Manuel Zelaya Acorralado en Honduras y Sin Muchas Alternativas

Simulemos un ring: Un boxeador va perdiendo la pelea e intenta jugar toda su chance en un contragolpe demoledor buscando el nock out, pero el rival resiste el contraataque y queda en pie.

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IAR Noticias

Es lo que pasó entre Zelaya y Micheletti: El derrocado jugó toda su estrategia a una “reacción internacional” relámpago contra el régimen imperante, pero falló. La acción en la embajada brasileña (más allá de las advertencias y “condenas” formales) no consiguió ninguna medida efectiva contra el gobierno de Micheletti por parte de la ONU y las potencias centrales. Zelaya contragolpeó, y Micheletti no cayó. Sonó la campana y ahora se invierten los roles: Llegó la hora de jugar al gato y al ratón.

Los hechos lo demuestran: El gobierno de facto de Micheletti (sostenido por el Pentágono y los republicanos) es impermeable a cualquier bloqueo o amenaza y se mantiene firme en su postura: Todo se negocia menos el regreso de Zelaya al gobierno.

En consecuencia, y como dice la prensa internacional, la crisis se estancó (ingresó en un statu quo) con un detalle: Zelaya sigue encerrado en la ratonera de la embajada brasileña (donde se metió solo, o lo metieron), y Micheletti (ahora el gato del culebrón), acecha y planea estrategias para dar el zarpazo final.

A la defensiva (habiendo perdido la capacidad ofensiva), a Zelaya sólo le queda hacer lo que hace: Denunciar acoso, encierro, o tortura psicológica, amenazar con la “reacción popular”, o advertir que planean asesinarlo o detenerlo. El presidente depuesto, cree que todavía Obama y la “comunidad internacional” pueden venir en su rescate.

¿Puede haber una “reacción popular”, más allá de la presión que los “zelayistas” y su aparato político ejercieron hasta ahora en las calles?.

Una estimación de varias agencias (entre ellas Reuters, EFE, DPA y AFP), señala que en las instancias picos de las manifestaciones contra el gobierno de facto los participantes no superaron los 20.000 personas, y el sábado, los que se movilizaban en Tegucigalpa no superaban los 2.000.

En cuanto a la “reacción internacional” ¿Qué puede esperar Zelaya?

En sus reunión de “emergencia”, el viernes, el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sólo consiguió “condenar” la presión sobre la embajada de Brasil en Tegucigalpa y pidió al gobierno interino de Honduras “que detenga el acoso”.

Durante las discusiones, Reino Unido, Francia y Alemania, abogaron por una solución del conflicto “sin Zelaya ni Micheletti” para facilitar un acuerdo de salida consensuada.

“El Consejo espera que la mediación regional continúe su trabajo en las cuestiones políticas de Honduras”, señaló Susan Rice, actual presidenta del Consejo de Seguridad, al final del cónclave.

Por su parte, el canciller de Brasil, Celso Amorim, indicó que su gobierno estaba “gravemente preocupado por la posibilidad de que los autores del golpe de Estado en Honduras no tengan en cuenta la inviolabilidad de la embajada y avancen con la intención de detener por la fuerza al presidente Zelaya”.

Con respecto al proceso de negociación regional, el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, quien en los últimos meses ha actuado como mediador en la crisis hondureña, confirmó en entrevista con la BBC que “se está pensando si es factible el que una serie de cancilleres, conjuntamente con el secretario general de la OEA, pueda visitar Honduras lo más pronto posible”.

En otras palabras, la situación -en otro estadio- vuelve a su ciclo anterior, con un dato: Zelaya permanece acorralado dentro de la embajada brasileña donde la Cruz Roja internacional certificó que goza de “buena salud”, al menos en el aspecto físico.

Por su parte, en un contraataque, el gobierno de facto de Roberto Micheletti dio un plazo “no mayor de diez días” a Brasil para que defina el estatus del depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, a partir del cual va a “tomar medidas”, aunque no especificó cuales.

En un comunicado, la cancillería del gobierno de facto expresa que si la solicitud no es atendida, “nos veremos obligados a tomar medidas adicionales conforme al derecho internacional”, aunque sin precisar detalles en qué consistirían.

Además, el jefe del gobierno golpista anunció que no recibirá a los embajadores de España, Argentina, México y Venezuela, considerados como sostenes del retorno de Zelaya.

“Ningún país puede tolerar que una embajada extranjera sea utilizada como base de mando para generar violencia y romper la tranquilidad, como el señor Zelaya lo ha estado haciendo desde su ingreso al territorio nacional”, agrega el texto.

Zelaya, quien fue depuesto el pasado 28 de junio mediante un golpe de Estado, regresó a su país el pasado lunes 21. Según el gobierno de facto, desde entonces “ha usado la embajada de Brasil para instigar la violencia e insurrección contra el pueblo hondureño y su gobierno constitucional”.

El comunicado agrega que “los resultados de estos llamados a la violencia han sido daños materiales a la propiedad pública y privada en nuestra capital y la generación de inconvenientes a nuestros ciudadanos”.

El comunicado del “gobierno interino” llega tras las declaraciones realizadas el viernes pasado por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien aseguró que el depuesto mandatario se quedará en la embajada “el tiempo que sea necesario para (garantizar) su seguridad”.

“Lo que es anormal no es que Zelaya haya vuelto, sino que el tal Micheletti se haya quedado”, dijo Lula, que afronta crecientes presiones del poder político y económico brasileño por el “uso político” de la embajada y las posibles responsabilidades de Brasil en lo que pueda ocurrir.

Miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ingresaron al edificio el pasado viernes y constataron que no había “necesidades humanitarias urgentes”, según explicó a la prensa el vocero del organismo, Marcal Izard.

Sin embargo, Izard evitó pronunciarse sobre los gases tóxicos que ?según Zelaya? habrían sido lanzados contra la embajada.

Quien sí lo hizo fue el médico del mandatario depuesto, Marco Antonio Rosas.

El profesional relató que “en la embajada hay unas 25 o 30 personas con diferente sintomatología, sangrando por diferentes partes del cuerpo; por la nariz, con vómitos, con dolor de cabeza fuerte, ardor en los ojos. Esto nos dice que hay algún grado de intoxicación”.

El comisionado policial Oleg Serrato, por su parte, negó cualquier tipo de ataque contra el edifico y consideró que “sería contraproducente tener un dispositivo de seguridad tan grande y que por otro lado estuviéramos atentado contra la seguridad de las personas”.

En el plano de las presiones internacionales por una “solución” del conflicto, la llegada de comisiones internacionales o los acuerdos para encuentros fuera de Honduras no tienen, de momento, fecha, hora o lugar.

Son al menos dos los grupos que podrían involucrarse y que se había especulado que vendrían el fin de semana: el de los cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el dúo compuesto por el presidente costarricense Oscar Arias y el vicepresidente de Panamá, Juan Carlos Varela, auspiciado por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter.

La vicecanciller del “gobierno interino”, Martha Lorena Alvarado, señaló a la prensa que “no será hasta la próxima semana que el presidente (Micheletti) comience a estudiar posibles fechas” para encuentros.

La funcionaria explicó que su gobierno está “enfrascado en concertar el diálogo interno”, que “es lo natural” y que en todo caso, precederá a cualquier negociación externa.

Alvarado resaltó la importancia que tuvo en este sentido la conversación con los candidatos presidenciales, aunque opinó que “se evidenció que ellos no tienen voluntad de negociar en función de una agenda pragmática, sino en función de que se cumpla su capricho de ir a elecciones”.

Por su parte, el director de radio Globo (favorable al gobierno depuesto), David Romero, señaló que el actual estado de cosas no favorece el diálogo.

Volvamos al ring: Zelaya contragolpeó, y Micheletti se mantiene en pie y en la ofensiva.

Ahora el culebrón continúa en dos escenarios: Zelaya, en la ratonera, atajando presiones y rodeado por el aparato represivo, y Micheletti al acecho y manejando los tiempos.

Hay un solo límite: La muerte en las calles. Si el aparato de Zelaya consigue que el gobierno golpista se desborde en la represión con una escalada de muertos y heridos, Zelaya puede tener otra oportunidad apelando a una intervención internacional para detener la masacre.

Este domingo Manuel Zelaya, llamó a sus seguidores a concentrarse en Tegucigalpa para “una ofensiva final” para restituirlo.

?Hago un llamado patriótico a movilizarse en todo Honduras y que todos los que puedan vengan a Tegucigalpa para que luchen en una ofensiva final?, dijo Zelaya a través de un comunicado leído en radio Globo.

El punto está ahora en saber cuanta presión callejera pueden ejercer los manifestantes “zelayistas” y los grupos de izquierda que lo acompañan, y en que medida las fuerzas represoras logran contenerlos al menor costo de heridos o muertos.

Zelaya busca muertos, y Micheletti busca que no los haya, no por santo, sino porque las víctimas fatales son lo único que podría desestabilizar su posición dominante en Honduras.

Lamentablemente (y como sucede siempre en la realidad de los hechos), el culebrón bananero de los dos sectores del poder hondureño por el control del gobierno no es un torneo pacifista de buenos modales.

Micheletti utiliza el aparato represivo sin compasión, y Zelaya utiliza a sus seguidores a los que llama sin piedad a servir de “carne de cañón” para provocar un desborde de la policía del régimen a sabiendas que ésa es su única carta de triunfo para retomar la ofensiva.

La política es la continuidad de la guerra por otras vías, o viceversa, y los políticos (gerentes serviles del Estado capitalista), como lo están mostrando Zelaya y Micheletti, no vacilan en utilizar a seres humanos como conejillos de laboratorio para conseguir sus propósitos.

La cuestión (como siempre) se resume en una guerra entre dos sectores del poder, mientras la sociedad hondureña, masivamente pobre y excluida, permanece en sus casas a la espera de la resolución del conflicto entre la “izquierda” y la “derecha” del mismo sistema que rige en Honduras.

Si se mantiene el statu quo (sin muertos en las calles) difícilmente Zelaya y sus aliados (Chávez y los presidentes izquierdistas) puedan retomar la ofensiva que perdieron, y difícilmente las potencias lleguen a medidas concretas para restituir a Zelaya en el gobierno.

Las potencias (con EEUU frenando cualquier intervención internacional) quieren un “final feliz” sin Zelaya ni Micheletti, pero, en la ratonera, son demasiadas las tentaciones del gato por pegar un zarpazo y terminar rápidamente con el ratón.

Si eso sucediera, significaría que los halcones conservadores y el Pentágono ya decidieron empezar a escribir en Honduras la caída de Obama.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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Author: admin

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