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No todos los bebés las tienen: mientras que algunos acusan la salida de los dientes, otros parecen no enterarse.
Aumento del babeo debido a que la dentición estimula la producción de saliva.
Las babas humedecen, irritan y enrojecen las mejillas y el entorno de la boca.
Tos ligera cuando se atraganta con la saliva.
Tendencia a morder todo lo que encuentra: su propia mano, el sonajero…
Dolor en la encía, incluso en la mejilla y, en el peor de los casos, en las orejas. Ocurre sobre todo con el primer diente. Por su mayor tamaño, los premolares y los molares también suelen dar más molestias.
Rechazo de la comida: pide pecho o biberón, pero pronto lo suelta porque la succión aumenta el dolor.