Monseñor Romero no murió para que pandillas de pícaros se disputen su memoria, manchándola en actos oficiales cínicos e hipócritas, negando la justicia. Su memoria debe continuar siendo honrada por aquellos por quienes ofrendó su sangre generosa. Su memoria no debe ser tocada por manos sucias.
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Al igual que Roma se robó al Cristo, el gobierno de El Salvador quiere robarse a Monseñor Romero. Roma, en complicidad con la cúpula dirigente de la religión judía, asesinaron a Cristo en el año 33.
350 años despues, Roma, con Constantino a la cabeza, oficializa el crimen, haciendo suya la doctrina del hombre que ella misma asesinó en la cruz.
Ironías de la historia o picardías de gobernantes: 30 años despues del asesinato de Monseñor Romero, las clases dominantes salvadoreñas, con un gobernante a su servicio, pretenden robarle su martir a los sin voz. Quieren, tambien, oficializar el crimen, mientras los asesinos declaran impunemente que no tienen de qué arrepentirse.
Frente a qué estamos? Estamos frente a un gobernante que recibe gratuitamente las riendas del gobierno, que declara en campaña política que gobernará inspirado en el ejemplo de Monseñor Romero, pero que hoy hace todo lo contrario. Es el más vivo ejemplo del cinismo, la demagogia y la hipocresía.
Para colmo de males, se propone hacer, junto a sus amos, actos oficiales de conmemoración. Esto es un insulto a la memoria del martir. No es abrazándose con los asesinos en actos oficiales, como se honra la memoria de Monseñor Romero; eso no pasa de ser un intento de lavar el crimen.
Quiero subrayar que esto no es un discurso político, sino un clamor de justicia que hace temblar hasta los pilares de El Vaticano. Son los pobres de Monseñor los que no paran de exigir justicia. No hay muro para romperse la frente, ni pila de agua para lavarse las manos.
Suele suceder ver a Monseñor Romero únicamente como el hombre al lado de los pobres y confundido con ellos. Verlo así es negarle su lugar histórico. Y es que, justamente, Monseñor Romero sale de la Iglesia para entrar a la Historia de los hombres.
Es en defensa de los oprimidos donde Monseñor Romero alcanza a situarse en el lugar histórico que hoy tiene, de ahí que no puede aceptarse que los nuevos fariseos se rasguen las vestiduras en actos oficiales, manchando su memoria con discursos hipócritas.
Hablar de Monseñor Romero es hablar de compromiso con la liberación, compromiso con los derechos humanos, con la lucha por la Justicia, por la proclamación del Reino de Dios, pero aquí en la Tierra.
Monseñor no sólo fue un transformador social, fue tambien un luchador por la reforma de la Iglesia, y esa Iglesia aún está en deuda con él.
Juntarse con aquellos que rompen los sueños y matan las esperanzas, sería como tratar de hermanar Roma con Jerusalen en el año cero.
Monseñor Romero no murió para que pandillas de pícaros se disputen su memoria, manchándola en actos oficiales cínicos e hipócritas, negando la justicia. Su memoria debe continuar siendo honrada por aquellos por quienes ofrendó su sangre generosa. Su memoria no debe ser tocada por manos sucias.
Su ilustrísima señoría, el señor presidente, dijo hace unos días que no se puede revocar la Ley de Amnistía porque « reabriría heridas ». El señor presidente parece no darse cuenta que esa herida jamás se ha cerrado, que continúa sangrando y exigiendo justicia. No es « venganza », como él tambien ha dicho, lo que se exige.
Son tantas las confusiones de este personajillo, que confunde justicia con « venganza ».
Este 30 aniversario del martirio de Monseñor Romero, reviste una carateristica muy particular. La derecha política y económica ha logrado, de alguna manera, dividir a aquellos que por tradición y buena fé, venían conmemorando cada año el martirio de Monseñor Romero. Esto no deja de tener cierto sabor amargo.
Por supuesto, cada uno responde por sus actos, y el tiempo será quien lance su veredicto.
Sin embargo, prestarse conscientemente como instrumento a actos oficiales, es situarse al lado de los asesinos, quienes hoy, más que antes, con un presidente dispuesto a hacerles los mandados, están interesados en el juego del olvido y la impunidad.
No hay que olvidar que Roma pagó a los traidores, sí, pero que tambien los despreció.
Amigos, hermanos, compañeros: está prohibido olvidar!
Salvador Arias de Canada
Colaboración para [url=http://pijazo.blogspot.com]El Trompudo