Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, el mundo parecía haber ingresado en el escenario del “Imperio Unipolar”, en el “fin de las ideologías, y en el modelo de un “pensamiento único” capitalista nivelado para todo el planeta. EEUU emergía como la única superpotencia capaz de liderar (como su locomotora) la supremacía planetaria de un capitalismo triunfante y sin enemigos.
EEUU y las potencias (socios viscerales del “nuevo orden”) se dispusieron a disfrutar del descuartizamiento económico de la ex URSS reconvertida en la Federación Rusa. La estrategia de apoderamiento y división de Rusia tuvo dos caras complementarias: Fase 1) consolidación geopolítica y militar (control de países), Fase 2) Consolidación geoeconómica y control de mercados (control de recursos).
El objetivo estratégico de EEUU y sus socios europeos en los ex espacios soviéticos fue, primero, la consolidación de un control geopolítico y militar estratégico en el área, y de ahí, avanzar hacia el control de los mercados y recursos gasíferos y energéticos que quedaban en manos de Rusia, empezando por la lógica de Maquiavelo: Dividir para reinar.
El objetivo era claro: Dividir y controlar a los ex países soviéticos de la Federación Rusa para debilitar la hegemonía de Moscú sobre el control de los recursos energéticos, y restarle poder al dominio geopolítico-militar de Rusia en la región.
La planificación estratégica puesta en marcha contemplaba fusionar el ex “Pacto de Varsovia” (bloque militar de la URSS) a la OTAN, integrar los espacios económicos post soviéticos en el mercado capitalista “occidental”, y poner la región bajo la hegemonía nuclear-militar de EEUU y de las potencias europeas aliadas.
El acceso estratégico al petróleo y al gas del sur del Cáucaso y de Asia Central se convirtió en el eje central de la “Estrategia de la Ruta de la Seda” diseñada por Washington: Su objetivo era quitarle a Rusia el control de las redes de oleoductos y gasoductos (“nuevo orden” económico), administrar las rutas y transportes y poner en marcha un sistema de seguridad militar para ponerlos bajo jurisdicción de la OTAN (“nuevo orden militar”) .
Los planes iban viento en popa, pero un día apareció Putin: Utilizando como herramientas estratégicas el petróleo y el desarrollo armamentista, la “nueva Rusia” emergió de las cenizas aún humeantes de la URSS. En un escenario de creciente poderío económico, con el petróleo y la energía como fuente de poder estratégico, Rusia comenzó a desafiar la hegemonía “unipolar” de EEUU y la UE.
Desde el 2001, con Putin en el poder, Rusia nacionalizó y puso bajo control estatal la explotación del gas y el petróleo, multiplicó sus anuncios de fabricación de nuevos armamentos estratégicos y convencionales, creó un bloque de poder regional con China, trazó alianzas comerciales-militares en Medio Oriente y América, y a partir del año pasado incrementó en grados notables sus exhibiciones de fuerza militar ante Occidente abogando por el restablecimiento del “orden multipolar”. En ese escenario, 17 años después de la caída de la URSS, llegó Georgia.
Para el Kremlin y su Estado Mayor la cuestión parece estar clara: Después de la derrota de Georgia (un Estado títere de Washington), la región no puede volver a su status anterior de presión militar de la OTAN y hegemonía encubierta de EEUU. El domingo, antes de la cumbre del lunes en Bruselas, Moscú sumó otras dos movidas al tablero: Advirtió que puede cortar los suministros de gas y petróleo a Europa si la UE aprueba sanciones económicas, y Medvedev delineó las cinco claves de Rusia para restaurar la “multipolaridad” como alternativa a la supremacía decadente del orden “unipolar” liderado por EEUU y la UE.
Rusia juega fuerte. Y todo indica que -de ahora en más- nada será lo que era en el tablero global.
El nuevo mapa de dominio regional del Cáucaso, y su virtual control militar de Georgia, posicionó a Moscú para producir una fisura en la alianza EEUU-UE que, después de seis reuniones fracasadas en la ONU, todavía no pudo implementar una medida clara contra Moscú.
La que empieza será una semana clave en el conflicto del Cáucaso: En su cumbre de Bruselas, este lunes, la Unión Europea deberá decidir sanciones económicas contra Rusia por su negativa a levantar el cerrojo de control militar que mantiene sobre Georgia y el vital oleoducto TBC que alimenta a Europa con el petróleo del Mar Caspio.
El viernes, la dupla Putin-Medvedev lanzó su sexta jugada estratégica: Osetia del Sur y Abjasia se convertirán en enclaves militares de Rusia que instalará en esas provincias sendas bases militares. (Ver Georgia rompe con Rusia y Moscú prepara el “tercer frente” de la guerra: El nuevo escenario):
Georgia anunció su ruptura con Rusia y EEUU y la Unión Europea acusaron el golpe: El bloque USA-UE endureció el lenguaje pero todas las medidas propuestas chocan con las divisiones internas y las presiones de Rusia a Europa.
Moscú es una “llave gasífera-petrolera” de Europa, y difícilmente el Consejo Europeo, cuando se reúna el lunes en Bruselas, podría articular las duras medidas de sanciones económicas que propone Washington.
Este fin de semana, por distintos canales oficiales, Rusia lanzó advertencia de que puede tomar represalias si la UE decide sanciones económicas en su contra. Tanto el gobierno como las fuentes parlamentarias coincidieron que Moscú esta dispuesto a utilizar el “arma energética” para contrarrestar una campaña de presiones económicas y de aislamiento en su contra.
Según la prensa europea, la Unión Europea tratará de hacer frente común contra Rusia el lunes, cuando celebre su cumbre de emergencia, pero podrían surgir “diferencias” sobre si Moscú debería sufrir consecuencias por sus acciones en Georgia, debido a la dependencia que detenta Europa del gas y del petróleo ruso.
De acuerdo con la opinión de analistas europeos, y para evitar una confrontación directa con el mayor proveedor energético del bloque, se espera que los líderes de la UE se abstengan de aplicar sanciones el lunes.
En ese sentido -y según la opinión generalizada de la prensa internacional-, los líderes de la UE solo emitirán una dura condena verbal contra Moscú por el conflicto en la región rebelde de Osetia del Sur, pero Francia, Alemania y otros estados ya habrían bloqueado los llamamientos de la mayoría de los países del este de Europa para tomar una postura más dura, incluidas posibles acciones punitivas.
La UE recibe cerca de una cuarta parte de su gas natural de Rusia, que es además el mayor exportador de petróleo.
El embajador ruso en la UE, Vladimir Chizhov, opinó que la perspectiva de sanciones de la UE es “altamente improbable”.
El embajador Fedotov le dijo a la BBC que “cualquier sanción perjudicaría más a la UE que a Rusia”.
“Rusia no tiene la intención de prolongar esta confrontación”, dijo.
“Si los miembros prefieren elegir otra opción, por supuesto Rusia replicará, reaccionará”, subrayó.
Por otra parte, añadió que el mundo debe empezar a entender cómo es la moderna Rusia postsoviética.
Paralelamente, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, dijo a la televisión rusa que no existe ninguna justificación para enfriar las relaciones entre Rusia y la UE porque su país ha actuado de acuerdo con las leyes internacionales.
“Espero que esto no pase, porque no importa qué se diga, la verdad está de nuestro lado”.
Putin, que recientemente acusó a Estados Unidos de fomentar la crisis en Georgia, sugirió que algunos países europeos están buscando servir “los intereses exteriores de alguien más” (en velada alusión a Washington).
Las cinco claves de Rusia
El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, expuso el domingo en una entrevista concedida a tres canales de televisión rusos los cinco principios clave de la política exterior de Rusia basados en el restablecimiento de la “multipolaridad” como basamento esencial de las relaciones internacionales.
En primer lugar, Rusia reconoce la supremacía de los principios fundamentales del derecho internacional que definen las relaciones entre naciones civilizadas. “En segundo lugar, el mundo debe ser multipolar, la unipolaridad es inadmisible”, declaró y señaló que Rusia “no puede aceptar un orden mundial en el que todas las decisiones las tome un solo país, incluso aunque se trate de uno tan serio como Estados Unidos”.
Según Medvedev, “un mundo así es inestable y conlleva amenazas de conflicto”. En tercer lugar, Rusia no quiere ninguna confrontación con ningún país. “Rusia no tiene intención de aislarse. Desarrollaremos cuanto sea posible nuestras relaciones amistosas con Europa, Estados Unidos y otros países del mundo”, subrayó.
El presidente calificó de prioridad absoluta de su política exterior la protección de la vida y la dignidad de los ciudadanos rusos “estén donde estén”. “También protegeremos los intereses de nuestra comunidad empresarial en el extranjero. Y todos deben comprender que todo aquel que cometa una agresión, recibirá una respuesta”, precisó.
Como quinto principio de su política exterior, Medvedev citó los intereses de Rusia en las regiones amigas. “Rusia, al igual que cualquier país del mundo, tiene regiones en las que cuenta con intereses privilegiados. En esas regiones se encuentran países a los que nos unen relaciones de amistad”, indicó.
Medvedev señaló, además, que Rusia “trabajara con mucho cuidado en esas regiones” y declaró no estar hablando sólo de países limítrofes.
En lo que se refiere al desarrollo futuro de las relaciones diplomáticas con otros países, el presidente afirmó que dependerán no sólo de Rusia, sino también “de nuestros amigos y socios, de la comunidad internacional”.
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