Poderes para Acabar con Cualquier Enfermedad

Cada cambio bueno o malo que originamos en el organismo, hala una cadena que recorre todo el cuerpo y produce cambios buenos o malos. -M. A.

La naturaleza es la curandera del hombre, porque ella es el hombre. -Dr. Chopra

Hay que aprender confiar en nuestros propios poderes intentos. -Dr. W. Dyor

No se puede sacar un clavo mientras el martillo lo está golpeando en la cabeza. -M. A.

“Diosito lindo” quítame la enfermedad pero no me quites el tabaco, la carne y el vino. -Oración de las mayorías

Leyes Que Nunca Cambian

He aquí un abismo enorme entre la M (Medicina) y la AM (Antemedicina): La M de hace 50 años era muy diferente a la de hace 5 siglos, y la de hoy será diferente a la de unos 50 años más adelante; o sea que cambia de conceptos, medicamentos, métodos y de todo.

Ninguna ciencia que cambie sus leyes es lógica. Las matemáticas son lógicas porque 1 + 1 siempre fueron, son y serán 2. La física es lógica porque las leyes que descubrió Newton hace siglos, por ejemplo, son las mismas que hoy se utilizan para enviar satélites al espacio, sin variar una coma.

La Antemedicina es una ciencia lógica porque las leyes descubiertas (12 de ellas enunciadas en este libro) lo fueron para el hombre primitivo, lo son para nosotros hoy día y lo serán para la humanidad del futuro, sin variación alguna. Por este motivo la AM es una ciencia superior a la medicina y está encaminada a absorberse a esta última cuando la humanidad tome conciencia de la verdad sobre la salud.

La Mejor Noticia Que Puedes Oír

La Antemedicina se basa en 12 leyes de la salud; sostiene y demuestra que las enfermedades graves ocurren cuando se infringen la mitad de ellas, porque la vida se mantiene por esas leyes; y entra en pérdida cuando se encuentra por debajo del nivel medio, o también cuando se cumplen todas a medias.

Para la AM, eso, únicamente eso, es la enfermedad: -desarmonía, el resto son efectos: fiebre, dolores, mareos, hinchazón, brotes, debilidad y una serie de manifestaciones que la M llama síntomas y los combate como si se tratara de enfermedades, atacando también al cuerpo y debilitándolo más. Esto es ilógico y, por tanto, la M es ilógica en muchos casos. Cambia constantemente y, fuera de eso, hace cosas ilógicas (salvo que realiza otras muy lógicas).

La excelente noticia para todos es que la Antemedicina sostiene y garantiza que, si se practican las 12 leyes o acciones de la salud, toda enfermedad, no importa cualquiera que sea, se queda sin soporte; no tiene donde asirse, pierde su causa y, como consecuencia directa, se queda sin efecto… desaparece corno espuma de mar que el viento seca.

Esto es una realidad increíble pero cierta; a la vez científica y lógica: si desaparecen las causas, cesan los efectos.

Las personas que tienen enfermedades rebeldes, las soportan porque han puesto sus energías donde no debieron ponerlas: en los efectos. Éstos desaparecen por períodos ante el ataque pero, como la causa sigue ahí, continúa dando frutos. Buscar donde no es, se llama enfermedades incurables.

La Luz Y El Reloj

Un parroquiano perdió su reloj de oro. Los buenos vecinos comenzaron a ayudarle a buscar el reloj: Buscaron en los andenes, en los pequeños jardines de la cuadra donde vivía y hasta en el parque del barrio. Cansados de buscar sin encontrar nada, a alguien se le ocurrió preguntar al parroquiano: – ¿Dónde perdiste el reloj? -Dentro de la casa -le contestó. – ¿Y por qué lo estamos buscando fuera de ella? -Muy sencillo -respondió el cándido el hombre-, porque aquí en la calle hay muy buena luz y, en cambio, mi casa es muy oscura.

Ni más ni menos esto es lo que ocurre con muchas enfermedades: se las busca donde no están.

Ganar La Gran Batalla

La vida es un continuo intercambio de energía; un incesante tronar dc procesos mecánicos, químicos, eléctricos, mentales y espirituales.

Todos esos procesos se realizan con precisión matemática impulsados por una sabiduría infinita, de la cual la ciencia logra entender una mínima parte.

Pero ocurre que todo ser vivo se desarrolla en un medio extremadamente hostil. Millones de enemigos atacan a los cuerpos vivientes formando una cadena de causas y consecuencias sin aparente fin.

Tal parece que la vida tiene que matar vida para alimentarse de sus cadáveres. Unos seres vivos matan a otros seres semejantes para poder vivir. Esto es lo que llaman Cadena alimenticia, lo cual la mayoría admite en forma ignorante pues, no tiene necesariamente que ser así:

Los hombres podemos vivir en perfecta simbiosis con la Naturaleza sin tener que matar; lo hacen muchos animales. La abeja reparte las cartas de amor (polen) entre las flores; y la flor, en agradecimiento, le brinda a la abeja su rico néctar con amor. Dar y recibir sin matar, esto es simbiosis.

Admitir y estar en la cadena alimenticia es tolerable para el que se encuentra en posición de matar, pero es horrible para el que va a ser sacrificado. Mas, como toda cadena invierte sus eslabones, en otra fase nos tocará morir, tantas veces como matamos, para que la cadena no descompense su horrorosa trayectoria. LEY DEL KARMA, ACCIÓN Y REACCIÓN. Esto se puede evitar (ver libro Vida en 7 mundos).

Un Mar De Conocimientos Incompletos

Hoy creemos que hemos llegado a la cima de los conocimientos y esto es cierto si se trata de la humanidad; pero falso si se trata del individuo. Existen superespecialistas para todo. Pero a esos especialistas, no obstante haberse quemado las pestañas toda una vida para llegar al máximo de conocimiento en lo que respecta a su especialización, no les ha quedado tiempo para aprender otras cosas vitales para ellos; o sea que todos los profesionales especializados, sin excepción, son ignorantes absolutos en otros asuntos de los cuales pueden depender su vidas.

El Catedrático Y El Pescador

En cierta ocasión, un historiador y paleontólogo, catedrático de una reconocida universidad; doctor en filosofía y letras, en una de sus correrías tuvo que atravesar un ancho y sereno río. Como no había puente contrató los servicios de un humilde pescador y su canoa para llegar a la otra orilla. El pescador comenzó a remar en silencio, pues de pocas cosas podía hablar. El catedrático le preguntó:

-¿Sabes leer? -No -le contestó el humilde pescador.

-¿No sabes escribir tampoco?

-No, doctor.

-¿Acaso no has estudiado matemáticas ni historia?

-No, doctor.

-Si nunca has estudiado nada -dijo el catedrático en tono severo-, entonces haz de cuenta que perdiste la mitad de tu vida.

El pescador permaneció humildemente callado y agachó la cabeza.

Ya se encontraban en la mitad del ancho río cuando, súbitamente, se desató una tempestad y las aguas empezaron a agitarse violentamente. El pescador le preguntó al catedrático:

-Doctor, ¿sabes nadar?

El catedrático le dijo -iNo!

-Entonces -le replicó el pescador asustado-, haz de cuenta que perdiste la totalidad de tu vida.

Esto le ocurre a la gran mayoría de los profesionales y especialistas en todas las ramas que, por ocupar el 100% de su tiempo en la conquista de su carrera e ideales, descuidan los principios básicos de su salud y esto los lleva a morir jóvenes, mucho antes de ver terminadas sus carreras o culminado sus negocios.

Lo mismo del catedrático le ocurrió a mi amigo, el doctor -joven con dos especializaciones -nada menos que en medicina (caso relatado en capítulos anteriores)-, al cual se le olvidó que el organismo requiere ocho vasos de agua pura al día para desintoxicarle y cumplir con múltiples funciones. Dos días antes de su muerte reconoció el error que le produjo el cáncer.

Las especializaciones y doctorados de hoy, son filos de cordilleras de conocimientos separados por precipicios y desfiladeros de incomprensión. Terminamos este capítulo con tres versitos de la sabiduría antigua que nos acaban de ilustrar lo anterior, para hacer una toma de conciencia que nos introduzca más en la Antemedicina.

“Allá va Romero en el ataúd.
Perdió su salud buscando dinero;
Y luego el dinero buscando salud.
Y ya sin salud, y ya sin dinero,
Allá va Romero en un ataúd.”

Tengo a mi padre doctor.
Vicente dijo a Ventura;
Mi hermano mayor es cura,
Y yo soy enterrador.

Cuando alguien enferma aquí
Mi padre lo ve primero,
Luego llaman a mi hermano
Y por último intervengo yo.

Si alguien se llega a enfermar,
Y ahorrar quiere el dinero,
Lo mejor que puede hacer,
Es llamarme a mí primero.

La contra de los dos versos anteriores son otros versos:

Vida honesta y arreglada,
Hacerse pocos remedios
Y poner todos los medios
De no alterarse por nada;
La comida moderada;
Ejercicio y diversión,
Y no tener aprensión.
Salir al campo algún rato,
Poco encierro, mucho trato
Y continua ocupación.
-Anónimo

Lo anterior no es un chiste sino un caso tan cotidiano como humano. Si a la montaña de conocimientos que tuvo que estudiar el Doctor se le hubiera agregado la arenita del verso anterior, el Doctor sí se hubiese encontrado activo.

Este capítulo lo terminarnos con las mismas frases que comenzó:

”Nuestro organismo tiene inmensos poderes para acabar con todas las enfermedades, siempre y cuando cesen las causas que las produjeron.”

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