En febrero del 2006, publiqué en este mismo espacio una columna titulada ?ACUidarse?, refiriéndome en ella al surgimiento de la moneda asiática ?de registro? que debe su nombre a sus siglas en inglés: Asian Currency Unit (ACU).
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Por [url=http://www.prensalibre.com/pl/2009/abril/14/307547.html]césar garcía
En esos días se anunciaba ?para marzo del 2006? el nacimiento de la moneda asiática que rivalizaría eventualmente con el euro y el dólar de EE. UU. Este último, ya para entonces perdía valor aceleradamente frente a su rival europeo.
En diciembre del 2005, Masahiro Hawai, jefe de la oficina del Banco de Desarrollo Asiático (BDA), para la integración económica de la región, con sede en Manila, informaba de cómo el ACU pasaría a la cesta de cambio monetario de los países que la conformarán, la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN), más Japón, China y Corea del Sur (ASEAN+3). La ASEAN aglutina a Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam. La cesta sobre la que se basaría el ACU sería el promedio de las monedas usadas en la ASEAN+3 y se convertiría en un indicador útil para las autoridades monetarias en su política de formulación de las tasas de cambio; ello permitiría controlar en el ACU, el movimiento colectivo de las monedas asiáticas contra monedas extranjeras dominantes, antes mencionadas, el euro y el dólar.
El tema cobra nuevamente importancia (o quizá nunca la perdió), frente a la propuesta del gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, quien propuso, hace pocas semanas, la creación de una moneda de reserva multinacional, como punto de partida, para la reforma ?que muchos califican de prioritaria? del sistema económico mundial, frente a la crisis financiera internacional que ha causado grandes pérdidas, principalmente a capitales del primer mundo. Es un hecho que el mundo está preocupado por la solidez del dólar y también del euro, y está preocupado con conocimiento de causa.
Preguntas difíciles[/h3]
En efecto, frente a los pavorosos déficits fiscales y comerciales de la nación más poderosa del mundo, frente a la crisis de colosales proporciones, para cuya única receta se ha decidido continuar emitiendo dólares a granel, para así ?salvar? a corporaciones y bancos que deberían haber quebrado? la grandes preguntas que surgen son: ¿Hasta cuándo el dólar conservará su valor? y ¿La reciente apreciación del dólar en muchas economías alrededor del mundo será definitiva, o más bien significará el preludio de su inminente caída? Son preguntas razonables, ya que ?es obvio? la emisión monetaria estadounidense traspasó, hace mucho, los límites de la prudencia.
Si el dólar colapsara, lo cual ?creo? nadie en su sano juicio espera suceda? pero parece muy probable que ocurra, entonces una proporción importante de las reservas monetarias internacionales del mundo estarían amenazadas o perderían ?de la noche a la mañana? su valor. ¿Por qué las iniciativas de una moneda única nacen desde China?, sencillamente porque ese país ?de gran expansión en los últimos años-? es el principal poseedor ?en lo individual? de papeles soberanos de los EE. UU., lo que quiere decir que debe ser el más preocupado por cuidar sus inversiones y el sostenimiento de valor de éstas.
Cuando se analizan fríamente los resultados de las rondas o reuniones del G-8 y luego del G-20; cuando se leen las consecuencias ?todavía incipientes? de la crisis económica del primer mundo, motivada por inmoralidad, desvaríos económicos, libertinaje y corrupción, solo puede concluirse en que el mundo no volverá jamás a ser el mismo. Surgirá ?inevitablemente del caos? un gobierno mundial, una economía globalmente controlada, una banca dirigida por los estados más importantes del planeta y obviamente una moneda mundial que, nos guste o no, no será ?casi seguramente? ni el dólar ni el euro. ¿Por qué?, porque se deberá consensuar con el otro bloque importante y dominante: el asiático, que ?con todo y sus problemas? representa más del 30 por ciento de la economía mundial. ¡Piénselo!
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]