Las lecciones de Rusia en Georgia para Estados Unidos y sus aliados

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A partir del control militar de Georgia y del Cáucaso, Moscú se posiciona claramente en tres escenarios: El control del estratégico oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), una negociación por separado con Alemania y Francia que produce una fisura en las relaciones USA-UE con el petróleo del Caspio como protagonista, y el envío de una clara advertencia (especialmente para Ucrania, Polonia y Rep. Checa) de que Moscú puede extender la lección de Georgia a otros enclaves pro-EEUU del espacio postsoviético.

El desarrollo de la etapa post-bélica demuestra que el gobierno de Moscú está buscando (al mejor estilo de Putin) un “equilibrio” entre el cumplimiento de la “formalidad diplomática” del acuerdo de alto el fuego suscripto con Georgia (con mediación de Francia) con una profundización del control militar estratégico que hoy detenta sobre la región del Cáucaso y Georgia.

Para el Kremlin y su Estado Mayor la cuestión estaría clara: Después de la derrota de Georgia (un Estado títere de Washington), la región no puede volver a su status anterior de presión militar de la OTAN y hegemonía encubierta de EEUU.

Con el reforzamiento del cerco militar sobre Georgia, Rusia controla de hecho el estratégico oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), una llave de acceso del petróleo del Caspio hacia Europa, que Moscú ya estaría barajando como herramienta para negociar un ”nuevo orden regional” que lo tenga como protagonista central.

Según agencias rusas y “occidentales” el presidente ruso, Dmitri Medvedev, le comunicó este domingo a su homólogo francés, Nicolás Sarkozy, en conversación telefónica, que el lunes comenzará la “retirada” de las tropas rusas desplegadas en Georgia, aunque no precisó la modalidad ni el calendario del retiro total.

Según la interpretación de algunos analistas rusos, pese a que se realizará un retiro gradual y formal de las tropas, los enclaves estratégicos de control militar de la región no se desmontarán aunque el Kremlin haya firmado “oficialmente” el acuerdo del cese al fuego al que el canciller francés definió como un “pedazo de papel”.

De acuerdo con esas interpretaciones, las claves de ese dispositivo de control militar estratégico cuenta con tres emplazamientos : Osetia del Norte y la frontera rusa por el norte, Osetia del Sur, como centro de proyección a Tiflis, y la Flota del Mar Negro, como plataforma de monitoreo del movimiento aéreo y portuario de Georgia.

En ese escenario, la estrategia de Moscú estaría orientada a ”ganar tiempo” con retiros parciales y lentos de tropas para cubrir las reglas “diplomáticas”, manteniendo y fortificando el dispositivo militar de “cerco” sobre Georgia y el resto de la región.

Pero la estrategia rusa ya generó una reacción en EEUU y la Unión Europea, que por ahora se muestran impotentes y sin medidas claras para neutralizar la operación de Moscú.

Tanto Washington como su Estado títere de Georgia, calificaron de “ambigua y confusa” la promesa de retiro reiterando sus advertencias de que las tropas rusas de combate deben abandonar de inmediato y sin más preámbulos el territorio georgiano y las provincias separatistas de Osetia del Sur y de Abjasia, o Moscú deberá enfrentar un aislamiento internacional.

Un comunicado del Estado Mayor militar ruso precisó aún más los alcances de la decisión rusa.

En el comunicado, la plana mayor militar del Kremlin precisó que la retirada de las tropas rusas de Georgia será “gradual” e insistió en la necesidad de que éstas continúen cumpliendo con su “misión de paz” en la zona de conflicto.

El general Anatoli Nogovitsin, subjefe del Estado Mayor del Ejército ruso, añadió que las tropas rusas también se ocupan de liquidar las secuelas de la catástrofe humana provocada por la guerra. “En estos momentos, las tropas rusas mantienen el control sobre tres ciudades georgianas (Gori, Senaki y Zugdidi), además de mantener el cerco sobre el puerto de Poti, en el Mar Negro, con la Flota Rusa monitoreando todos los movimientos”, precisó.

“La principal tarea de las tropas rusas de paz y de las unidades del 58 Ejército en la zona de conflicto es estar en permanente alerta para cumplir con sus misiones de pacificación”, aseguró en una rueda de prensa el general Anatoli Nogovitsin.

Hay que puntualizar que -según medios y analistas rusos- Moscú sostiene que la fracasada invasión de Georgia del Sur tenía como objetivo una intervención de la ONU y el despliegue de “fuerzas de paz” que marginaría a las fuerzas rusas de la función que cumplían en la región en el marco del la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que aglutina a las ex repúblicas soviéticas.

El fracaso de la invasión de Georgia a Osetia del Norte, y el posterior contraataque y despliegue de sus tropas, le permitió a Moscú la posibilidad de reposicionarse militarmente sobre Georgia y sobre el grifo petrolero del oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), desnudando el corazón estratégico del conflicto que no es otro que el control del flujo petrolero del Caspio hacia Europa.

A partir del control militar de Georgia y del Cáucaso, Moscú se posiciona claramente en tres escenarios: El control del estratégico oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), una negociación por separado con Alemania y Francia que produce una fisura en las relaciones USA-UE con el petróleo del Caspio como protagonista, y el envío de una clara advertencia (especialmente para Ucrania, Polonia y Rep. Checa) de que Moscú puede extender la lección de Georgia a otros enclaves pro-EEUU del espacio postsoviético.

A su vez, el afianzamiento militar del control territorial y sobre el estratégico BTC le permite a Moscú presionar sobre la UE para la no aceptación de Georgia en la OTAN. Si Georgia ingresara a la OTAN se completaría el círculo de aislamiento de la Flota Rusa del Mar Negro.

En los últimos años, países post-soviéticos que tienen costas en el Mar Negro se integraron a la Alianza: en 2004 (además de Turquía) Rumania y Bulgaria se agregaron a la OTAN y estos dos últimos desde principios de 2007, además, se integraron a la Unión Europea. La estrategia de Washington buscaba (y busca) claramente el aislamiento de Rusia y su flota en la región.

El dominio ruso del Mar Negro, además, tiene una clara incidencia geopolítica-militar sobre Irán y Turquía (una llave militar de EEUU) y juega un papel estratégico en el desarrollo del conflicto de Medio Oriente.

En las últimas horas la prensa rusa difundió versiones según las cuales Moscú podría amenazar con la interrupción del estratégico oleoducto que trasporta petróleo a Europa desde el Caspio y cuyas redes de tendido pasan a través de Georgia.

En su nueva guerra fría por áreas de influencia con Moscú, EEUU construyó el BTC, un oleoducto que parte del Azerbaidjan y concluye en el Mediterráneo, en Turquía, para evitar el territorio de Rusia (e Irán), con el propósito claro de monopolizar la explotación y el transporte del petróleo y el gas asiáticos.

Es la única tubería que lleva al continente europeo el crudo del Caspio sin pasar por Rusia e Irán, que hasta su construcción ostentaba el monopolio de los suministros de hidrocarburos procedentes de Asia Central.

El oleoducto BTC, que empezó a funcionar en el 2006, se extiende a través de Chechenia y las provincias separatistas de Abjazia y Osetia del Sur en Georgia.

Debido a su importancia geopolítica-militar y económica en la competencia por áreas de influencia con Rusia, EEUU proporcionó a Georgia multimillonarias cifras en ayuda económica, dotándola de armamento y equipamiento estadounidense de última generación en el espacio post-soviético.

El BTC ha costado unos 3.600 millones de dólares (unos 2.370 millones de euros), que aportaron varias petroleras internacionales, entre las que se destacan British Petroleum y las norteamericanas Chevron y Conoco-Philips.

De ser destruido o interrumpido el vital oleoducto, el monopolio de los suministros de petróleo volvería a la ruta rusa, a través de Bielorrusia y Ucrania. Puesto en funcionamiento en 2006, el BTC permite a Europa obtener diariamente 1,2 millones de barriles de crudo.

Esta es la principal carta en la manga de Moscú para forzar a la Unión Europea (la principal perjudicada en caso de interrupción del flujo petrolero) a negociar un acuerdo al margen de Washington y de sus petroleras.

Rusia, por medio de la anterior administración de Putin, inició una estrategia de apuntalamiento de sus relaciones con Europa a partir de su desarrollo con el petróleo y la energía.

De la mano del gigante petrolero estatal ruso, Gazpron, Putin avanzó en acuerdos sectoriales con Alemania, Austria, Italia y Francia.

Gazprom ya distribuye el gas en Italia, con Alemania mantiene un contrato de provisión de gas por el Báltico, y en Rusia le ha otorgado contratos a la Total francesa, rompiendo la hegemonía de las petroleras anglo-norteamericanas.

El nuevo mapa de dominio regional del Cáucaso, y su virtual control militar de Georgia, posiciona a Moscú para avanzar hacia la consolidación de nuevos acuerdos energéticos con Europa produciendo una fisura en la alianza EEUU-UE con -todavía impensables-influencias en el mapa del poder regional.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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