Si los halcones militares lo tenían bajo control y monitoreado desde su fuga de Afganistán en el 2001, y si lo habían utilizado durante veinte años como la imagen del “cuco” para imponer un “nuevo orden internacional” con la “guerra contraterrorista” ¿Para que matar a la gallina de los huevos de oro?.
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Por M[url=http://www.iarnoticias.com]anuel Freytas
Que Bin Laden hubiera sido asesinado en una cueva y en la más absoluta clandestinidad, cerraría lógicamente con la situación y el status de mayor “terrorista buscado” de la historia.
Que el jefe de Al Qaeda haya sido realmente asesinado viviendo tranquilamente en una residencia acompañado de sus mujeres y un cortejo como cualquier jeque árabe, no cierra lógicamente.
Mejor dicho, no cierra la versión oficial de “Bin Laden encontrado” y asesinado, y cierra, adquiere sentido, la hipótesis “Bin Laden monitoreado y protegido” por la propia CIA.
¿Que pasó camino del Foro? Bin Laden fue muerto sin defensa por un comando operativo de fuerzas especiales. Le perforaron la cabeza y ni siquiera se enteró que murió. ¿Quién dio la orden?
Este es un punto clave. La orden, así coinciden las usinas conservadoras, la dio la Casa Blanca sin consultar con los niveles estratégicos del Pentágono. O sea la orden, la dio Obama. El gerente negro, despreciado y considerado un “inútil” en temas militares por los halcones, se “cortó solo” con su entorno que diseñó en secreto la operación militar.
Y hay algo concreto: Todas las usinas conservadores expresaron en lenguaje cifrado su desacuerdo con la ejecución de Bin Laden y con la desaparición de su cadáver.
El proyecto histórico de los neocon militaristas que controlan el Comando Estratégico (USSTRATCOM), el ámbito de decisiones de la Junta de Jefes de Estado Mayor, nunca fue matarlo a Bin Laden, sino conservarlo como una “carta en la manga” para cualquier eventualidad de complicación estratégica, sea en la política exterior de EEUU como en su frente interno.
A su vez, la imagen “fabricada” de Bin Laden centralizaba y unía en un solo mando al mosaico heterogéneo de los grupos (con jefes y niveles de decisión propia) que conforman la Red Al Qaeda controlada por la CIA desde la década de los ochenta.
Muerto Bin Laden, hay muchas dudas respecto del futuro de la “red terrorista”, y lo peor es que se produzca una diáspora atomizante, que se exprese como un debilitamiento del control de la CIA sobre los sectores radicalizados islámicos.
¿Para que matarlo a Bin Laden? Bush hijo y los neocon, con Cheney y Rumsfeld a la cabeza, siempre jugaron a Bin Laden como un “comodín” y su objetivo de máxima no pasaba por matarlo sino por encarcelarlo en una prisión de máxima seguridad, y seguir jugando “amenazas terroristas y conspiraciones con el jefe de Al Qaeda vivo.
¿Es posible que los ultra halcones que controlan históricamente el Pentágono y el Complejo Militar Industrial, es decir, la industria de la guerra, la que, si se desplomara derrumbaría al Imperio estadounidense, hayan cambiado su estrategia sin ninguna razón de fondo?.
Si los halcones militares lo tenían bajo control y monitoreado desde su fuga de Afganistán en el 2001, y si lo habían utilizado como la imagen del “cuco” para imponer un “nuevo orden internacional” con la “guerra contraterrorista” ¿Para qué matar a las gallina de los huevo de oro?.
Y hay que aclaran un punto clave. La Red Al Qaeda es irrelevante y casi no existe como fuerza combatiente en los teatros de conflicto o de ocupación militar. En Afganistán y Pakistán los que combaten contra EEUU y la OTAN son los talibanes.
Al Qaeda (como buen invento de la CIA) sólo opera en el terreno de los atentados y las “amenazas terroristas”, donde la acción psicológica supera claramente a las acciones operativas (solo veinte atentados contra centenares de “amenazas” en 20 años).
Esos atentados y esas “amenazas” (con Bin Laden como la figura “terrorista” centralizadora) sirvieron al Estado imperial para imponer un “nuevo orden” controlado unilateralmente por EEUU a escala global.
Como ya lo dijimos y repetimos como método de comprensión estratégica, EEUU, con la administración Bush tras el 11-S, no solamente instaló un nuevo sistema de control político y social por medio de la manipulación mediática con el “terrorismo”, sino que además inauguró un “nuevo orden internacional” (sustitutivo de la “guerra fría” con la ex URSS) basado en la “guerra contraterrorista” que sirvió de justificación a las nuevas estrategias expansionistas del Imperio norteamericano y de las trasnacionales capitalistas.
Como se sabe, los “planes contraterroristas” son el principal rubro de facturación de los presupuestos armamentistas a escala global y conforman la mayor tasa de rentabilidad de las corporaciones de la guerra que giran alrededor de los complejos militares industriales de EEUU, Europa y Asia.
En el 2004, la Unión Europea (amparada en la figura “amenazante” de Bin Laden y Al Qaeda) se sumó a la estrategia norteamericana diseñando y poniendo en práctica un plan “contraterrorista” que trasladaba a territorio europeo la cruzada militar y de seguridad contra el “eje del mal”, que iniciara la administración Bush tras los atentados del 11-S.
Tanto Washington como las potencias de la Unión Europea han mantenido históricamente denuncias constantes de “ataques terroristas islámicos” en planes de ejecución, pero que efectivamente no han sucedido en Europa o EEUU, desde el 7 de julio de 2005, fecha del atentado terrorista al metro de Londres.
Puede decirse que Bin Laden fue el ícono, la imagen mediática aglutinante, debajo de la cual se construyó una nueva metodología de conquista militar de mercados que ensambla en un solo bloque al sistema capitalista USA-UE más allá de sus diferencias sectoriales.
¿Qué sentido tiene matarlo a Bin Laden? Las hipótesis ultra conservadoras son contundentes y no dejan lugar a dudas. Bin Laden fue asesinado por la “impericia” y las ambiciones electoralistas de Obama y de su entorno.
Bin Laden concentraba y centralizaba la estrategia con el “terrorismo” en un solo comando, su muerte descentraliza y descoordina el control sobre los grupos de la Red Al Qaeda.
La muerte de Bin Laden quebró un sistema de relojería con funcionamiento probado y efectivo durante veinte años. Y Obama lo hizo, murmuran para sí los halcones.
Y sin ninguna duda, la “guerra contraterrorista” se quedó sin su principal efecto motivador. Y se produce un fenómeno inversamente proporcional, el que lo mató a Bin Laden fue el Imperio norteamericano. Y el que más lamenta la muerte de Bin Laden es el Imperio norteamericano.
Y el costo real y efectivo (para el Imperio) de la desaparición del “terrorista más buscado”, todavía está por verse.
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