Ya no encuentro caminos.
Ya no encuentro posadas.
Hora a hora se aleja
la alegría, la calma.
¡Cómo late el recuerdo!.
¡Qué pesada es su carga!.
Llegado el anochecer
navegaba en tus abrazos,
me enredaba entre tus lazos,
me dejaba apetecer.
Pero un triste amanecer
te alejaste de mi lado
y batió mi acantilado
el mar del atardecer.
Noche, lamento,
escalofrío y llanto,
un desencanto
nace en mi sentimiento.
Noche, lamento,
desilusión, quebranto,
muere mi canto
ahogado en desaliento.
Por la mañana
el sol seca el rocío
de mi ventana.
Una campana
anuncia en mi vacío
noche temprana.
Una noche quise huir
de la celda del cerebro.
Sin raíces, pluma y ala,
crucé las rejas del miedo.
Exprimí rojos racimos,
me embriagó el néctar espeso,
ciega en sombras, tras la bruma
busqué la flor del almendro.
Volví herido por las jaras
del monte del sufrimiento.
Los barrotes de mi celda
eran más grandes y gruesos.
¿Dónde encontraré las llaves
que cierren mis sentimientos?