¿Qué beneficios traen? ¿por qué se los usa?

MENOS COSTO, MÁS RIESGO[/h3]

Esta clase de cultivos es promocionada como un ahorro para los agricultores, ya que ahora pueden plantar vegetales que matan pestes (porque se les incorporó ADN de una bacteria a su genoma, permitiéndole producir una proteína insecticida). O que toleran poderosos venenos (científicos de Monsanto aplicaron un gen en la soja que resiste al glifosato, llamado comercialmente Round Up, marca de esa misma corporación). Esto, aparen-temente, generaría una baja en sus costos. Pero la realidad es otra. Los que hacen el verdadero negocio son las corporaciones multinacionales que, como se dijo, venden las semillas genéticamente adaptadas a los químicos que también venden. Los productores sólo son parte del negocio, pero jamás se beneficiarán de él.

LA CARRERA BIOTECNOLÓGICA[/h3]

La ingeniería genética nació cuando se descubrieron los datos necesarios para producir un ser vivo, cuando los científicos empezaron a explorar una larga cadena molecular llamada ADN, compuesta por genes que poseen la información fundamental de todo ser.

Así, las empresas apostaron en una fuerte carrera dentro de la tecnología biológica (o biotecnología) y contrataron a científicos para desarrollar métodos de corte o inserción de genes de unos seres vivos a otros, gestando de esta forma la llamada ingeniería genética. Rápidamente, crecieron las inversiones para investigar las posibilidades económicas de estos nuevos organismos, generando una competencia feroz entre las compañías agrícolas, que con el tiempo cambiaron su denominación y pasaron a autoproclamarse como biotecnológicas o empresas de ciencias de la vida.

Así, las mismas corporaciones que hace 40 años habían contaminado el mundo con sus agroquímicos, ahora habían creado divisiones de investigación molecular para concebir plantas resistentes a sus tóxicos. En poco tiempo, los productores podían comprar cultivos resistentes a sus propios parásitos o a los herbicidas, lo que se tradujo en un aumento vertiginoso de la superficie cultivada con transgénicos.

LOS TRANSGÉNICOS NO PUDIERON ELEVAR RENDIMIENTOS EN CULTIVOS [/h3]

En el suplemento Rural del diario Clarín, del 18 de setiembre de 1999, Vernon W. Ruttan, un reconocido experto en políticas biotecnológicas, afirmó: Los productos de la biotecnología fueron diseñados casi en su totalidad para que los productores logren rindes que se acerquen a los actuales techos y no para que los superen. Y luego señaló: Cuando le pregunté al director de investigación de una importante compañía de semillas comerciales cuándo esperaba un mayor potencial biológico, respondió: ‘No sé. Se exagera mucho allí afuera’. Uno de los motivos de su cautela es que el rinde está comenzando a pasar a segundo plano, para dar lugar a una segunda generación que hace énfasis en los rasgos de calidad (…) Aun cuando nos encontramos en los años iniciales de la primera generación de biotecnologías agrícolas, las tecnologías de segunda y tercera generación están siendo proclamadas con entusiasmo.

En la Argentina, Greenpeace ha consultado a los profesionales del INTA acerca de los supuestos mayores rindes de la soja transgénica. En todos los casos la respuesta fue que no hay mayores rindes, sólo mayor comodidad en la labor del productor, una reducción de los costos que ronda el orden de un 15 por ciento.

En la Argentina, Greenpeace ha consultado al INTA acerca de los supuestos mayores rindes de la soja transgénica. En todos los casos la respuesta fue que no hay mayores rindes. Sólo una reducción de costos.

[goodbye]apocalipsis[/goodbye]

 

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