida por James Lockhart, serán los encargados de comandar un fabuloso negocio financiero avalado por el Estado USA que tendrá como misión esencial rescatar y/o comprar (mediante créditos e inyecciones de dinero) los títulos “tóxicos” y las entidades quebradas de la “burbuja” especulativa para sanear el sistema financiero privado imperial.

El Estado USA, por medio del Tesoro, “garantiza” la operación, y los bancos privados del Sistema de la Reserva Federal hacen el negocio. Y se cumple el axioma central: El sistema capitalista hace negocios tanto con las “burbujas” como con las “crisis”.

El miércoles, el Tesoro de EEUU adelantó que comenzará a emitir títulos de deuda por US$ 30.000 millones que serán negociados por el Sistema de bancos (privados) de la Reserva Federal.

Antes de la aprobación del plan de rescate, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos, (FDIC), tomó el control de Washington Mutual e inmediatamente le vendió las operaciones bancarias a JPMorgan Chase por 1.900 millones de dólares, convirtiendo una operación estatal en privada.

En términos simples y reales, el Tesoro y el Sistema de la Reserva Federal toman el “salvataje” de las entidades y se lo “derivan” a las red de bancos privados que hacen negocio con los intereses y el proceso de compras y fusiones.

Se trata de una “nacionalización” de la deuda privada con dinero de los impuestos pagados por el conjunto de la sociedad norteamericana, cuyo sector afectado por las hipotecas “tóxicas” no mereció el mismo trato de “salvataje” por parte de la Casa Blanca y el Congreso.

Los demócratas (falsos opositores y recambio imperial de los republicanos) presionados por el lobby sionista de los grandes bancos neoyorquinos debieron resignar sus intereses en la guerra electoral votando un plan que la sociedad estadounidense repudia en su conjunto.

Se trata (los US$ 700.000), de la primera fase, un módulo experimental cuyo “costo final” especialistas de Wall Street estiman en más de US$ 5 billones, cifra que costaría el salvataje global y la reestructuración del sistema financiero imperial estadounidense.

El plan se combina con US$152.000 millones en exenciones tributarias y en “herramientas más amplias” (compensaciones de todo tipo) para que los reguladores federales auxilien a las entidades en problemas por la crisis financiera que ya se proyectó a la economía real norteamericana.

El primer tramo del macro-negocio de “crisis” comenzó con la aprobación (el miércoles) por parte del Senado del plan de rescate por US$ 700.000 millones.

Se trata de la mayor “inversión” estatal (dinero público) para rescatar empresas del sector desde el 11-S.

En septiembre de 2001, el Congreso de EEUU aprobó una inversión estatal en la industria militar (Boeing, Northrop Grumman, General Dynamics, Raytheon…) de US$ 500.000 millones, para favorecer e inyectar dinamismo a los grandes consorcios armamentistas del Complejo Militar Industrial.

Por entonces, la administración de George W. Bush presentó ante el Congreso estadounidense un plan para “proteger América” del terrorismo, en los mismos términos que utilizó siete años después el secretario del Tesoro, Henry Paulson, para rescatar al sistema financiero imperial estadounidense de las garras de la crisis subprime.

Se trataba de los albores de la “guerra contraterrorista” que (tras la desaparición de la URSS y de la Guerra Fría) rediseñaría un nuevo orden mundial con las invasiones “preventivas” a los Estados del “eje del mal”, cuyas primeras víctimas fueron Irak y Afganistán.

Por entonces la economía estadounidense caminaba por la senda de la recesión, con números en rojo, desempleo galopante y desaceleración manifiesta. El plan Bush de “inversión pública”, en combinación con acciones monetarias agresivas, disparó el crecimiento del PIB en el último cuarto de 2001 por encima del 6% frente a la recesión de los seis meses precedentes.

Siete años después, en septiembre de 2008,el Congreso de EEUU acaba de aprobar un plan de inversión de US$ 700.000 millones que irá directamente a los bolsillos de los grandes bancos y consorcios financieros privados de Wall Street, quienes se van a hacer un “festín ganancial” con las deudas generadas por la crisis subprime.

Pero, nada indica según los analistas y medios especializados de Wall Street que el plan va funcionar a pedir de boca de la Casa Blanca y del sistema privado de la Reserva Federal.

No obstante los sube y bajas de las bolsas (producto de euforias y depresiones coyunturales), los mercados “dudan” del plan, por dos razones centrales:

1) No creen que la cifra de US$ 700.000 millones sea “suficiente” (los expertos en Wall Street hablan de una cifra final de más de US$ 5 billones que demandaría el rescate de las instituciones quebradas por la crisis) , y 2) por temor a la recesión en puerta que anticipan los índices “en rojo” de la economía real de EEUU.

A esto se le suma la crisis estructural y los “números en rojo” de la economía de la Unión Europea, que junto con la de EEUU y China (también en proceso inflacionario), suman más del 50% del PBI mundial.

En resumen, hasta este viernes (y pese a la aprobación del plan) , todas las estimaciones “especializadas” en Wall Street (medios y analistas) no le daban mucha chance al plan de Bush para rescatar a EEUU de la recesión y los números en rojo de su economía real.

Recesión mortal

El jueves el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que EEUU se encamina hacia una “profunda y prolongada” recesión económica como consecuencia de la actual crisis financiera.

Las conclusiones que el FMI incluye en su último informe semestral sobre ‘Perspectivas Económicas Mundiales’ se basan en comparaciones con pasados episodios de crisis económicas.

“Algunos aspectos de la actual situación en Estados Unidos se parecen a los anteriores episodios de tensión en el sector financiero que estuvieron seguidos por recesiones”, explica el FMI, que añade que “persiste una probabilidad importante de que se produzca una fuerte desaceleración en Estados Unidos”.

“Ahora está bastante claro que presenciamos el ‘shock’ más peligroso para los mercados financieros desarrollados desde los años 30, representando una amenaza destacada para el crecimiento global”, dijo Charles Collyns, vicedirector de departamento de investigación del FMI.

El primer ministro francés, François Fillon, dijo el viernes que el mundo estaba “al borde del abismo”, atrapado en una crisis financiera internacional que ahora amenaza a la industria, el comercio y el empleo de forma global.

Poco antes, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), se había echo eco del mismo sentimiento de alarma que recorre las capitales de la UE cuando instó al Congreso de Estados Unidos a aprobar el plan de 700.000 millones de dólares (unos 495.600 millones de euros) para hacer frente a la crisis.

Los especialistas temen que el costo final del plan de rescate (que va ser imitado por la Unión Europea), además de socializar la deuda privada, profundice la contracción del crédito y termine de asfixiar ambas economías centrales proyectando (vía dólar y sistema financiero) una recesión a escala global.

Mientras Europa y EEUU discuten el “salvataje financiero”, la crisis del crédito y el achicamiento del consumo ya se perfilan como un impacto mortal sobre sus economías estructurales en rojo.

Desde EEUU, Francia y Alemania, pasado por Italia o España, los últimos datos macroeconómicos (inflación, crecimiento económico, productividad) son contundentes: la eurozona ya traspuso la línea y se encuentra en los límites de la recesión, a la que alcanzaría plenamente al cerrar con dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, tal como pronostica el BCE.

Además, y como efecto inmediato de la crisis USA-UE, la crisis crediticia también empieza a afectar a Asia. La creciente renuencia de los bancos de Hong Kong a prestarse entre sí motivó a las autoridades a anunciar medidas para aumentar la liquidez.

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, también advirtió el jueves que la reactivación económica del área del euro se debilita, con una caída de la demanda y un endurecimiento de las condiciones de financiación.

Mientras tanto, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, invitó a los líderes de la Unión Europea a una reunión de emergencia sobre la crisis, para la semana próxima.

La crisis -señala Reuters- se ha propagado fuera de las costas estadounidenses y ha pasado la frontera del sector financiero. Grandes automotrices como General Motors y Ford Motor advirtieron de duros tiempos en medio de temores a que una menor demanda provoque recortes de producción y de empleos.

Nuevos datos mostraron que se acerca una recesión en Estados Unidos y la economía de Europa está empeorando.

Las cifras en Estados Unidos revelaron un declive en la producción manufacturera y una caída en las ventas de coches, un signo de la creciente resistencia de los bancos a dar créditos a negocios o individuos.

En general, la prensa norteamericana coincide en que el costo billonario del super-rescate (que pagará la población a través de los impuestos) potencia el proceso de crisis estructural por el que atraviesan las economías centrales de EEUU y la Unión Europea.

La mayoría de los analistas proyectan un agravamiento de la presión fiscal (suba de impuestos) y un recorte de planes y beneficios sociales como el emergente más inmediato del mega-salvataje estatal a la banca imperial en quiebra que incian EEUU y la UE.

Lo que incidirá en una mayor suba de precios y recorte del consumo (ya desatados), que se sumarán a los estragos de la crisis crediticia para potenciar el proceso inflacionario-recesivo en que se encuentran las economías de Europa y de EEUU.

Fuente: IAR Noticias

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