Las Guerras del Futuro: Conflictos por el Agua y los Alimentos

Controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de “bien social”, el agua potable y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación financiera, convirtiéndose en la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta. En este contexto, se plantean diversos escenarios de guerras futuras por el control de las fuentes de estos recursos estratégicos esenciales para la existencia humana.

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Por [url=http://www.iarnoticias.com]Manuel Freytas

Según la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar número de mega empresas controlan el mercado internacional del agua potable.

En la realidad, la fuente y producción de alimentos y la industrialización del agua potable está fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos.

Esos recursos esenciales para la supervivencia humana están supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear de EEUU y las superpotencias.

Según la ONU, el aumento del consumo de agua, causado, entre otras razones, por el auge demográfico y la movilidad geográfica de la población, la aparición de nuevas necesidades y la creciente demanda energética, hace, junto al calentamiento global, que las reservas de agua en el mundo disminuyan.

Según el organismo internacional, alrededor de 1,5 millones de niños menores de cinco años mueren anualmente a causa de enfermedades relacionadas con consumo de agua no potable y malas condiciones sanitarias.

El documento dice que unos 884 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua potable y más de 2,6 millones viven en condiciones sanitarias no adecuadas.

Asimismo, el informe adoptado en la ONU establece que el acceso al agua potable y el saneamiento son derechos fundamentales básicos, claves para la vida del hombre.

En ese escenario, la industrialización y comercialización del agua potable, así como la producción y comercialización de alimentos no está supeditada a la lógica del “bien social”, sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.

En marzo de 2010, al iniciarse en Guadalajara, México, una conferencia técnica sobre la biotecnología agrícola, Pat Mooney, director ejecutivo del Grupo ETC de Canadá, dijo al diario La Jornada que lo único que le interesa a las multinacionales del sector es obtener ganancias.

El experto señaló que las transnacionales nunca se interesaron en la alimentación de los pobres, debido a que no representan un mercado.

Controlados por las corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de “bien social”, el agua potable y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un valor fijado por la especulación financiera, convirtiéndose en la causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a desarrollarse por todo el planeta.

En este contexto, se plantean diversos escenarios de guerras futuras por el control de las fuentes de estos recursos estratégicos esenciales para la existencia humana.

De acuerdo con muchos expertos, el marco totalizado de la “gran guerra” que se avecina será por el control del agua potable y alimentos.

Esta es la tesis que desarrolla un informe de redactado a fines del año pasado y elaborado por el ejército canadiense, titulado “El contexto de la futura seguridad 2008-2030″, donde adelantan algunas iniciativas para amortiguar o controlar parte de lo que ya se prevé que va a ocurrir.

?Las Fuerzas Armadas se están preparando para responder a los cuatro rincones del planeta, debido a las guerras regionales y eventuales hechos violentos por la competencia de los recursos naturales. Las futuras operaciones militares debidas a la multiplicación de motines provocados por el hambre darán lugar a intensos combates”, señala el documento militar canadiense.

Según el informe, entre los numerosos factores de desestabilización del planeta para los próximos años, el impacto ambiental ocupa el centro de atención. “En todo el mundo tendrán lugar fenómenos meteorológicos cada vez más violentos y cada vez más vinculados al cambio climático que exigirán intervenciones militares, desde misiones de socorro a las víctimas de catástrofes naturales hasta operaciones de estabilización a gran escala”.

Las fuerzas armadas canadienses estiman que las futuras guerras entre los Estados capitalistas será por el control de recursos tales como el agua y los alimentos y prevé la peor de las situaciones. El informe proyecta que en países frágiles económicamente, las luchas internas por el control de los recursos, será especialmente en forma de guerrillas u hordas armadas organizadas para los saqueos.

En un lapso de 20 años los problemas medioambientales, así como la escasez de agua y de alimentos, supondrán un riesgo de desestabilización en regiones enteras, estima el documento.

“Se prevé que las presiones causadas por las migraciones y los flujos de refugiados o de personas desplazadas conllevarán a un recrudecimiento de las tensiones étnicas, religiosas o territoriales, inestabilidad y, posiblemente, crisis de gobernabilidad en esos Estados”, señala.

Estos resultantes “se darán principalmente en las zonas costeras, donde habita el 75% de la población mundial, en especial entre los grupos de personas, los sectores de la economía y las localidades sensibles a las variaciones climáticas desde el punto de vista económico o ecológico”.

Según el informe canadiense, los efectos del cambio climático serán severos y tendrán consecuencias catastróficas, especialmente sobre el deshielo de los casquetes polares, la subida del nivel del mar, la creciente desertificación y la disminución del rendimiento de los cultivos en ciertas regiones (especialmente en África), la transformación de hábitats, la extinción de numerosas especies y la creciente propagación de enfermedades tropicales en las zonas templadas.

“El aumento del nivel del mar y el deshielo de los glaciares aumentarán sin duda la superficie de tierras perdidas, mientras que las infiltraciones salinas y la contaminación reducirán el acceso a los recursos de agua potable. La productividad agrícola de África caerá en picada” agrega.

Para los analistas que elaboraron el documento: “La pérdida de tierras de cultivo debido a la desertificación conllevará una disminución de las cosechas en un 50%”. Además, “los glaciares del Himalaya desaparecerán sin duda hasta 2035, lo que privará a 750 millones de habitantes de la región del Himalaya-Hinde-Kush y China de su fuente de agua potable”.

En junio de 2010, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, señaló que la escasez de agua llegó al pico en ciertas regiones del planeta, debido a que los países desarrollados derrochan este recurso de vital importancia.

“Una de las causas principales de la falta de agua es que los países desarrollados gastan dos veces más de lo que necesitan”, dijo Ahmadineyad durante la conferencia internacional “Agua para la vida” en Dushambé.

El líder iraní aseguró que “los países capitalistas provocan problemas con el agua debido a su conducta incorrecta que causa el cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero”.

Según Ahmadineyad, el 20% del uso de hidrocarburos corresponde a los países desarrollados que rechazan invertir en sus programas de reducción de emisiones y prestar sus tecnologías de producción de energía nuclear a los países menos desarrollados.

El acceso al agua es obstaculizado también por la ocupación territorial e infracción de derechos humanos, resaltó el presidente iraní y citó como ejemplo los territorios palestinos, donde se destruyen los sembrados y cuya población sufre falta de agua potable.

En este contexto, el mandatario iraní propuso crear una tecnología eficaz de desalación de agua marina y sustituir los hidrocarburos por energía alternativa, nuclear, solar y eólica.

Los gobiernos, al no tener poder de gerenciación sobre sus recursos agroenergéticos de agua potable se convierten en títeres de las corporaciones que los controlan y que se apoderan de la renta de lo producido por el trabajo social de esos países.

Y como el capitalismo trasnacional (las corporaciones que controlan el agua potable, el petróleo y los alimentos) sólo produce para quien está en capacidad de comprar esos productos, la falta de poder adquisitivo de las mayorías empobrecidas del planeta, lleva su vez a que las corporaciones reduzcan la producción para achicar costos y preservar la rentabilidad vendiendo menos pero más caro.

El mundo atraviesa por una sobredemanda de alimentos y de petróleo que, a su vez, multiplica la rentabilidad de los grupos que hegemonizan el poder sobre la producción y comercialización, y sobre los mercados de la especulación financiera de las materias primas.

De esta manera, a los pulpos que hegemonizan el control la industrialización y la comercialización de alimentos y de agua potable, no les interesa preservar las fuentes y el medio ambiente, sino ganar más produciendo lo mismo con baja de costos de personal e infraestructura .

En este contexto, se plantean diversos escenarios de guerras futuras por el control de las fuentes de estos recursos estratégicos esenciales para la existencia humana.

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