Si se detuviera la industria y el negocio armamentista centralizado alrededor del combate contra el “terrorismo” (alimentado por un presupuesto militar de US$ 730.000 millones) terminaría de colapsar la economía norteamericana que hoy se encuentra en una crisis financiera-recesiva de características inéditas. Ésta -entre otros ejemplos del uso del “terrorismo” para justificar políticas imperialistas- es la mejor explicación de porqué Obama, con la excusa de un nuevo aniversario del 11-S, acaba de prolongar oficialmente la “emergencia nacional” de EEUU argumentando el peligro y la amenaza “terrorista”.
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IAR Noticias
El gerente de turno en el Imperio, Barack Obama, prolongó el jueves el estado de “emergencia nacional contra el terrorismo” con motivo del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, del que este viernes se cumplen ocho años, argumentando la continua “amenaza de ataques” contra el país norteamericano.
“Dado que la amenaza terrorista sigue vigente, el Gobierno y las autoridades hemos decidido que el estado de emergencia debe continuar más allá del 14 de septiembre de este año”, declaró el gerente de la Casa Blanca en un comunicado.
Las señales son claras: La continuidad de la política militar de los halcones en todos los frentes (ahora adornadas de una falsa “multilateralidad”) ya sitúa a Obama como el heredero de la “guerra contraterrorista” de Bush, y ratifica que las “cruzadas” de Bin Laden contra el Imperio tienen una continuidad con la administración demócrata.
Y esto reafirma una tendencia ya probada: La “guerra contraterrorista” no fue una política coyuntural de Bush y los halcones neocon, sino una estrategia global del Estado imperial norteamericano diseñada y aplicada tras el 11-S en EEUU, que va a tener una línea de continuidad con el gobierno demócrata de Obama.
Desde el punto de vista geopolítico y estratégico, el “terrorismo” (ayer con Bush hoy con Obama) no es un objeto diabólico del fundamentalismo islámico, sino una herramienta de la Guerra de Cuarta Generación que la inteligencia estadounidense y europea vienen utilizando (en Asia y Europa) para mantener y consolidar la alianza USA-UE en el campo de las operaciones, para derrotar a los talibanes en Afganistán, justificar acciones militares contra Irán antes de que se convierta en potencia nuclear, y generar un posible 11-S para distraer la atención de la crisis recesiva mundial.
A nivel geoeconómico se registra otra lectura: Si se detuviera la industria y el negocio armamentista centralizado alrededor del combate contra el “terrorismo” (alimentado por un presupuesto bélico de US$ 730.000 millones) terminaría de colapsar la economía norteamericana que atraviesa una crisis financiera-recesiva de características inéditas. Ésta es la mejor explicación de porqué Obama, hoy sentado en el sillón de la Casa Blanca, ya se convirtió en el “heredero forzoso” de la “guerra contraterrorista” de Bush a escala global.
La “simbiosis” funcional e interactiva entre Bush y Al Qaeda tiñó ocho años claves de la política imperial de EEUU. A punto tal, que a los expertos les resulta imposible pensar al uno sin el otro.
Durante ocho años de gestión, Bin Laden y Al Qaeda se convirtieron casi en una “herramienta de Estado” para Bush y los halcones neocon que convirtieron al “terrorismo” ( y a la “guerra contraterrorista”) en su principal estrategia de supervivencia en el poder.
En un planeta sin guerras inter-capitalistas, ya casi sin conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente), la leyenda de Bin Laden y el “terrorismo internacional” sirvió (y sirve) para alimentar y justificar las estrategias expansionistas del Imperio norteamericano, para crear nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales capitalistas de EEUU y Europa, y para mantener en funcionamiento a los complejos militares industriales que han encontrado en la “guerra contraterrorista” su nueva tajada ganancial en el negocio armamentista
Hay suficientes pruebas históricas en la materia: El 11-S sirvió de justificación para las invasiones de Irak y Afganistán, el 11-M en España preparó la campaña de reelección de Bush y fue la principal excusa para que EEUU impusiera en la ONU la tesis de “democratización” de Irak legitimando la ocupación militar, el 7-J en Londres y las sucesivas oleadas de “amenazas” y “alertas rojas” le sirvieron a Washington para instaurar el “terrorismo” como primera hipótesis de conflicto mundial, e imponer a Europa los “planes contraterroristas” hoy institucionalizados a escala global.
Como se sabe, los “planes contraterroristas” son el principal rubro de los presupuestos armamentistas a escala global (US$ 1.2 billones), y conforman la mayor tasa de rentabilidad de las corporaciones armamentistas que giran alrededor de los complejos militares industriales de EEUU y de Europa.
Decenas de informes y de especialistas -silenciados por la prensa oficial del sistema- han construido un cuerpo de pruebas irrefutables de que Bin Laden y Al Qaeda son instrumentos genuinos de la CIA estadounidense que los ha utilizado para justificar las invasiones a Irak y Afganistán y para instalar la “guerra contraterrorista” a escala global.
De esta manera, y al imponer la “guerra contraterrorista global” nivelada como hipótesis de conflicto central para todas las naciones, EEUU reafirmó su propia doctrina de “seguridad nacional” y agenda de “guerras preventivas contra el terrorismo” en todo el planeta.
En ese escenario, Obama es la continuidad de Bush.
[goodbye]apocalipsis[/goodbye]