El concepto de no violencia suele entenderse de manera inadecuada. Existen quienes la confunden con el pacifismo. Éste tiende a manifestar su descontento con la guerra de manera pasiva. Expresa su incomodidad con la violencia pero no toma acción para solucionar la raíz del problema. La no violencia, por su parte, trata de subsanar las razones que provocan la agresividad.
Aunque el concepto de “no violencia” sea formalmente negativo, no significa que la no violencia sea la negación de la violencia sino que se encuentra en una relación de oposición real a la violencia, es decir, que su intención es eliminar las causas y las consecuencias de la misma. Jesús ha sido el ser más no violento en el planeta y evidentemente que su proyecto no era solamente un esfuerzo de protesta o denuncia. Él vino para redimir al hombre de sí mismo.
Los seres humanos siempre se han mostrado mayoritariamente insatisfechos con el mundo que, en su momento, les tocó vivir. Las mayorías están conscientes de la necesidad de un cambio. El cambio puede ser entendido como reforma, renovación o revolución. Las ideologías surgen como los esfuerzos humanos para lograr tales transformaciones.
Las ideologías han tenido sus turnos al frente de millones de personas, pero cuando las mismas se eclipsan se descubre el alcance del mal que han hecho a los hombres. Las ideologías son de tal naturaleza que solamente pueden sostenerse por la fuerza. Ellas necesitan imponer sus dogmas, extender su poder y defender su imperio. Todo ello en nombre de sí mismas. Por ello, las ideologías no dudan en utilizar la violencia contra sus opositores. Parte de la ideología es la articulación que se utiliza para justificar la violencia que la sirve.
En nombre del realismo político, las ideologías afirman que sólo la violencia es eficaz para actuar en la historia. Ese realismo que acepta la violencia y hace de la eficacia el criterio absoluto de la acción política, se vuelve siempre criminal.
¿Cómo entonces se pueden alcanzar las transformaciones que el ser humano desea? Hasta hoy, la idea dominante es que los cambios sólo se producen como resultado del ejercicio de la violencia y ha sido precisamente la violencia la que ha fracasado por completo en hacer advenir una nueva sociedad y un nuevo hombre.
Para construir una humanidad nueva, la violencia no es la solución sino el problema. La enseñanza de Jesús sobre la no violencia ofrece una filosofía que da sentido a la existencia. Pero, también una estrategia que permite ser responsable en la acción. También proporciona la esperanza de subvertir el orden injusto y de superar los conflictos que engendra.
Los cambios anhelados vienen cuando los hombres adoptan la filosofía, siguen la estrategia y abrazan la esperanza que la no violencia proporciona. Así, el evangelio y su enseñanza de la no violencia permite una instauración, una innovación, una inauguración, una anticipación de un mundo nuevo. Ese mundo que viene es el Reino de Dios.
El anuncio del Reino que viene, pero que también está, fue el mensaje cardinal de Jesús.
La no violencia requiere carácter, firmeza, resolución. Mucha más resolución que la que se necesita para ejercer la violencia. La no violencia es el método de aquellos que creen en la verdad y en su poder de prevalencia. En la práctica de la no violencia el hombre toma conciencia, controla y transmuta su deseo de violencia para cambiarlo por el poder de la justicia y de la verdad. Todo ello en imitación de Jesús.
MARIO VEGA*
*Pastor general de la misión cristiana Elim.
SÁBADO, 18 DE JULIO DE 2009