Israel Mata a Prisioneros Palestinos para Extraer sus Órganos

La semana pasada, el principal diario de Suecia publicó un artículo con material sorprendente que incluía testimonios y pruebas circunstanciales según los cuales los israelíes pueden haber estado extrayendo órganos internos de prisioneros palestinos sin su consentimiento durante muchos años.

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Sin embargo, peor aún es el hecho de que parte de la información que contiene el artículo sugiere que en alguna ocasión se podría haber capturado a palestinos con este macabro propósito.

En el artículo Se roban a nuestros hijos para quitarles sus órganos, el veterano periodista Donald Boström escribe que los palestinos “albergan fuertes sospechas contra Israel por capturar jóvenes y utilizarlos como reserva de órganos del país, una acusación muy grave, con suficientes interrogantes para instar al Tribunal Penal Internacional (TPI) a abrir una investigación sobre posibles crímenes de guerra”1.

Esto desencadenó una fuerte reacción inmediata por parte de una avalancha de autoridades y defensores de Israel, calificando tanto a Boström como a los editores del periódico de “antisemitas”. El ministro israelí de asuntos exteriores se mostró “horrorizado” y lo tachó de “demonización mediante calumnia de sangre”. Incluso una autoridad israelí lo denominó “pornografía del odio”.

Para la revista “Commentary”, esta historia no era “más que la punta del iceberg en cuanto al odio contra Israel financiado y fomentado por Europa”. Muchos han equiparado el artículo con la “calumnia de sangre” medieval (historias ampliamente rebatidas sobre supuestos asesinatos cometidos por judíos para usar la sangre en rituales religiosos). Incluso algunos escritores pro palestinos se han unido a las críticas mostrando su escepticismo.

Sin embargo, el caso es que durante muchos años se han presentado pruebas sustanciales de robo y tráfico público y privado de órganos, así como indicios de algo peor. En este contexto, las acusaciones suecas adquieren mucha mayor credibilidad de lo previsto, y sugieren que una investigación podría revelar información significativa.

Veamos algunos ejemplos de noticias anteriores sobre el tema.

El primer trasplante de corazón de Israel

En el primer trasplante de corazón que se hizo en la historia de Israel se utilizó el corazón de un paciente vivo sin su consentimiento y sin consultar a su familia.

En diciembre de 1968, un hombre llamado Avraham Sadegat (parece que el New York Times lo mencionó como A. Savgat)2 murió dos días después de sufrir una apoplejía, a pesar de que a su familia le dijeron que “iba bien”.

A pesar de su negativa inicial, el hospital israelí donde estaba siendo tratado finalmente entregó el cuerpo del fallecido a su familia. Entonces descubrieron que tenía el tronco vendado; algo extraño, pensaron, para alguien que ha sufrido una apoplejía.

Cuando retiraron el vendaje, descubrieron que habían rellenado la caja torácica con vendas y que faltaba el corazón.

Fue por aquel entonces cuando se realizó el célebre primer trasplante israelí de corazón. Tras su asombro inicial, la esposa y el hermano del fallecido comenzaron a asociar los dos hechos y a exigir respuestas.

En un principio, el hospital negó que el corazón de Sadegat se hubiera utilizado en el famoso trasplante, pero la familia levantó una polvareda mediática e incluso acudió a tres ministros del gabinete. Semanas más tarde, y después de que la familia hubiera firmado un documento en el que prometía no ir a los tribunales, el hospital admitió que se había utilizado el corazón de Sadegat.

El hospital explicó que había cumplido con la legislación israelí, según la cual se podía extraer órganos sin el consentimiento de la familia3. (La Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Internacional incluye la extracción de órganos en su definición de explotación humana).

No se investigaron los indicios de que la remoción del corazón de Sadegat fuera la causa real de la muerte.

Declaraciones de un director de medicina forense sobre la ausencia de órganos

Un artículo de Mary Barrett publicado en 1990 en el Washington Report on Middle East Affairs titulado “Autopsies and executions” (Autopsias y ejecuciones) habla sobre absurdos asesinatos cometidos contra jóvenes palestinos. Dicho informe incluye una entrevista al Dr. Hatem Abu Ghazaleh, que fue máxima autoridad sanitaria de Cisjordania bajo la administración jordana y director de medicina forense y autopsias.

Barrett le preguntó sobre “la amplia preocupación por el robo de órganos que ha atenazado a Gaza y Cisjordania desde que comenzó la Intifada en diciembre de 1987”.

He aquí su respuesta:

“Existen indicios de que durante el primer año o año y medio, por una razón u otra, se extrajeron órganos de los cadáveres, especialmente ojos y riñones. Hubo demasiados informes de personas fidedignas para pensar que no estuviera sucediendo nada. Si disparan a alguien en la cabeza y lo traen de vuelta a casa en una bolsa de plástico sin órganos internos, ¿qué pensará la gente?”4.

Muerte de un escocés en extrañas circunstancias

En 1998, un escocés llamado Alisdair Sinclair murió en circunstancias dudosas mientras estaba bajo custodia israelí en el aeropuerto Ben Gurion.

Se informó a su familia sobre el fallecimiento, y, de acuerdo con un reportaje del J Weekly, “(…) les dijeron que tenían tres semanas para reunir unos 4.900 dólares para repatriar el cuerpo de Sinclair en avión. Según él [el hermano de Alisdair], parece que los israelíes preferían otra opción: enterrar a Sinclair en un cementerio cristiano en Israel, a un costo de unos 1.300 dólares”.

La familia reunió a duras penas el dinero, repatrió el cadáver y le realizaron una autopsia en la Universidad de Glasgow. Resultó que faltaban el corazón de Alisdair y un pequeño hueso de la garganta. Como consecuencia, la embajada británica presentó una queja contra Israel.

El reportaje del J afirma:

“Posteriormente se repatrió a las Islas Británicas sin cargo alguno un corazón que supuestamente era de Sinclair. James quería que el Instituto Forense [israelí] pagara un análisis de ADN para confirmar que ese corazón era el de su hermano, pero el director del Instituto, el profesor Jehuda Hiss, rechazó la petición por su prohibitivo costo, estimado según algunas fuentes en 1.500 dólares”.

A pesar de que la Embajada Británica pidió reiteradamente los informes de la policía y del patólogo israelí, las autoridades de ese país no entregaron ninguno de los dos”567.

Autoridades gubernamentales israelíes plantean preguntas

El periodista palestino Khalid Amayreh narra en un artículo publicado el 20 de agosto de 2009:

“En enero de 2002 un ministro israelí admitió tácitamente que podían haberse utilizado órganos de víctimas palestinas para trasplantárselos a pacientes judíos sin que lo supieran las familias de las víctimas”.

“En respuesta a la pregunta de un miembro árabe del Knesset [parlamento israelí], el ministro, Nessim Dahan, afirmó que no podía negar ni confirmar que el ejército hubiera extirpado órganos de jóvenes y niños palestinos para trasplantes o para investigaciones científicas”.

“No podría afirmar con seguridad que no ocurriera algo de eso”.

Según Amayreh, el miembro del Knesset que formuló la pregunta dijo que “había recibido ?pruebas creíbles? que demostraban que médicos israelíes del instituto forense de Abu Kabir habían extraído órganos vitales como el corazón, los riñones y el hígado de cadáveres de jóvenes y niños palestinos muertos a manos del ejército israelí en Gaza y Cisjordania”8.

La máxima autoridad israelí en patología, destituida por robo de partes de cadáveres

Durante varios años se ha denunciado que la máxima autoridad israelí en patología estaba robando partes de cadáveres. En 2001, el servicio nacional israelí de noticias informó de lo siguiente:

“(…) Los padres del soldado Ze?ev Buzgallo, muerto en accidente durante unas maniobras de instrucción militar en los Altos del Golán, han elevado una petición ante el Tribunal Superior de Justicia para solicitar la suspensión inmediata del Dr. Yehuda Hiss y la interposición de cargos penales contra él. Hiss es director del Instituto Forense Abu Kabir (…). Según los padres, el cuerpo de su hijo se utilizó para experimentos médicos sin su consentimiento, actividades autorizadas por Hiss”9.

En 2002 este mismo servicio informativo divulgó lo siguiente:

“La revelación de la existencia de partes de cadáveres almacenadas ilegalmente en el Instituto Forense de Abu Kabir ha movido al parlamentario Anat Maor, presidente del Comité del Ciencias del Knesset, a exigir la suspensión inmediata de su director, el profesor Yehuda Hiss”.

La muerte de Alisdair Sinclair ya fue una primera advertencia a las autoridades sobre los actos delictivos de Hiss en 1998, aunque no se hizo nada al respecto durante años. The Forward señalaba:

“En 2001, una investigación del Ministerio de Sanidad israelí detectó que Hiss había participado durante años en la extracción durante las autopsias de partes de cadáveres, como piernas, ovarios y testículos, sin permiso de los familiares para venderlas a facultades de medicina con fines de investigación y formación. Fue nombrado patólogo jefe en 1988. Jamás se acusó a Hiss de ningún delito, pero en 2004 se vio obligado a dimitir de la dirección del Depósito de cadáveres del Estado, tras recibir quejas durante años”10.

Cosechando riñones entre las comunidades pobres

Según la revista Economist, entre 2001 y 2003 floreció en Sudáfrica una red de tráfico de riñones. “Se reclutaba a los donantes en Brasil, Israel y Rumanía, con ofertas de 5.000 a 20.000 dólares para visitar Durban y entregar un riñón. Cada uno de los 109 receptores, principalmente israelíes, pagó hasta 120.000 dólares por unas “vacaciones con trasplante”; fingían ser parientes de los donantes y que no se les remuneraba por ello”11.

En 2004 una comisión legislativa reveló lo siguiente en Brasil: “Al menos 30 brasileños han vendido riñones a una red de tráfico de órganos humanos para trasplantes realizados en Sudáfrica, cuya principal fuente de financiación provenía de Israel”.

Según un informe de IPS: “Los receptores eran sobre todo israelíes, que recibían reembolsos de las compañías de seguros sanitarios entre 70.000 y 80.000 dólares por intervenciones quirúrgicas vitales realizadas en el extranjero”.

Indica IPS:

A los brasileños se les reclutaba en los barrios más pobres y se les pagaban 10.000 dólares por riñón, “pero al aumentar la ?oferta?, los precios bajaron hasta los 3.000 dólares”. La red de tráfico la había organizado un ex policía israelí, el cual se defendía diciendo que “no estaba cometiendo ningún delito, dado que el gobierno de su país consideraba legal la operación”.

La embajada israelí emitió una declaración en la que negaba que su gobierno estuviera implicado en el comercio ilegal de órganos humanos, pero reconocía que ciudadanos suyos, en casos de emergencia, podían someterse a trasplantes de órganos en otros países “de manera legal, cumpliendo las normas internacionales”, y con el respaldo económico de su seguro médico.

Sin embargo, según IPS, el presidente de la comisión calificó la postura israelí “como mínimo de ?contraria a la ética?, y añadió que la red de tráfico sólo podía desarrollar sus operaciones a gran escala si existía una fuente importante de financiación, como el sistema sanitario israelí”. Asimismo, afirmó que los recursos que proporcionaba el sistema sanitario israelí “eran un factor determinante” que permitía funcionar a la red12.

El director de un hospital de Tel Aviv fomenta el tráfico de órganos

Continúa el informe de IPS:

“Nancy Scheper-Hughes, directora del proyecto Organs Watch de la Universidad de California en Berkeley, testificó ante la comisión legislativa de Pernambuco para declarar que la red internacional de tráfico de órganos humanos había comenzado unos doce años atrás, a instancias de Zacki Shapira, ex director de un hospital en Tel Aviv.

“Shapira realizó más de 300 trasplantes de riñón, en ocasiones acompañando a sus pacientes a otros países, como Turquía. Los receptores son muy adinerados o poseen una buena cobertura de seguro sanitario, y los “donantes” son personas muy pobres de la Europa del Este, Filipinas u otros países en desarrollo, dijo Scheper-Hughes, especialista en antropología médica”.

Israel procesa a los traficantes de órganos

En 2007, el periódico israelí Ha?aretz publicó que dos hombres confesaron haber persuadido a “árabes de Galilea y del centro de Israel que tuvieran trastornos del desarrollo o enfermedades mentales para que aceptaran donar un riñón a cambio de dinero”. Posteriormente, se negaban a pagarles.

El diario revelaba que ambos hombres formaban parte de una red criminal en la que estaba involucrado un cirujano israelí. Según el auto de procesamiento, el cirujano vendió los riñones obtenidos por una cifra entre 125.000 y 135.000 dólares13.

Anteriormente en ese mismo año, otro periódico israelí, el Jerusalem Post, informaba de la detención de diez miembros de una red de traficantes de órganos israelí dirigida a ucranianos14.

En otra noticia que salió a la luz en 2007, el Jerusalem Post se hacía eco de lo siguiente: “el profesor Zacki Shapira, uno de los principales cirujanos de trasplantes del país, ha sido detenido el jueves en Turquía como sospechoso de participar en una red de tráfico de órganos”. Según el diario, los trasplantes se concertaban en Turquía y se realizaban en hospitales privados de Estambul.

¿Ha llegado a los EE.UU. el tráfico de órganos israelí?

En julio de este año incluso los medios de comunicación estadounidenses informaron sobre el arresto de Levy Izhak Rosenbaum, de Brooklyn, detenido recientemente por agentes federales en una gran redada contra la corrupción en Nueva Jersey en la que se vieron involucrados alcaldes, funcionarios gubernamentales y destacados rabinos. Boström abre su artículo con este incidente15.

Según la denuncia federal, Rosenbaum, que tiene estrechos lazos con Israel, declaró haber estado implicado en la venta ilegal de riñones durante 10 años. Un abogado estadounidense explicó: “Su negocio era persuadir a personas vulnerables para que cedieran un riñón por 10.000 dólares, que luego él negociaba y vendía por 160.000″16.

Éste es, supuestamente, el primer caso de tráfico internacional de órganos en los EE.UU.

La antropóloga de la Universidad de California y experta en comercio de órganos Nancy Scheper-Hughes, que informó al FBI sobre Rosenbaum hace 7 años, dijo que había escuchado informaciones según las cuales había amenazado a donantes a punta de pistola para asegurarse de que cumplieran con lo acordado para “donar” sus órganos17.

Los problemas de Israel con los donantes de órganos

Israel posee un número extraordinariamente bajo de donantes voluntarios. Según la agencia de noticias israelí Ynet, “el porcentaje de donaciones de órganos entre los judíos es el más bajo de todos los grupos étnicos (…) En los países occidentales, alrededor del 30% de la población tiene carné de donante de órganos. Sin embargo, en Israel, sólo el 4% de la población tiene esta clase de carnés18.

“Según las estadísticas del sitio web del Ministerio de Sanidad, en 2001 murieron 88 israelíes esperando un trasplante por falta de donantes de órganos. En ese mismo año, 180 personas se hallaban en coma irreversible y sus órganos se podían haber utilizado para trasplantes, pero solamente accedieron a donar sus órganos los familiares de 80 de ellos”.

Señala Ynet que la baja cifra de donantes se debe a “motivos religiosos”. En 2006 se produjo una gran polémica cuando un hospital israelí conocido por su observancia de la ley judía llevó a cabo una operación de trasplante con un donante israelí. La semana anterior “había ocurrido un incidente similar, pero como el paciente no era judío pasó desapercibido”19 20.

El artículo sueco informa que Israel ha recibido reiteradas críticas por su modo antiético de abordar la cuestión de los órganos y los trasplantes. Francia estaba entre los países que dejaron de colaborar en este ámbito con Israel en la década de 1990. El Jerusalem Post escribió: “Se espera que el resto de los países europeos siga pronto el ejemplo de Francia”.

“La mitad de los riñones trasplantados a israelíes desde principios de esta década se trajeron ilegalmente desde Turquía, Europa del Este y América Latina. Las autoridades sanitarias israelíes tienen pleno conocimiento de este negocio, pero no hacen nada por detenerlo. En una conferencia celebrada en 2003 quedó demostrado que Israel era el único país occidental que contaba con una clase médica que no condenaba el comercio ilegal de órganos. Tampoco toma medidas legales contra los médicos que participan en este negocio ilícito; por el contrario, en la mayoría de los trasplantes ilegales están implicados responsables médicos de grandes hospitales de Israel, según Dagens Nyheter (5 de diciembre de 2003)”.

Para cubrir esta necesidad, el ex Primer Ministro Ehud Olmert, entonces ministro de sanidad de Israel, organizó una gran campaña de donaciones en verano de 1992, pero aunque el número de donantes subió vertiginosamente, las necesidades eran aún muy superiores a la oferta.

Aumentan las desapariciones de palestinos

Boström, que ya había tratado este tema en 2001 en su libro Inshallah21, afirma en su reciente artículo:

“Conforme se iba desarrollando la campaña, empezaron a desaparecer jóvenes palestinos en pueblos de Cisjordania y de Gaza. Soldados israelíes los devolvían muertos al cabo de cinco días con el cuerpo abierto”.

“Hablar de los cadáveres aterrorizaba a la población de los territorios ocupados. Había rumores de un drástico aumento de jóvenes que desaparecían, con los consiguientes funerales nocturnos de cuerpos autopsiados”.

“Yo estaba en la zona por aquel entonces, trabajando en un libro. En varias ocasiones se dirigió a mí personal de la ONU preocupado por los hechos. Las personas que se pusieron en contacto conmigo me dijeron que sin ninguna duda existía robo de órganos, pero que no se les permitía hacer nada al respecto. Después viajé a la zona por encargo de una red de emisoras y entrevisté a un gran número de familias palestinas de Cisjordania y de Gaza, reuniéndome con padres que contaban cómo se había despojado a sus hijos de sus órganos antes de ser asesinados”.

Concretamente describe el caso de Bilal Ahmed Ghanem, de 19 años de edad, que fue tiroteado por las fuerzas israelíes que invadieron su pueblo.

“El primer disparó le alcanzó en el pecho. Según los lugareños que presenciaron el incidente, a continuación le dispararon una bala en cada pierna. Después, dos soldados bajaron corriendo del taller de carpintería y dispararon a Bilal una vez en el estómago. Finalmente, le agarraron por los pies y le arrastraron hacia arriba por los veinte escalones de piedra de la carpintería (…). Los soldados israelíes cargaron a Bilal malherido en un jeep y le llevaron a las afueras del pueblo, donde esperaba un helicóptero militar. Se llevaron al muchacho a un lugar desconocido para su familia”.

Cinco días después lo trajeron de vuelta, “muerto y envuelto de arriba abajo en tela verde de hospital”. Boström informa que al bajar el cadáver a la tumba, su pecho quedó al descubierto y los asistentes pudieron ver que estaba suturado desde el estómago hasta la cabeza. Según Boström, no era la primera vez que la gente veía algo semejante.

“Las familias de Cisjordania y de Gaza creían saber exactamente lo que había pasado: “Usan a nuestros hijos como donantes forzosos de órganos”, me dijeron parientes de Khaled en Nablús, como lo hizo la madre de Raed en Jenín, y los tíos de Machmod y Nafes en Gaza; todos habían desaparecido durante varios días para ser devueltos por la noche, muertos y autopsiados”.

¿Por qué autopsias?

Boström refleja los interrogantes que se formulan las familias:

“¿Por qué se quedan con los cadáveres hasta cinco días y sólo después nos dejan enterrarlos? ¿Qué les sucede a los cuerpos durante ese periodo? ¿Por qué llevan a cabo las autopsias sin nuestro consentimiento, cuando la causa de la muerte es obvia? ¿Por qué devuelven los cuerpos por la noche? ¿Por qué lo hacen con escolta militar? ¿Por qué acordonan la zona durante el funeral? ¿Por qué cortan la electricidad?”

La respuesta de Israel fue que a todos los palestinos muertos se les practicaba la autopsia como procedimiento de rutina. Sin embargo, Boström apunta que de los 133 palestinos que fueron asesinados aquel año, solamente se realizó la autopsia a 69.

Continúa: “Sabemos que Israel tiene una gran necesidad de órganos, que existe un amplio comercio ilegal de órganos que funciona desde hace muchos años, que las autoridades son conscientes de ello y que están involucrados médicos que ocupan puestos directivos en los grandes hospitales, así como funcionarios de diversos niveles. También sabemos que han desaparecido jóvenes palestinos y que los devuelven a los cinco días por la noche, con gran secretismo y cosidos tras haberles practicado un corte desde el abdomen hasta el mentón”.

“Ha llegado el momento de aclarar este macabro negocio, de arrojar luz sobre lo sucedido ahora y en el pasado en los territorios ocupados desde que comenzó la Intifada”22.

¿La nueva “calumnia de sangre”?

Al pasar revista a todas las reacciones que ha suscitado el reportaje de Boström, llama la atención la cantidad de acusaciones que inciden en que este artículo es una nueva versión de la antigua “calumnia de sangre” antisemita. Dadas las circunstancias, conviene examinar un libro publicado en 2007 por un destacado experto israelí en historia medieval judía y en lo que le sucedió.

El autor es el profesor de Bar-Ilan (y rabino) Ariel Toaff, hijo del antiguo rabino jefe de Roma, líder religioso tan famoso que un periodista israelí escribió que el padre de Toaff “es a la judería italiana lo que la Torre Eiffel a París”. El propio Ariel Toaff está considerado como “uno de los mayores expertos en su campo”23 24.

En febrero de 2007 los medios de comunicación israelíes e italianos polemizaron (aunque la mayoría de los estadounidenses la omitieron) con la noticia de que el profesor Toaff había escrito un libro titulado “Pasque di sangue” (“Pascuas de sangre”)25 que contenía pruebas de que “había un fundamento objetivo en algunas de las calumnias de sangre medievales contra los judíos”.

A partir de los datos recopilados a lo largo de 35 años de investigación, Toaff concluye que hubo al menos algunos incidentes reales, posiblemente bastantes.

Afirmaba Toaff en una entrevista para un periódico de Italia (país donde se publicó el libro):

“Mi investigación muestra que, en la Edad Media, un grupo de fundamentalistas judíos no respetó la prohibición bíblica y usaron sangre para realizar curaciones. Fue solamente un grupo que pertenecía a las comunidades que sufrieron las mayores persecuciones durante las Cruzadas. De ese trauma surgió un ansia de venganza que en algunos casos llevó a ciertas respuestas, entre ellas los asesinatos rituales de niños cristianos”26.

El profesor Toaff fue atacado inmediatamente desde todos los ángulos, e incluso recibió presiones orquestadas por el presidente de la Liga Anti Difamación, Abe Foxman, pero Toaff, respaldado por sus 35 años de investigación, declaró:

“No voy a renunciar a mi devoción por la verdad y la libertad académica, aunque el mundo me crucifique… No se debe temer a decir la verdad”.

Sin embargo, poco después, sometido a una implacable presión pública y privada, tuvo que claudicar, retirar su libro y prometer que entregaría todos los beneficios obtenidos (el libro había volado de los estantes de las librerías italianas) a la Liga Anti Difamación de Foxman. Un año después publicó una edición revisada”27.

La experiencia de Donald Boström parece ser una repetición de lo que el profesor Toaff padeció: calumnias, insultos y difamaciones. Boström ha recibido asimismo amenazas de muerte, experiencia por la que quizás pasara también el profesor Toaff.

Si Israel fuese inocente de las acusaciones de saqueo de órganos, o si su culpabilidad fuera considerablemente menor de lo que Boström y otros sugieren, debería agradecer la apertura de investigaciones imparciales que despejaran dudas sobre su culpabilidad. Sin embargo, el gobierno y sus defensores están tratando de suprimir todo debate y aplastan a quienes consideran una amenaza por sus preguntas y conclusiones. El Primer Ministro Benjamín Netanyahu, más que responder a los llamamientos para que se abra una investigación, exige que el gobierno de Suecia abandone su compromiso con la libertad de prensa y condene el artículo. La oficina de prensa israelí, al parecer como represalia y para impedir nuevas investigaciones, está rechazando dar credenciales de prensa a los reporteros del periódico en cuestión.

Al igual que en el caso del violento ataque a Jenín, del ataque al USS Liberty, de la masacre de Gaza, del aplastamiento de Rachel Corrie, de la tortura de ciudadanos estadounidenses y de una multitud de otros ejemplos, Israel está empleando sus considerables recursos en todo el mundo para interferir en el proceso de investigación.

Cuesta creer que no tenga nada que ocultar.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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Author: admin

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