En un escenario, marcado por una dudosa “recuperación económica” (en la que nadie cree), y con un aumento del déficit y de la deuda pública, la reducción de salarios y los ajustes (reducción del gasto social) a los sectores más desprotegidos, las macro empresas y bancos que cotizan en Wall Street siguen cosechando ganancias multimillonarias que se contradicen con los números oficiales de la economía real.
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Por [url=http://www.iarnoticias.com]Manuel Freytas[/i]
Por medio del desempleo crónico y la reducción del gasto social (“ajustes”), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo del achicamiento del consumo y más depresión de la economía real.
Los billonarios fondos públicos utilizados (desde el estallido de la crisis en 2008) para salvar a los megaconsorcios bancarios e industriales terminaron generando una nueva escalada especulativa que vuelve a “apalancar” la economía (pagar con endeudamiento).
La consecuencia es la generación de una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de las naciones capitalistas centrales (principalmente EEUU y la UE), que obliga a los Estados a “recortar el gasto social” por medio de ajustes, mientras las empresas mantienen su tasa de rentabilidad manteniendo la tasa de desempleo y reduciendo beneficios y jornada laboral.
El nuevo “récord” alcanzado por el índice Dow Jones (que reparte la más formidable tajada de rentabilidad capitalista con la especulación financiera ) lo construyen un reducido número de empresas transnacionales de dimensiones gigantescas, mayores que Estados, que controlan la producción, el comercio y las finanzas mundiales.
Entre las primeras treinta mega empresas imperialistas que controlan el sistema económico productivo mundial y que conforman el índice Dow Jones se encuentran los grandes pulpos de la especulación financiera que utilizaron los billonarios fondos estatales de los “rescates” para producir una “burbuja ganancial” durante la crisis.
El capitalismo industrial o comercial euro-estadounidense, por su parte, con el argumento de la “catástrofe económica” reduce “costo laboral” recortando salarios y suprimiendo beneficios sociales, y “sobreexplotación” de la fuerza que queda ocupada. A su vez achican otros gastos (e inversiones) de la producción para ganar lo mismo produciendo y vendiendo menos, lo que agudiza la desaceleración económica y genera más baja del consumo y despidos laborales.
El Estado norteamericano y los Estados europeos bajan “costo social” por medio de la reducción del gasto público (salud, vivienda, educación, etc) para compensar la merma de la recaudación durante la crisis fiscal que pone a los países del euro al borde de la quiebra..
De esta manera, el sistema capitalista USA-europeo (Estado y empresas privadas) descarga el costo del colapso reconómico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad (población pobre con limitados recursos de supervivencia).
Por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social (“ajustes”), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral, bancos y empresas mantienen sus tasa de rentabilidad al costo de más desempleo y depresión de la economía real.
Las cifras de ganancias de las principales corporaciones de Wall Street ilustra sobre la nueva “burbuja”.
El pulpo financiero Goldman Sachs registró una ganancia de US$1.090 millones, o US$1,85 por acción, durante el segundo trimestre, un incremento frente al beneficio de US$613 millones, o 78 centavos por acción, del mismo período del año anterior.
La ganancia de otro gigante, Citigroup Inc., creció un 24% en el segundo trimestre, al tiempo que las reservas para pérdidas crediticias registraron un fuerte descenso interanual.
La ganancia del pulpo de las gaseosas, Coca-Cola Co. aumentó un 18% en el segundo trimestre, luego que los envíos siguieran creciendo. La multinacional registró una ganancia de US$2.800 millones, o US$1,20 por acción, durante el segundo trimestre, un incremento frente al beneficio de US$2.370 millones, o US$1,17 por acción, en el mismo período del año anterior.
La decisión del gobierno USA (tanto con Bush como con Obama) de emplear fondos estatales para el rescate de bancos y empresas quebradas por la crisis, reactivó una nueva “burbuja” especulativa en los mercados bursátiles y financieros, que luego se trasladó a los mercados energéticos y de las materias primas, iniciando nuevamente una escalada en los precios del petróleo y de las materias primas, que vuelven a ser objeto de la rentabilidad especulativa.
En el actual escenario, la confluencia de la suba del precio del petróleo y de los alimentos, combinados con la especulación financiera y los conflictos políticos y militares en las zonas calientes del planeta (como África y Medio Oriente) alimenta un cóctel explosivo cuyo desenlace a nivel planetario nadie puede prever o estimar.
Luego de tocar un precio récord de US$ 140 el barril, en julio de 2008, el petróleo había descendido a la línea de los US$ 35 en el año 2009.
A modo de emergente más inmediato de esta nueva escalada especulativa (el petróleo es la fuerza que mueve la economía mundial), ya comienza a verificarse una nueva cadena inflacionaria que repercute en primer lugar en una nueva ola alcista en el precio de los alimentos a escala mundial.
Según analistas especializados de Wall Street, un 60% del precio del petróleo crudo y de las materias primas alimentarias tiene como causa la especulación en futuros no regulada, de fondos precisamente autodenominados “especulativos”, bancos y grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros ICE de Londres y NYMEX de Nueva York y el comercio inter-bancos.
En este frente del negocio agro-energético financiero (productor directo de la hambruna y la inflación mundial) se encuentran en primera línea Goldman Sach y Morgan Stanley, súper-gigantes de la especulación financiera en alta escala del capitalismo trasnacional sionista con asiento en Wall Street.
El resultado trimestral del Goldman Sachs, el mayor “banco de inversión” de Wall Street, volvió a ser impulsado por las operaciones especulativas en los mercados energéticos y de materias primas que le permitió aumentar sus ganancias a niveles exorbitantes.
Hay una certeza generalizada entre los especialistas: La no reactivación plena del crédito y del consumo, los ajustes y la persistencia del desempleo (EEUU y la UE siguen con una tasa récord) amenaza con terminar con la “fiesta bursatil” y complica todas las variables de la débil recuperación económica en las potencias centrales.
La percepción generalizada entre los especialistas es que la debilidad de la demanda consumidora en EEUU y Europa, impulsada por el alto desempleo, el difícil acceso al crédito y el estancamiento (o reducción) de los salarios, es la principal amenaza a la sostenibilidad de una débil recuperación económica.
Como producto de la especulación bursátil (en desmedro de la inversión productiva) en los últimos meses fue cobrando forma visible un nuevo actor emergente en la economía mundial: La “crisis fiscal” (producto de los déficit siderales que aquejan a los Estados de las economías centrales) que sucede a la “crisis financiera” en la debacle de la economía capitalista globalizada.
A esto se agrega la sombra de una insolvencia de pago generalizada en la zona del euro (producida por los déficit y la baja de recaudación fiscal) que hace temer a los analistas del sistema un rebrote de la crisis financiera, no ya a nivel de los bancos y entidades privadas, sino a nivel de los propios Estados capitalistas centrales.
La crisis de las deudas públicas (producto del déficit comercial y recaudatorio del Estado) se sumó al panorama de agravamiento del desempleo (principalmente en EEUU y Europa), la no reactivación del consumo (producida por la desaparición del crédito para la producción), sumado a los interrogantes que persisten tras las protestas masivas generadas por los ajustes.
El déficit fiscal (caída de la recaudación) impide la reactivación del gasto social por parte del Estado, B) la contracción del crédito (destinado a la producción) impide la reactivación del consumo, y D) el desempleo (despidos masivos por falta de ventas) produce el resultante conflictivo social de la no reactivación plena (pese a un crecimiento débil) de la economía.
La “fiesta” especulativa de Wall Street y de las bolsas contrasta con la situación de postración que padecen las economías estructurales de EEUU y las potencias centrales que no consiguen despegar de lo que especialistas llaman un “principio de crecimiento débil” que no alcanza para la reactivación.
La mayoría de los analistas (entre ellos Krugman y Stiglitz) coinciden en que un retiro de los billonarios subsidios estatales a las macro empresas y gigantes bancarios (que impulsan el actual récord del Dow Jones) va a producir una recaída de la crisis financiera.
Y una posible recaída de la crisis financiera en EEUU, a su vez, no solo terminaría con el ascenso bursátil sino que además llevaría a los capitales especulativos internacionales a refugiarse nuevamente en el dólar y en los activos del Tesoro estadounidense, retroalimentado la “iliquidez” y agravando la crisis del crédito orientado a la producción y el consumo.
En suma, un círculo vicioso, que además de terminar nuevamente con la fiesta especulativa en Wall Street, podría arrastrar a la primera economía imperial (la locomotora de la economía global) a una recaída de la crisis económica con efectos letales de arrastre sobre el resto de las potencias centrales, emergentes y subdesarrolladas.
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